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lundi 1 décembre 2014

Educar en valores: ¿qué valores?

En su Encíclica Caritas in veritate Benedicto XVI escribe: “Con el término ‘educación’ no nos referimos sólo a la instrucción o a la formación para el trabajo, que son dos causas importantes para el desarrollo, sino a la formación completa de la persona. A este respecto, se ha de subrayar un aspecto problemático: para educar es preciso saber quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Al afianzarse una visión relativista de dicha naturaleza plantea serios problemas a la educación, sobre todo a la educación moral, comprometiendo su difusión universal. Cediendo a este relativismo, todos se empobrecen más” (nº 61). Es por tanto de suma importancia comprender sobre qué valores ha de basarse la educación.

Siempre he creído que la Biblia, y en especial el Nuevo Testamento, es una fuente inagotable de tesoros espirituales, Pero también en las oraciones de la Iglesia encontramos una gran riqueza espiritual, como sucede en el Prefacio de la Misa de Cristo Rey, en el que hay una descripción de los valores en los que consiste el Reino de Dios. Dice así el trozo que nos interesa ahora: “Sometiendo a su poder la creación entera, entregará a tu majestad infinita, un reino eterno y universal: el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz”. Podemos decir que éstos son los valores cristianos.


Está claro que a la hora de educar no es lo mismo ser creyente o no creyente. Creemos que Dios existe, que se ha hecho hombre y ha resucitado y nos espera, como dice el Credo, la vida eterna. El convencimiento de que la muerte inaugura una nueva vida se basa en que el Reino de Dios es un reino eterno, que nunca acabará ni desparecerá, como nos dice Daniel 7,14, y además es universal, es decir está abierto a todos los hombres de todos los tiempos y naciones. Pero es también un reino de santidad “al que todos los fieles cristianos, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (Lumen Gentium nº 40), y de gracia, que Dios ciertamente no nos regatea, pero que debemos adquirir recurriendo a los sacramentos y cooperando con el Espíritu Santo.


Sobre la gracia hay que decir además que existe una estrecha relación entre libertad y gracia. No hace mucho alguien, en polémica conmigo, escribía: “No creo en la castidad, la masturbación la anula, práctica habitual en los célibes; la sexualidad es innata en el ser humano”. Le respondí que la sexualidad es innata en el ser humano, pero puesta al servicio del amor nos lleva a altísimas cotas de realización personal. Creo en la libertad del hombre y que, por tanto, no somos monos esclavizados por nuestras pasiones e instintos, si bien para lograrlo necesitamos la ayuda de Dios y de su gracia. En efecto leemos en el Nuevo Testamento: “Les prometen libertad, ellos, los esclavos de la corrupción: pues, cuando uno se deja vencer por algo, queda hecho su esclavo” (2 P 2,16).


El problema es que si uno no cree en Dios, como esa persona dice de sí misma, no pide la gracia y en consecuencia no tiene ni la gracia ni la libertad. Que esa persona renuncie a ser libre, ése es su problema, pero por mi parte lo que no estoy dispuesto a aceptar, porque lo considero un insulto a Dios y a mí, es que yo y muchos otros no somos seres humanos libres. Creo en la libertad y, en consecuencia, en la responsabilidad. Ahora bien soy cada vez más consciente que el rechazo deliberado de Dios lleva al desastre, porque al prescindir de Dios y, por tanto, del Ser Supremo queda la puerta abierta al totalitarismo y a la negación de la Libertad, como lo prueban las experiencias nazis y comunistas del siglo pasado, y en nuestro siglo aberraciones como La Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que, no nos olvidemos, no es sólo la ley del aborto, sino también la ley de la perspectiva de género.


Resumiendo, el Reino de Dios es un reino eterno y universal, de santidad y gracia, basado en valores permanentes. Próximamente me referiré a los otros valores: verdad, vida, justicia, amor y paz.



Creador de la Facultad de Granada


Se cumplen 75 años de la fundación de la Facultad de Teologia de Cartuja en Granada. El día tres habrá una misa conmemorativa en la catedral de la capital de los cármenes.


¿Quien fue el artífice de esa Facultad?


Nada menos que un cardenal de la Santa Iglesia Romana: don Agustín Parrado García, a la sazón arzobispo de Granada hace setenta y cinco años.


Don Agustín había nacido en Fuensaldaña, provincia de Valladolid, el 5 de octubre de 1872. Estudió en el seminario de la diócesis vallisoletana. Estuvo como cura de Rueda, profesor del seminario de su diócesis, pero su inquietud le llevó a Astorga y Salamanca, de cuya facultad de teología llegó a ser decano.


Elegido obispo de Palencia, llegó a Granada en plena II República como arzobispo. Allí comprobó que la Guerra Civil diezmó a muchos obispos y curas de la archidiócesis, de los cuales bastantes están en los altares.


Durante los años bélicos pidió a Roma que le concedieran la creación de un centro de estudios teológicos para formar a todo el clero de la provincia eclesíastica. Aquí estuvo el germen de la Facultad de Teología que ahora cumple 75 años.


En octubre de 1939, colocando en manos de la Compañia de Jesús toda la docencia, comenzó su historia la Facultad de Teologia.


Hoy los jesuitas son los que dirigen todo el amplio campo educativo que llevan adelante en la Iglesia de Andalucía Oriental.


Pero el mentor fue un cura de Valladolid, obispo y cardenal, que descansa en la iglesia de Gracia, del Seminario Menor de Granada, donde murió en 1946.


Tomás de la Torre Lendínez



Carta papal en el Año de la Vida Consagrada: ¡aprecia el pasado, vive el presente, abraza el futuro!

¡Despierten al mundo! Es la exhortación del Papa Francisco en la Carta dirigida al mundo de los consagrados y de las consagradas en la vigilia de la inauguración del Año de la Vida Consagrada que inicia el domingo 30 de noviembre, I domingo de Adviento.

El Pontífice ha anunciado este año especial en ocasión del 50° aniversario de la Constitución dogmática Lumen Gentium , que trata de los religiosos en un específico capítulo.


La carta del Papa a los consagrados y consagradas enumera los objetivos, las expectativas y los horizontes del Año de la Vida Consagrada, que se concluirá el 2 de febrero 2016 y se inspira en las indicaciones contenidas en la Exhortación Vita Consecrata de San Juan Pablo II.

Francisco indica tres objetivos a los consagrados y consagradas en la realización de la propia vocación.


En primer lugar, “mirar al pasado con gratitud”, para tener viva la propia identidad, sin cerrar los ojos de frente a las “incoherencias, fruto de las debilidades humanas - afirma el Papa - y quizás también del olvido de algunos aspectos esenciales del carisma”.


El segundo objetivo es el de “vivir el presente con pasión”, viviendo el Evangelio en plenitud y con espíritu de comunión.


El tercero, “abrazar el futuro con esperanza”, sin dejarse desalentar por las tantas dificultades que se encuentran en la vida consagrada, a partir de la crisis de las vocaciones.


Dirigiéndose a los más jóvenes, el Papa los invita a no ceder a la tentación de los números y de la eficiencia, todavía menos a aquella de confiar exclusivamente en las propias fuerzas.


“La fantasía de la caridad – recalca el Pontífice – no conoce límites y tiene necesidad de entusiasmo para llevar el soplo del Evangelio a las culturas y a los más diversos ámbitos sociales. De hecho, saber transmitir la alegría y la felicidad de la fe vivida en la comunidad hace crecer a la Iglesia por capacidad de atracción. Es el testimonio del amor fraterno, de la solidaridad, del compartir el dar valor a la Iglesia”.


Una Iglesia que debe ser una fábrica de poetas y, como tales, capaces de escrutar la historia en la cual viven y de interpretar los acontecimientos, denunciando el mal del pecado y las injusticias.


Francisco no se espera que los consagrados mantengan vivas “utopías” sino que sepan crear “otros lugares” en donde se viva la lógica evangélica del don, de la fraternidad, de la diversidad, del amor recíproco.


El lugar ideal para que esto suceda son las comunidades del Instituto del cual se es parte y que no debe reducirse a una realidad aislada.


Es más, el Papa desea precisamente que “este Año de la Vida Consagrada sea ocasión de una más estrecha colaboración entre las diferentes comunidades - también de Iglesias diferentes - en la acogida de los refugiados, en la cercanía a los pobres, en el anuncio del Evangelio, en la iniciación a la vida de oración”.


En la carta a los consagrados y a las consagradas el Papa Francisco no olvida el importante rol de los laicos que con los consagrados comparten ideales, espíritu y misión. De ahí la última exhortación contenida en la carta, reservada a los hermanos en el episcopado para que sean atentos en el promover, en las respectivas comunidades, los distintos carismas, apoyando, animando y ayudando en el discernimiento “para hacer resplandecer la belleza y la santidad de la vida consagrada en la Iglesia”.



El Papa anima a jóvenes refugiados en Estambul: pide más «convergencia internacional» en su favor

El Papa Francisco ha vivido uno de sus encuentros más emotivos poco antes de concluir su viaje a Turquía antes de tomar el avión que lo lleva de regreso a Roma.

Ha sido a las cuatro de la tarde del domingo, durante la visita que ha realizado a un grupo de niños y jóvenes del Oratorio de la Comunidad Salesiana, chicos refugiados de Turquía, de Siria, Irak y de varios países de Medio Oriente y de África, en los jardines de la Residencia Pontificia.


[Turquía acoge aproximadamente 1,6 millones de refugiados llegados de Siria e Irak. Muchos otros se han refugiado en Jordania y Líbano. Nota de ReL]


El Santo Padre les ha pedido que “no se desanimen” y aseguró que “con la ayuda de Dios, sigan esperando en un futuro mejor a pesar de las dificultades y los obstáculos”.


Ante, la atenta mirada los niños afirmó estar esperando ese momento y expresó “mi participación en el sufrimiento” y su “consuelo”.


“Esta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución a los problemas, sino que más bien crea otros”, dijo.


Francisco aseguró luego que los refugiados “se encuentran a menudo carentes de los bienes primarios: vivienda digna, asistencia sanitaria, educación, trabajo”, pero sobre todo tuvieron que abandonar “la libertad, la cercanía de los familiares, su entorno de vida y las tradiciones culturales”.


Para el Papa, “las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables”, por lo que llamó a “resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a la personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar”.


El Santo Padre agradeció la labor de muchas organizaciones a favor de los refugiados, y en particular de los católicos “que ofrecen ayuda generosa a tantas personas necesitadas sin discriminación alguna”.


Texto completo de las palabras del Papa a los niños y jóvenes refugiados con los salesianos:

Queridos jóvenes

He deseado mucho este encuentro con ustedes. Quería encontrar también a otros refugiados, pero no ha sido posible hacerlo de otro modo. Ustedes proceden de Turquía, Siria, Irak, y de otros países del Medio Oriente y de África.


Están aquí en representación de cientos de sus coetáneos, muchos de ellos refugiados y desplazados, asistidos cotidianamente por los Salesianos. Quiero expresar mi participación en su sufrimiento y espero que mi visita, con la gracia del Señor, pueda darles un poco de consuelo en su difícil situación. Esta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros.


Los refugiados, como ustedes, se encuentran a menudo carentes, a veces durante mucho tiempo, de los bienes primarios: vivienda digna, asistencia sanitaria, educación, trabajo. Tuvieron que abandonar no sólo bienes materiales, sino, principalmente, la libertad, la cercanía de los familiares, su entorno de vida y las tradiciones culturales.


Las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables. Por eso es preciso hacer todo esfuerzo para eliminar las causas de esta realidad.


Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar.


Aliento a todos los que están trabajando generosa y lealmente por la justicia y la paz a no desanimarse. Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla.


Muchas organizaciones están haciendo mucho por los refugiados; me alegra particularmente la obra eficaz de los numerosos grupos católicos, que ofrecen ayuda generosa a tantas personas necesitadas sin discriminación alguna.


Deseo expresar vivo reconocimiento a las autoridades turcas por el gran esfuerzo realizado en la asistencia a los desplazados, especialmente los refugiados sirios e iraquíes, y por el compromiso real de intentar satisfacer sus exigencias. Espero también que no falte el apoyo necesario de la comunidad internacional.


Queridos jóvenes, no se desanimen. Es fácil decirlo, pero hagan un esfuerzo para no desanimarse. Con la ayuda de Dios, sigan esperando en un futuro mejor, a pesar de las dificultades y obstáculos que ahora están afrontando.


La Iglesia Católica, a través de la valiosa labor de los Salesianos, les es cercana y, además de otras ayudas, les ofrece la oportunidad de cuidar su educación y su formación. Recuerden siempre que Dios no olvida a ninguno de sus hijos, y que los niños y los enfermos están más cerca del corazón del Padre.


Por mi parte, junto con toda la Iglesia, voy a seguir dirigiéndome con confianza al Señor, pidiéndole que inspire a los que ocupan puestos de responsabilidad, para que promuevan la justicia, la seguridad y la paz sin vacilación y de manera verdaderamente concreta. A través de sus organizaciones sociales y caritativas, la Iglesia permanecerá a su lado y seguirá apoyando su causa ante el mundo.


Que Dios los bendiga a todos. Recen por mí. Gracias.



Conte, entrenador de la selección italiana, de vuelta a la fe y la misa: «¡Dios me ha dado tanto!»

Nadie se lo esperaba, pero en julio de este año 2014 Antonio Conte de la Juventus, dejaba su cargo. A las pocas semanas, iniciando el mes de agosto, asumía el liderazgo de la selección nacional de fútbol de Italia.

“Se habla demasiado de reactivar el espíritu y luego no se hace nada. Es hora de que empecemos a trabajar con la verdad; no he venido aquí para perder el tiempo".


Es Antonio Conte, el entrenador de la selección italiana de fútbol, quien así indicaba a sus pupilos que no perdería tiempo ni talentos.


Lo dijo ante los medios de comunicación, después del reciente partido amistoso de Italia con Albania, precisando que el esforzarse por dar lo mejor, siempre, es su forma de vida, dentro y fuera de la cancha, como entrenador y como hombre. Pero no es de estrategias, desafíos de campeonatos o sus lícitos anhelos para el mundial en Rusia, que habla en esta entrevista a la revista Credere de la Azzurra, sino de lo fundamental en la vida: su fe.


Partió Conte recordando su natal Lecce, donde el oratorio de la parroquia San Antonio de Fulgenzio fue determinante en su proceso y un refugio, dice, para las tentaciones de la calle.


La fe ayuda a distinguir entre el bien y el mal, a elegir el camino correcto en momentos de dificultad. Como de pequeño mis padres me dieron una educación católica, ahora estoy haciendo lo mismo con mi hija Victoria”, puntualiza.



- Desde Sacchi a Van Basten, muchos entrenadores deben pasar la dura prueba de la ansiedad. ¿Cómo logra usted encontrar claridad y serenidad antes de los partidos?

- Escucho a toda mi familia: papá, mamá, hermanos, esposa e hija. Luego me voy solo a algún sitio y me paso un par de minutos en oración. Pero entiendo a quienes los atrapa la tensión: el entrenador siente toda la presión sobre él. Tenga en cuenta que debe gestionar con jugadores, cuerpo técnico, aficionados... Después de acumular éxito y dinero a veces te preguntas por qué he aceptado tal responsabilidad... Pero sucede que si un equipo te sigue, el campo compensa todas las noches de insomnio.


- ¿Lo normal para usted es agradecer a Dios por lo que tiene o le invoca en la necesidad?

-No suelo invocar así al Señor, sino que le doy las gracias siempre, todas las noches, antes de ir a dormir. Rezo a la Virgen y a todos los santos. También antes de las comidas hago la señal de la cruz para dar las gracias por lo que tengo. Espero poder hacer algo que justifique todo lo bueno que he recibido. ¡Darlo todo, porque Dios me ha dado tanto!


- ¿Sintiendo que tiene mucho, renuncia usted a algo?

- En Cuaresma practico algunas florecillas, pequeñas privaciones de dulces, café y la copa de vino. Puede parecer una tontería, pero para mí renunciar a ello no es fácil.



- Maradona le regaló al Papa su camiseta, ¿Qué le regaló usted al Papa?

- ¡A decir verdad el regalo me lo hizo él! Poco antes de la boda (n.d.e.: recibió el sacramento del matrimonio en junio de 2013) me fui con mi familia a la audiencia y el Papa Francisco nos dio una bendición en un pergamino. Me impactó, pues yo había ido de "pecador", con una hija... y el Papa nos dio la bienvenida de forma sencilla… Está transmitiendo valores muy importantes.


- Si tuviese que alinear un "equipo de la Iglesia", ¿dónde haría jugar a Papa Francisco?

- Adelante de la defensa, donde está el corazón del equipo. Es el rol de quienes tienen que sacrificarse por el equipo.


- ¿Si no fuera un hombre de fútbol, en que se convertiría Antonio Conte?

- Un profesor de educación física. Yo vengo de una familia de deportes y me gusta educar. Todavía me acuerdo de mi profesor, que me llevó a hacer deporte.


- ¿Recuerda cuando hacía de monaguillo?

- Cuando servíamos en la Misa y el párroco debía decidir quién tomaría la vela grande, recuerdo que yo quería ser elegido. Cuando esto sucedía yo estaba feliz, ¡me cambiaba el día! Me gustaba hacer el saludo al sacerdote y orquestar los movimientos de los otros monaguillos.



- ¿Cuáles son los valores con que construyen su familia?

- Yo hablo de sencillez, queremos vivir una vida sencilla, con la gente. Mi hija va a una escuela pública, tenemos amigos que van de su empresa a comprar en la verdulería. Vittoria (su hija) debe comprender lo que es la vida, ser capaz de relacionarse con todo el mundo sin distinción de clase social. No olvides que yo vengo de una familia humilde, pero con muchos valores.


- ¿Familias en retirada, sí o no?

- Mejor digamos un no. La familia es importante y cuando el equipo está en retirada debe enfocarse y comprender la importancia del juego.


- ¿Cómo vive los domingos la familia Conte?

-Vamos a misa juntos, al mediodía o las 18 horas: mi esposa, quien también ha hecho de catequista, se ha acercado mucha a la fe por mí. Si estoy concentrado con el equipo trato de participar en la misa con los jugadores: la fe se practica y experimenta en comunidad.


- ¿Qué aprecia de un sacerdote?

- La capacidad de tocar temas cotidianos durante el sermón, de lo contrario se me hace difícil seguir lo que dice.


- ¿Cuál es el episodio de la Biblia que más le gusta?

- La historia del hijo pródigo. Me gusta porque nos enseña a perdonar.


- ¿Usted es capaz de perdonar?

- Sí, el perdón es parte de la tarea del entrenador, de lo contrario de 25 futbolistas no quedarían ni 10. Pero antes de perdonar creo que se debe hacer entender los errores: quien hizo mal debe redimirse.