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samedi 11 avril 2015

San Erkenbod de Sithiu, abogado contra el reuma.


San Erkenbod de Sithiu, abad y obispo (12 de abril)

Vivió en el siglo VII, y era monje del monasterio de San Omer, fundado por San Audomar (9 de septiembre). En 717 due electo cuarto abad del monasterio. Fueron tiempos dorados para la comunidad: enriqueció el monasterio, lo dotó de terrenos, reliquias insignes, y de una importante biblioteca. Esta prosperidad le trajo como contrapartida el interés de los príncipes locales de mandar en el monasterio, controlar elecciones, entrometerse en la vida monástica o pretender privilegios en el culto y en los capítulos.


Uno de sus mayores aciertos fue dejar la estricta regla de San Columbano (23 de noviembre), que seguía el monasterio, para adoptar la de San Benito (21 de marzo y 11 de julio), mucho más encarnada y conocedora de la realidad de la fragilidad humana. Él mismo fue el mejor ejemplo del equilibrio benedictino entre el cumplimiento de la Regla y la flaqueza del hombre. Paciencia y caridad no le faltaron para encaminar a los monjes por la senda del "ora et labora". Era todo un cambio de espiritualidad, de mente, un acercamiento más profundo a Cristo y su humildad. El trabajo era considerado un enemigo de la vida de oración, una distracción y solo era contemplado como una necesidad, por lo que muchos monasterios empleaban siervos o esclavos, a gente baja. Ladrones que se redimían, desechos de la sociedad campeaban por los monasterios, trabajando para sobrevivir.


Con esta nueva visión del trabajo como forma de oración y de participación en la obra creadora de Dios, todo cambia. La vida monástica se centra, los monjes se hacen avezados en artes, ciencias, pequeñas industrias, etc.


En 723, San Erkenbod fue nombrado obispo de Thérouanne. Como obispo su mayor reto fue extender el Evangelio entre los muchos paganos que aún quedaban por la zona. Construyó varios santuarios y fundó monasterios desde los cuales expandir la influencia cristiana y lograr conversiones. A los diez años ya nadie recordaba el paganismo, y la región era floreciente en vida cristiana. En 733 murió, lleno de méritos. Fue enterrado en el monasterio y las reliquias aún permanecen allí y gozan de devoción. Se le invoca contra el reuma y es habitual ver sobre su tumba zapatitos de niños pequeños, que las madres dejan allí en petición para proteger a losniños pequeños, especialmente los que tardan en caminar.




La cebra y Luther King


El motivo por el que el caldo de cocido no puede competir con la vichyssoise en la cocina internacional es educativo. Nos han hecho creer que el hueso de jamón no tiene la elegancia de la nata. Por el mismo motivo, la noticia de 150 cristianos negros asesinados en Kenia no puede competir informativamente con el crimen de un negro a manos de un policía blanco en Estados Unidos. Esto sucede porque el periodista occidental considera que el hombre subsahariano forma parte del atrezo de National Geografic, en tanto que el afroamericano es una consecuencia de Lincoln. En otras palabras, cada vez que un negro americano muere por la espalda, muere Luther King, mientras que cuando matan a un cristiano en África muere una cebra.

Para el periodismo occidental, un universitario cristiano keniata es una cebra con estudios devorada por un leopardo radical, por lo que sitúa el conflicto en la lucha por la supervivencia, es decir, en la guerra de religiones, ese embuste que pretende hacer ver a la sociedad neutral que en los conventos la madre superiora ha sido sustituida por la monja alférez. De lo que la sociedad neutral puede deducir que las monjas venden yemas de Santa Clara para financiar a la Orden de Malta. Las redadas, empero, no se llevan a cabo en los obradores, sino en domicilios catalanes de simpatizantes del Estado Islámico, quienes pretendían llevar a cabo un secuestro para degollar a la víctima ante las cámaras, pero no en riguroso directo, sino en cobarde diferido. Me da a mí que si no han culminado el plan es porque, al no encontrar monos naranja en España, aguardaban la próxima colección otoño/invierno de Ágata Ruiz de la Prada.