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samedi 30 août 2014

Aberraciones

Cuenta Leonardo Castellani que, visitando allá por los años treinta el Museo de los Horrores de Nuremberg, el dominico Renard le dijo: –«La Edad Media ocultaba el crimen y ostentaba el castigo; y hacía ostentación del castigo para posible corrección del culpable y, en todo caso, para gloria de Dios y enseñanza del pueblo… La edad nuestra oculta el castigo y re-super-publica el crimen; y el crimen, en volandas de la publicidad macabra, se convierte en una imagen obsesiva morbosamente atractiva para el pueblo y altamente ofensiva a Dios».

He recordado estas sabias palabras mientras zapeaba en televisión, brincando de reportaje morboso en reportaje nauseabundo sobre el «pederasta de la Ciudad Lineal», con su aderezo posterior de comentarios sensacionalistas.


Algo muy semejante ya había tenido ocasión de verlo con otros casos nefandos que tienen a niños como víctimas, como el de Asunta, o en general con casos que incluyen aberraciones sexuales. Estos carroñeros siempre obran según el mismo método: aunque hipócritamente no entran en detalles, lanzan –entre elipsis y sobrentendidos– las mayores truculencias, sembrando el escándalo entre los espíritus más candorosos y sugestionables, halagando los espíritus más estragados y llamando la atención de hipotéticos tarados que tal vez hasta ese momento jamás hubiesen concebido delitos tan abyectos, pero a quienes la cháchara morbosa (a veces ilustrada con «teatralizaciones») enardece. Así, exactamente así, es como se siembra la atracción por el mal; así, exacerbando la curiosidad pública sobre vicios aberrantes, se despiertan demonios que estaban dormidos.


Si una persona sanamente constituida con frecuencia necesita de vigorosos esfuerzos, y aun de ayuda divina, para defenderse de ciertas pasiones torpes, ¿qué no ocurrirá cuando la persona es floja de carácter, carece de frenos morales y respira una atmósfera donde las aberraciones se «re-super-publican»? No es necesario ni siquiera recurrir a moralistas jeremíacos para hallar la respuesta: Taine en filosofía y Zola en literatura ya nos mostraron la función decisiva que el medio ambiente desempeña en la formación (y en la deformación) del carácter. El vicio, para prosperar, requiere un clima propicio; y hasta las mismas taras innatas (mucho menos frecuentes de lo que la corrección política y el cine de psicópatas pretenden) son reprimidas en su ejercicio cuando la atmósfera social repele los desvíos y degeneraciones. Pero allá donde tales desvíos y degeneraciones no son repelidos, sino aireados y glosados por los medios de comunicación (a veces con farisaico escándalo, a veces con la intención apenas disimulada de excitar la curiosidad), resultará inevitable que quien padezca alguna propensión abyecta se sienta inducido a darle rienda suelta.


Chesterton lo explicaba maravillosamente: «El mundo se ha teñido de pasiones peligrosas y rápidamente putrescentes; de pasiones naturales convertidas en pasiones contra natura. Así, el efecto de tratar la sexualidad como cosa inocente y natural es que todas las demás cosas inocentes y naturales se empapan y manchan de sexualidad. Porque no se puede conceder a la sexualidad una mera igualdad con emociones o experiencias elementales como el comer o el dormir. En el momento en que deja de ser sierva se convierte en tirana». En efecto, cuando las pasiones se desembridan, acicateadas por la publicidad, se convierten en pasiones putrescentes, ansiosas de conquistar nuevos finisterres de perversidad que combatan el hastío de la carne. Contra facta argumenta non valent; pero nuestra época es experta en negar los hechos.


Artículo publicado en ABC.



Osoro: «La Iglesia no es para las sacristías, es para salir al mundo» y hacer «lo que hizo el Señor»

Un día después de que se hiciera público su nombramiento como arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro (Castañeda, Santander, 1945) recibió ayer a ABC en el Palacio Arzobispal de Valencia, la que ha sido su casa en los últimos cinco años. Aunque aún no sabe cuándo tomará posesión de su nuevo destino, el prelado espera poder ganarse el cariño y la confianza de los madrileños a fuerza de diálogo, cercanía y de tomar iniciativas que respondan «verdaderamente a las necesidades de la gente».

-¿Qué retos cree que le esperan como arzobispo de Madrid?

-El primero es conocer la realidad de la Iglesia que camina en Madrid. La idea no es hacer algo nuevo por hacerlo, sino que de verdad responda a las necesidades de la gente y sobre todo a la necesidad de una Iglesia que tiene que salir y hacerse presente en todas las realidades del mundo. Una Iglesia que no tiene que tener cristianos de salón sino en la calle, junto a los demás. En definitiva, una Iglesia que asuma los problemas reales que tiene el mundo y dé una respuesta. Hay muchas necesidades en este momento histórico, pero sobre todo en este momento en que hemos aparcado a Dios. Creo que este es el gran reto que tenemos los cristianos y eso no lo podemos hacer solo viviendo hacia dentro. Hay que salir a evangalizar con las obras y con las palabras.


-¿Por qué cree que el Papa Francisco le ha elegido para ser el nuevo arzobispo de Madrid?

-Sinceramente no lo sé porque yo no conocía al Santo Padre. Le conocí en la visita ad limina de los obispos españoles y después durante un encuentro como vicepresidente de la Conferencia Episcopal, junto al secretario y el presidente. En esa ocasión estuvimos mucho tiempo hablando. Supongo que él se habrá informado y habrá visto que era conveniente que fuese yo el nuevo arzobispo de Madrid. Ciertamente yo no lo esperaba, entre otras cosas, porque llevaba poco tiempo en la archidiócesis de Valencia y también porque me parece que otros pueden hacerlo mucho mejor que yo. Esto no es una falsa humildad, sino que es algo que constanto y podría decir personas concretas.


-¿Ha podido hablar estos días con el cardenal Rouco?

-Sí, he hablado con él. Me llamó y hemos quedado en vernos en esta próxima semana.


-Pero en principio él seguirá hasta cumplir los 20 años al frente de la diócesis en el mes de octubre...

-No sé cómo será. Sí sé cómo vamos a hacerlo en Valencia. El día 4 de octubre entrará el cardenal Cañizares en nuestra archidiócesis y a partir de entonces ya no estaré aquí. A lo mejor me voy unos días de descanso.


-¿Pero entonces todavía no sabe el día exacto que llegará a Madrid?

-Hasta que no hable con el cardenal Rouco no lo sabré. No tengo problema en entrar cuando sea, pero no sé exactamente cuándo podré hacerlo.


-Usted llega a una diócesis que ha tenido durante 20 años no solo al mismo obispo, sino también a un prelado con una impronta que ha marcado la historia de la Iglesia en España, ¿estas circunstancias le producen algún temor? ¿Qué sentimientos le despierta?

-Cuando recibes la noticia de que el Santo Padre te nombra arzobispo de Madrid el primer sentimiento que te llega es un cierto miedo y comienzas a pensar qué es lo que tienes que dar allí. Pero llega un momento en que uno descubre en aquellas palabras de San Agustín lo que en verdad tienes que hacer en la vida. Te das cuenta de que no hay que buscar qué dar sino darte a tí mismo. Y con esa convicción voy a Madrid. Por eso cuando me preguntaban cuáles eran mis proyectos les decía que primero pretendía conocer la realidad y darme desde el principio. Creo que eso lo he intentado hacer en todos los lugares donde he estado y eso es lo que voy a intentar hacer ahora.


-¿Cómo entiende la relación con el poder político? En Madrid además del gobierno autonómico que también tiene aquí en Valencia está el Gobierno de la Nación.

-Yo entiendo esas relaciones desde mi condición de obispo y desde la convicción de un hombre que cree firmemente que la Iglesia tiene una presencia pública. La Iglesia no es para las sacristías, es para salir al mundo. Y naturalmente cuando sale al mundo se encuentra con los poderes públicos y naturalmente tiene que hacer lo que hizo el Señor. El Señor fue el primero que inició la cultura del encuentro. El Padrenuestro es un diseño de lo que es la cultura del encuentro: Hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Dedicarme a que percibamos esto y que no estamos para dañarnos, sino para sanarnos unos a otros. Es que no me veo haciendo otra cosa porque no sabría hacerlo. Me he preparado para esto. En la Iglesia no hacemos proselitismo. Tenemos que hacer una pastoral de atracción. La atracción se hace con esa capacidad de mirar al otro no como un enemigo sino como un hermano. Yo le pido al Señor ser un pastor así. ¿Es un cuento de hadas todo esto que les estoy contando? Yo creo que no. Lo ha hecho otra gente.


-¿Estamos en un cambio de ciclo de la Iglesia en España?

-Ciertamente. Tenemos que asumir que está naciendo una época nueva. Por eso es mucho más urgente ver qué cimientos ponemos para construir algo que merezca la pena, que tenga presente y futuro. En esta época hay una enfermedad que yo siempre he llamado la de las tres «d». Desdibujamiento de lo que es la persona humana, la deseperanza y la desorientación. El ser humano o es peregrino o es vagabundo. Al vagabundo le da igual estar aquí que estar donde sea; el peregrino, en cambio, sabe de metas. Yo creo que en este momento es bueno intentar que la Iglesia haga presente su capacidad para que esta enfermedad no exista.


-¿Por qué es usted una vocación tardía? Hoy en día cuesta entender que ordenarse a los 28 años es un vocación tardía pero en esa época sí lo era.

-Yo siempre cuento que el primer día que empecé a dar clases mientras explicaba a los alumnos la ecuación de segundo grado me dije: «Creo que puedo hacer algo más». Así llegué a mi vocación, de una forma sencilla.


-¿Qué cree le hace falta a la Iglesia en España para convertirse en esa Iglesia que pretende el Papa Francisco, más cercana, más atenta a los pobres?

-La Iglesia hace muchas cosas. Si ahora mismo retirásemos esas obras concretas que realizan congregaciones, movimientos y organizaciones España sería completamente distinta. Pero así y todo sí que es verdad que es probable que esa historia de amor que tiene que seguir realizando la Iglesia la tenemos que hacer todos juntos y unidos. Tenemos que ser capaces de no maquillarnos tanto los ojos que nos impidan ver las realidades que se están dando, pero también es verdad que la Iglesia tiene que ser capaz de que esto se muestre con más fuerza. Si no estáis unidos y cada uno va por su lado, esto afecta la vida del obispo porque el que tiene que recrear la unidad es el obispo. Nadie sobra en la Iglesia, al menos a mí no me sobra nadie.


-El Papa Francisco pone el acento en que el estilo y las formas son tan importantes como el mensaje mismo, ¿está de acuerdo?

-Yo creo sinceramente que sí. El Papa con un gesto muy sencillo nos está escribiendo una encíclica y eso es importante en la vida de todos los seres humanos. Hoy la gente entiende más a los testigos. Lo decía Pablo VI. Necesitamos más testigos que maestros. No es que no sean necesarios los maestros pero a la gente le entran las cosas por lo que ve. Pero detrás del gesto tiene que haber esa sabiduría que viene de Dios y que supone también ser maestro. En ese sentido, el Papa Francisco es un hombre que tiene la sabiduría, que la sabe hacer ver y vivir con hechos concretos que están prendiendo en la gente. ¡Cuánta gente que miraba para otro lado ha vuelto a mirar a la Iglesia con el Papa Francisco! Yo conozco mucha gente.


-Esta pregunta puede parecerle precipitada pero ¿piensa continuar con la Misa de la Familia que se celebra cada año en la Plaza de Colón?

-No he pensado en ello. Creo que es muy bueno que en las diócesis se celebre en todas las iglesias. Estoy hablando por hablar porque no había pensado en esa pregunta. Pero sí he pensado siempre que esto debiera estar en las Iglesias particulares, que la Iglesia diocesana tiene que celebrar ese día y con fuerza y con su obispo al frente.


-¿Qué siente usted cuando ve que otras religiones asesinan a los cristianos en nombre de Dios en otras partes del mundo?

-Un dolor tremendo porque ciertamente ese no es Dios. Matarán en nombre de Dios pero si es Dios nunca mata, nos hace vivir a todos. Cuando yo convierto a ese Dios en una lucha política pues probablemente lo que esté haciendo es imponer a los demás mi forma de entender las relaciones entre los hombres, la política. A mí me da una pena tremenda. Por eso les decía qué vigencia tiene el Padrenuestro. Y qué necesidad tiene este mundo de que verdad podamos entender que en nuestras relaciones las grandes religiones tenemos que ponernos a descubrir que nuestro Dios es un Dios que es imposible que si es Dios mate. Al contrario viene a dar vida.


-A cualquiera podría parecerle inverosímil que en pleno siglo XXI haya tantos mártires. Quizás las cosas no han cambiado tanto como creíamos...

-El Papa es un ejemplo de ese intento de querer de que todos sean uno. Ahí está la oración con palestinos y judíos. Él intenta reunirse con todos porque lo cierto es que no puede ser un Dios que mata. Eso es de los hombres.



La «Humanae Vitae», una encíclica profética

Hace años era capellán de un Centro de promoción obrera en el suburbio sur de Roma. Un día se presentó el cardenal Casaroli, a la sazón Secretario de Estado del Vaticano, y mantuvo un diálogo con los profesores y alumnos. Uno de ellos le preguntó qué recuerdos destacaría del tiempo que sirvió a Pablo VI. El cardenal se concentró unos momentos y añadió: la firma de la Humanae Vitae. Y añadió: “A finales del mes de julio de 1968 el Papa estaba muy preocupado. Un día cogió un abultado fajo de documentos y se fue a Castel Gandolfo. A los pocos días le encontré completamente cambiado. Estaba radiante y feliz. Había firmado la Humanae vitae”.

Efectivamente, el 25 de julio de 1968 Pablo VI firmó ese documento, que se convirtió en la gran cruz de su Pontificado y fue uno de los escritos magisteriales más contestados de los últimos tiempos, fuera y dentro de la Iglesia. “Raramente –escribió en 1995 el cardenal Ratzinger- un texto de la historia reciente del Magisterio se ha convertido en signo de contradicción como esta encíclica”.


La encíclica era una defensa decidida de la vida humana, rechazaba la contraconcepción con métodos artificiales e iba contra el hedonismo y las políticas de planificación familiar, impuestas a menudo por los países ricos a los países pobres. Mantenía, en cambio, el principio de paternidad consciente y éticamente responsable. Como escribió el cardenal Danielou, el documento subraya “el carácter sagrado del amor humano” y es un verdadero “revulsivo contra la tecnocracia”. La doctrina de la Humanae vitae contradecía -y contradice- los gustos del tiempo y desafiaba el clima cultural de la época y los enormes intereses económicos de las grandes multinacionales. Su enseñanza es, ciertamente, exigente y no se recuerda con gusto. Pero tampoco el Evangelio se sigue con gusto y deja de ser exigente.


Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón. Ante los inquietantes desarrollos de la ingeniería genética, la Humanae vitae es una luz profética, cuando asegura que “si no se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de generar la vida, se deben reconocer los límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre el propio cuerpo y sobre sus funciones, límites que a ningún hombre le es lícito franquear”. Efectivamente, hoy el hombre sufre el vértigo de la eterna tentación: querer ser como Dios a costa de autodestruirse y destruir a los demás, especialmente a los más desprotegidos e inocentes.


Pablo VI alertaba que la contraconcepción provocaría no sólo una alarmante disminución de los nacimientos sino la destrucción del amor humano, aumentando el número de abortos y de divorcios, con el consiguiente perjuicio para los mismos cónyuges y, por supuesto, de sus hijos. Basta mirar lo que está ocurriendo en Europa y en España para percatarse de que Pablo VI no se equivocaba. Los expertos hablan ya de una Europa y una España no solo envejecida sino socialmente depauperada e incapaz de asegurar el estado del bienestar. Nuestra otrora pujante Castilla, ¿no es también un ejemplo elocuente?


Hace pocos días un periódico tan poco sospechoso como Le Monde decía que hay que potenciar la regulación de los nacimientos por métodos naturales y no por la píldora. Eso es, exactamente, lo que decía hace cincuenta años la Humanae vitae. El remedio contra el divorcio, la violencia sexual, el abandono de los hijos y la misma pervivencia como pueblo no está en el control artificial de los nacimientos mediante el uso de la píldora “del día después” u otras, sino en descubrir la belleza del amor humano y del amor conyugal, viendo el cuerpo humano no sólo como un instrumento de placer sino como un medio privilegiado de comunicación personal y de autoentrega al otro.



El párroco de Gaza cuenta la experiencia de sus 136 fieles y los frecuentes e-mails de Francisco

El Papa Francisco recibió el 29 de agosto en el Vaticano al padre Jorge Hernández, un misionero argentino del Instituto del Verbo Encarnado que trabaja como párroco de la iglesia de la Sagrada Familia situada en la franja de Gaza, fuertemente golpeada por los enfrentamientos entre las fuerzas de Hamas e Israel.

En diálogo con ACI Prensa después de entrevistarse con el Pontífice, el Padre Hernández aseguró que su comunidad experimentó la cercanía del Papa Francisco durante los 52 días de bombardeos en Gaza, a través del frecuente envío de mensajes de correo electrónico.


"No es la primera vez que experimentamos la cercanía del Papa. Durante los días de guerra nos mandaba emails de apoyo que hicimos llegar a toda la comunidad cristiana, y ha sido un consuelo, porque de entre los 2 millones de habitantes de Gaza, 1350 son cristianos, de los cuales 136 católicos. Es muy significativo, una gracia y una bendición que preste tanta atención a las personas", indicó.


Sobre el encuentro de este viernes, el sacerdote aseguró que “una vez más, el Papa nos ha querido alentar a continuar y vivir la presencia de los cristianos, aunque sea mínima, en Tierra Santa. Que Gaza es a titulo pleno Tierra Santa. El Papa alienta a que sigamos testimoniando la verdad de que Jesucristo es príncipe de la paz”.


El Santo Padre “nos dio el consejo de no perder la alegría. Nos ha animado a continuar siendo: ‘la sal de la tierra,’ tratando de no olvidar la dimensión sobrenatural de la presencia de los cristianos allí”, añadió.


El sacerdote insistió en su gratitud por la preocupación del Papa Francisco “por nosotros, un pequeño número de fieles, especialmente significativo si pensamos que Gaza tiene una población de 2 millones de habitantes”.


A nivel humanitario, el sacerdote argentino explicó que los ciudadanos de Gaza han perdido todas sus pertenencias y sus casas.


“Hay mucho desconcierto en Gaza. Los habitantes de Gaza lo han perdido todo y muchos se ha refugiado en tiendas de campaña. El mayor miedo es enfrentar ahora el frío del invierno. Hay gente que necesita de todo porque han tenido que escapar, porque su casa ha sido bombardeada”, denunció.


En este sentido explicó que Cáritas, el órgano caritativo de la Iglesia, estuvo con ellos desde el principio. “Siempre han estado a nuestro lado. Nosotros pudimos albergar en nuestra escuela a más de 1.200 personas, porque justamente Cáritas nos ayuda. Nos ayudó en su momento suministrando alimentos, agua y elementos de higiene. Eso evidentemente tiene un valor enorme”, dijo.


Sin embargo, el P. Hernández se muestra optimista: “Como dice el Papa Francisco la paz es posible, es posible que los pueblos vivan en armonía entre ellos, por supuesto que pide no pocos sacrificios, pero es posible”.


En referencia a la última guerra, interrumpida con una tregua indefinida el pasado 26 de agosto, el P. Hernández recalcó que “en una guerra todos son iguales; los misiles no respetan ni color, ni religión, ni lugar, ya seas palestino, israelí, cristiano, musulmán… en una guerra nadie gana, las dos partes pierden, a su modo, algo, y tendrán que dar cuentas con el tiempo de las consecuencias que los enfrentamientos armados causan”.


A través de ACI Prensa, el P. Hernández quiso agradecer “a todas las personas de todo el mundo que rezan y ofrecen a Dios sacrificios implorando la paz para Oriente. Sepan que también que nosotros rezamos por ellos y que esperamos que nuestro Señor, Príncipe de la Paz, los bendiga”.



Manuel Valls elige para ministra de Educación a una ideóloga de género militante y adoctrinadora

Siempre que pensamos que hemos tocado fondo nos equivocamos. Después de Vincent Peillon [ministro de Educación entre 2012 y 2014] y su religión laica, después de Benoît Hamon [ministro de Educación entre abril y agosto de 2014] que fielmente ponía en marcha su programa revolucionario, he aquí a Najat Vallaud-Belkacem, nueva ministra de Educación. Es uno de los cargos más importantes de todo gobierno socialista, lugar estratégico de manipulación de los espíritus y de predicación capilar de los dogmas revolucionarios. Este nombramiento de la ex ministra de los Derechos de las Mujeres es una promoción importante, recompensa por una perfección ideológica.

Dejemos de lado su recorrido político, forzosamente socialista: cercana a Vincent Peillon y Arnaud Montebourg [también ministro socialista hasta la reciente crisis del Gobierno galo], esta joven mujer de origen marroquí se acerca desde hace tiempo a los centros de poder. O de lo que queda de ellos en una Francia prisionera de la Unión Europea, una Francia universalizada. Sabemos que los gobiernos cambian y que la política impuesta a Francia permanece: desde este punto de vista, el nombramiento de Najat Vallaud Belkacem podría dejar indiferente.


Pero ahí está. Najat Vallaud-Belkacem no está sólo al servicio de este pensamiento único, ella es una «pasionaria». Obsérvese que esto deja abierta la cuestión de saber si ella misma es una «pensadora» del pensamiento único. Sólo importa esto: ella lo difunde, lo promociona, lo impone. Ha hecho de la «igualdad» un absoluto que aplasta todo lo que encuentra a su paso (algo inherente en la naturaleza de la igualdad revolucionaria).


Imponiendo la ideología de género

Desde este punto de vista, el cargo de ministra de los Derechos de las Mujeres le iba como anillo al dedo. Dentro del partido socialista ya estaba a cargo de los derechos LGBT, comprometiéndose en favor del «matrimonio» de los homosexuales. Podríamos decir que ella no hacía otra cosa que expresar la línea del partido. Pero sus convicciones la llevaron a incluir esta lucha en un marco que iba desde la promoción de la igualdad, a la dirección de una misión de lucha contra la homofobia bajo Ayrault: fue ella quien instigó los ABCD de la Igualdad (asignatura adoctrinadora en la ideología de género, N.d.T.).


Que sea ella quien coja ahora -y a pesar de las protestas que han llevado a la «congelación» de la experimentación sobre estos recorridos en ciertas escuelas superiores– la dirección de la Rue de Grenelle (calle donde está situado el Ministerio de Educación, N.d.T.), es todo un símbolo. Ha sido chasquear a quienes habían creído que el gobierno daba marcha atrás.


Najat Vallaud-Belkacem partició en la revisión de las leyes bioéticas, que aseguraron el derecho de investigación sobre los embriones. Apoyó y promovió el aborto -presentado como una prioridad por el primer gobierno de François Hollande- a través del reembolso del 100%, de la creación del primer sitio internet oficial sobre la «IVG» (siglas en francés para la Interrupción Voluntaria del Embarazo, N.d.T.), asegurando una buena «información» a las mujeres que corrían el riesgo de cambiar de opinión al caer en páginas web que les hablaban de los inconvenientes del aborto y sobre la posibilidad de obtener ayudas si seguían con el embarazo y, por último, obteniendo la supresión de la palabra «angustia» de la ley sobre el aborto legal en la ley sobre la igualdad promulgada simbólicamente el 4 de agosto pasado.


Esta ley sobre la igualdad «mujeres-hombres» (respeten bien el orden, a partir de ahora hay igualdades que no son simétricas) tiene como objetivo «cambiar las mentalidades», como declaró ella misma en su discurso a favor de este texto, redactado por ella. Su objetivo es hacer desaparecer poco a poco los «estereotipos de género», ya sea a la cabeza de las empresas del CAC 40 (índice bursatil francés, N.d.T.) o en la intimidad de los hogares.


Ella asesinó al «buen padre de familia»: eliminando estas palabras de todos los códigos del derecho francés, la ley firmó el desenlace de la lucha contra toda autoridad paternal, sacralizando el odio al padre.


Recuérdese bien la última frase de la exposición de motivos de esta ley, que lleva la marca NVB: la política en favor de la igualdad deberá comportar «acciones cuyo fin sea llevar al conocimiento del público las investigaciones francesas e internacionales sobre la construcción social de los roles sexuados». Las palabras no están, pero se trata sin duda alguna de ideología de género. Sí, es la ideología de género la que presidirá el destino de la escuela francesa a partir de ahora.


El nombramiento de Najat Vallaud-Belkacem como ministra de Educación (y del «descerebramiento», del adoctrinamiento) no es -perdonen lo simple de la expresión- dejar con un palmo de narices Es un escupitajo a la figura de las familias. Una declaración de intenciones totalitaria.


Publicado en Risposte Catholique .

Traducción de Helena Faccia Serrano.