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vendredi 16 janvier 2015

Cáritas es eclesial


De la secularización interna de la Iglesia, pocas cosas se libran: un espíritu de postmodernidad exige desacralizarlo todo, olvidar la propia identidad, relegar lo católico al silencio y ofrecer una propuesta filantrópica, de un genérico "amor", de un servicio social, de una ayuda, sin que se vea su conexión real ni con el Don de la Caridad ni con la Iglesia misma. En la liturgia esta expresión de la secularización está clarísima, y muchísimas veces la hemos abordado, pero también hay otras dimensiones de la vida católica que están afectadas; entre ellas, también Cáritas.



Cáritas, nada más hay que ver bien su nombre, es la prolongación de la Cáritas sobrenatural, del Amor de Dios entregado, que la Iglesia recibe y luego comunica a todos santificando en la liturgia, evangelizando en la predicación y catequesis, acompañando a los enfermos, sirviendo a los necesitados. Son todas áreas de la vida de la Iglesia irrenunciables, y prestamos un mal servicio a la verdad, cuando, con mentalidad secularizada, olvidamos todo y centramos el para qué sirve en la Iglesia en un simple "ayudar a los pobres"; mal servicio prestamos cuando, olvidando la originalidad del cristianismo, la reducimos a las prestaciones sociales y servicios asistenciales que la Iglesia realiza. ¿Acaso la Iglesia es simplemente una ONG más?


Ya Benedicto XVI, en su primera encíclica, puntualizaba estos aspectos que es bueno recordarlos. Ninguna ideología (y sabemos que hay "teologías" que son "ideologías") puede guiar la acción caritativa de la Iglesia:



"Por lo que se refiere a los colaboradores que desempeñan en la práctica el servicio de la caridad en la Iglesia, ya se ha dicho lo esencial: no han de inspirarse en los esquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideología, sino dejarse guiar por la fe que actúa por el amor (cf. Ga 5, 6). Han de ser, pues, personas movidas ante todo por el amor de Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo con su amor, despertando en ellos el amor al prójimo" (n. 33).



Nace del amor de Cristo, buen samaritano, y forma parte de la naturaleza de la Iglesia misma:





"La Iglesia es una de estas fuerzas vivas: en ella late el dinamismo del amor suscitado por el Espíritu de Cristo. Este amor no brinda a los hombres sólo ayuda material, sino también sosiego y cuidado del alma, un ayuda con frecuencia más necesaria que el sustento material. La afirmación según la cual las estructuras justas harían superfluas las obras de caridad, esconde una concepción materialista del hombre: el prejuicio de que el hombre vive « sólo de pan » (Mt 4, 4; cf. Dt 8, 3), una concepción que humilla al hombre e ignora precisamente lo que es más específicamente humano" (n. 28).



Algo que no debemos olvidar, sino potenciar, es la identidad cristiana de cada uno de los miembros de Cáritas. El amor de Cristo es su motor, y la Iglesia su hogar, su familiar; trabajan y sirven en la comunión de la Iglesia, ayudando, colaborando, a las necesidades de quien sufre, sabiendo que es la Iglesia, y Cristo mismo por medio de él, quien opera por medio de Cáritas:



"la mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisamente en el amor. Las organizaciones caritativas de la Iglesia tienen el cometido de reforzar esta conciencia en sus propios miembros, de modo que a través de su actuación —así como por su hablar, su silencio, su ejemplo— sean testigos creíbles de Cristo" (n. 31).



Cáritas tiene su cometido propio prolongando el amor de Cristo, pero libre de partidos e ideologías; no es su fin ni su ámbito el cambio de estructuras o las manifiestos reivindicativos con el lenguaje mundano. Es otra su órbita:



"La actividad caritativa cristiana ha de ser independiente de partidos e ideologías. No es un medio para transformar el mundo de manera ideológica y no está al servicio de estrategias mundanas, sino que es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre siempre necesita" (n. 30 b).



Más claro aún, si cabe, es un discurso dirigido a la Cáritas Internacional, buscando reforzar la identidad católica de Cáritas, tan diluida muchas veces, por desgracia, en lenguajes secularizados o con documentos con análisis y una visión un tanto apartada del Magisterio. Si el discurso del Papa está dirigido a Cáritas Internacional, bien se puede luego aplicar a Cáritas nacional, diocesana y parroquial. Desde luego es una lección sublime del Papa poniendo en claro aspectos en ocasiones diluidos:



"Caritas Internationalis es distinta de otras agencias sociales porque es un organismo eclesial, que comparte la misión de la Iglesia. Esto es lo que los Pontífices han querido siempre y esto es lo que vuestra Asamblea General debe afirmar con fuerza. En ese sentido, hay que observar que Caritas Internacionalis está constituida fundamentalmente por varias Caritas nacionales. A diferencia de tantas instituciones y asociaciones eclesiales dedicadas a la caridad, las Caritas tienen un rasgo distintivo: pese a la variedad de formas canónicas asumidas por las Caritas nacionales, todas son una ayuda privilegiada para los obispos en su ejercicio de la caridad. Esto comporta una especial responsabilidad eclesial: la de dejarse guiar por los Pastores de la Iglesia. Desde el momento que Caritas Internationalis tiene un perfil universal y está dotada de personalidad jurídica canónica pública, la Santa Sede tiene el deber de seguir su actividad y de vigilar para que, tanto su acción humana y de caridad como el contenido de los documentos que difunde, estén en plena sintonía con la Sede Apostólica y con el Magisterio de la Iglesia, y para que se administre con competencia y de modo transparente. Esta identidad distintiva es la fuerza de Caritas Internationalis, y es lo que hace su actividad particularmente eficaz.


Además, quisiera subrayar que vuestra misión os lleva a desarrollar un importante papel en el plano internacional. La experiencia que habéis adquirido en estos años os ha enseñado a haceros portavoces ante la comunidad internacional de una sana visión antropológica, alimentada por la doctrina católica y comprometida en la defensa de la dignidad de cada vida humana. Sin un fundamento transcendente, sin una referencia a Dios creador, sin la consideración de nuestro destino terreno, corremos el riesgo de caer en manos de ideologías dañinas. Todo lo que decís y hacéis, el testimonio de vuestra vida y de vuestras actividades, son importantes y contribuyen a promover el bien integral de la persona humana. Caritas Internationalis es una organización que tiene el papel de favorecer la comunión entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares, como también la comunión entre todos los fieles en el ejercicio de la caridad. Al mismo tiempo, está llamada a ofrecer su propia contribución para llevar el mensaje de la Iglesia a la vida política y social en el plano internacional. En la esfera política – y en todas aquellas áreas que se refieren directamente a la vida de los pobres– los fieles, especialmente los laicos, gozan de una amplia libertad de acción. Nadie puede, en materias abiertas a la discusión libre, pretender hablar "oficialmente" en nombre de todos los laicos o de todos los católicos (cf. Con. Ecum. Vat. II, Gaudium et Spes, 43; 88). Por otro lado, cada católico, en verdad cada hombre, está llamado a actuar con conciencia purificada y con corazón generoso para promover de manera decidida aquellos valores que he definido a menudo como "no negociables"" (Disc. a Cáritas Internationalis, 27-mayo-2011).



¿No os parece que hay mucho que revisar, reajustar?


¿No os parece que esa identidad católica nacerá cuando todos y cada uno de los miembros de Cáritas cultiven una intensa espiritualidad y vida interior, oración y sacramentos?


¿No os parece que, por su vinculación, quienes trabajan tan bien en el campo de la Caridad, serán los primeros en cultivar una vida eucarística, potenciar la adoración al Santísimo, porque de ahí nacerá la verdadera Caridad y la mirada de amor a cada hombre necesitado?



«El laicismo nos protege»: Francia anuncia más y más adoctrinamiento laicista en sus escuelas

El Gobierno francés reforzará a partir del curso próximo la enseñanza de los principios del laicismo en las escuelas, según dice, para combatir comportamientos como la solidaridad con los terroristas que atentaron en París constatada en al menos 200 centros educativos.

"Hay que volver a las bases de nuestra República laica", subrayó la ministra de Educación, Najat Vallaud Belkacem, de origen marroquí, al presentar a la prensa un primer paquete de medidas, que tendrán más concreción la semana próxima.


Se trata de transmitir "una capacidad de argumentación, una cultura de la razón y del juicio", pero también de "luchar contra las teorías del complot y de la conspiración que rodean a los alumnos", dijo la ministra, que hizo consultas con seis de sus predecesores en el ministerio.


Avanzó que, a partir del curso próximo, habrá nuevos contenidos de laicismo en los programas escolares dentro de la enseñanza moral y cívica y también se impartirá una enseñanza laica sobre el fenómeno religioso.


Se ofrecerá una "formación continua de los enseñantes" en estas materias para que sepan reaccionar ante alumnos que cuestionen los principios laicos y habrá "un apoyo operativo para los equipos en dificultades", agregó.


"El laicismo nos protege. Es un concepto complejo que hay que explicar a los jóvenes y por eso no podemos contentarnos con un curso teórico" sino que hay que "practicarlo en el día a día con los alumnos", argumentó.


Vallaud Belkacem aseguró que "ningún incidente quedará sin seguimiento", en relación con los varios cientos que se han sucedido en centros escolares de todo el país en los homenajes a las víctimas y, muy particularmente, durante el minuto de silencio que se guardó el jueves de la semana pasada.


Añadió que los casos más graves se han puesto en conocimiento de la Justicia para que estudie si hay que abrir procedimientos.


Un ejemplo fue un colegio en un barrio conflictivo de Dreux (norte), donde alrededor de 60 alumnos boicotearon la ceremonia de recuerdo de las víctimas de los terroristas, mientras otros 50 la perturbaban.


Algunos insistían en que la revista satírica "Charlie Hebdo", que fue objeto de un atentado el pasado día 7 en el que doce personas fueron asesinadas, "había insultado al profeta" con la publicación de caricaturas de Mahoma.


La ministra de Educación subrayó al respecto: "la incitación al odio es un delito. Por el contrario, el delito de blasfemia no existe en Francia".


[Francia es el único país laicista de toda Europa. Los países laicistas son escasos: lo son sólo México y Uruguay en América, Turquía en Asia, los regímenes comunistas y alguno más. La frase "el laicismo nos protege" que dice la ministra lleva a la pregunta: ¿el resto de países del mundo, que no son laicistas, es que están desprotegidos? Nota de ReL]



«¡Atentos a la nueva colonización ideológica que quiere destruir la familia!», improvisa el Papa

El Papa Francisco dirigió un importante discurso a la multitud reunida por el encuentro de las familias en Filipinas en el Mall of Asia Arena, a quienes exhortó a descansar en el Señor en la oración, levantarse con Jesús y María y ser una voz profética en medio del mundo. En varios momentos improvisó en español con mensajes contundentes en defensa de la familia o con confidencias personales.

Discurso completo de Francisco a las familias desde Manila (incluye improvisaciones en español, recogidas por Aciprensa)

Estimadas familias

Queridos amigos en Cristo
Muchas gracias por vuestra presencia aquí esta noche y por el testimonio de vuestro amor a Jesús y a su Iglesia. Agradezco a monseñor Reyes, Presidente de la Comisión Episcopal de Familia y Vida, sus palabras de bienvenida. Y, de una manera especial, doy las gracias a los que han presentado sus testimonios y han compartido su vida de fe con nosotros.


Filipinas tiene muchos apostolados de la familia y les agradezco a ellos por su testimonio.


Las Escrituras rara vez hablan de San José, pero cuando lo hacen, a menudo lo encuentran descansando, mientras un ángel le revela la voluntad de Dios en sueños. En el pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar, nos encontramos con José que descansa no una vez sino dos veces. Esta noche me gustaría descansar en el Señor con todos vosotros, y reflexionar sobre el don de la familia.


[A partir de este momento el Papa comenzó a improvisar en español. Las cursivas en el texto indican las demás partes improvisadas dentro del discurso]


Y recuerdo mi familia, mi padre, mi madre. Me gustaría decir algo sobre un sueño pero mi ingles no es muy bueno.


Me gusta mucho esto de soñar en una familia. Toda mamá y todo papá soñó a su hijo durante nueve meses. ¿Es verdad o no?


Soñar cómo será el hijo. No es posible una familia sin soñar. Cuando en una familia se pierde la capacidad de soñar, de amar, esta energía de soñar se pierde, por eso les recomiendo que en la noche cuando hagan el examen de consciencia, también se hagan esta pregunta: ¿hoy soñé con el futuro de mis hijos, hoy soñé con el amor de mi esposo o esposa, soñé con la historia de mis abuelos? Es muy importante soñar, no pierdan esta capacidad de soñar.


Y también cuántas dificultades en la vida del matrimonio se solucionan si nos tomamos un espacio de sueño, reflexión. Si nos detenemos y pensamos en el cónyuge o la cónyuge y soñamos en las cosa buenas que tienen. Por eso es muy importante recuperar la ilusión. Nunca dejen de ser novios.


A José le fue revelada la voluntad de Dios durante el descanso. En este momento de descanso en el Señor, cuando nos detenemos de nuestras muchas obligaciones y actividades diarias, Dios también nos habla. Él nos habla en la lectura que acabamos de escuchar, en nuestra oración y testimonio, y en el silencio de nuestro corazón. Reflexionemos sobre lo que el Señor nos quiere decir, especialmente en el Evangelio de esta tarde. Hay tres aspectos de este pasaje que me gustaría que considerásemos: descansar en el Señor, levantarse con Jesús y María, y ser una voz profética.


Descansar en el Señor. El descanso es necesario para la salud de nuestras mentes y cuerpos, aunque a menudo es muy difícil de lograr debido a las numerosas obligaciones que recaen sobre nosotros. Pero el descanso es también esencial para nuestra salud espiritual, para que podamos escuchar la voz de Dios y entender lo que él nos pide.


José fue elegido por Dios para ser el padre putativo de Jesús y el esposo de María. Como cristianos, también vosotros estáis llamados, al igual que José, a construir un hogar para Jesús. Le preparáis un hogar en vuestros corazones, vuestras familias, vuestras parroquias y comunidades.


Para oír y aceptar la llamada de Dios, y preparar una casa para Jesús, debéis ser capaces de descansar en el Señor. Debéis dedicar tiempo cada día a la oración. Es posible que me digáis: Santo Padre, yo quiero orar, pero tengo mucho trabajo. Tengo que cuidar de mis hijos; además están las tareas del hogar; estoy muy cansado incluso para dormir bien. Y seguramente es así, pero si no oramos, no conoceremos la cosa más importante de todas: la voluntad de Dios sobre nosotros. Y a pesar de toda nuestra actividad y ajetreo, sin la oración, lograremos muy poco.


Descansar en la oración es especialmente importante para las familias. Donde primero aprendemos a orar es en la familia.


No olviden, cuando la familia reza unida, permanece unida.


Allí conseguimos conocer a Dios, crecer como hombres y mujeres de fe, vernos como miembros de la gran familia de Dios, la Iglesia. En la familia aprendemos a amar, a perdonar, a ser generosos y abiertos, no cerrados y egoístas. Aprendemos a ir más allá de nuestras propias necesidades, para encontrar a los demás y compartir nuestras vidas con ellos. Por eso es tan importante rezar en familia. Es muy importante. Por eso las familias son tan importantes en el plan de Dios sobre la Iglesia.


Yo quisiera también decir una cosa muy personal. Yo quiero mucho a San José porque es un hombre fuerte de silencio. En mi escritorio tengo una imagen de San José durmiendo y durmiendo cuida a la Iglesia. Si, lo puede hacer, lo sabemos.


Cuando tengo un problema, una dificultad y escribo un papelito y lo pongo debajo de San José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por este problema.


Crecer con Jesús y María. Esos momentos preciosos de reposo, de descanso con el Señor en la oración, son momentos que quisiéramos tal vez prolongar. Pero, al igual que San José, una vez que hemos oído la voz de Dios, debemos despertar, levantarnos y actuar (cf. Rm 13,11).


La fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en él con la fuerza de la oración. Cada uno de nosotros tiene un papel especial que desempeñar en la preparación de la venida del reino de Dios a nuestro mundo.


Del mismo modo que el don de la Sagrada Familia fue confiado a San José, así a nosotros se nos ha confiado el don de la familia y su lugar en el plan de Dios.


Lo mismo que con San José. El regalo de la Sagrada Familia le fue dado para que lo llevara adelante. A mí también porque soy hijo de una familia y nos entregan el plan de Dios para llevarlo adelante.


El ángel del Señor le reveló a José los peligros que amenazaban a Jesús y María, obligándolos a huir a Egipto y luego a instalarse en Nazaret. Así también, en nuestro tiempo, Dios nos llama a reconocer los peligros que amenazan a nuestras familias para protegerlas de cualquier daño.


Estén atentos a la nueva colonización ideológica. Existen colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia. No nacen del sueño, de la oración, de la misión que Dios nos da. Vienen de afuera, porque eso digo que son colonizaciones. No perdamos la libertad de la misión de la familia. Y así como nuestros pueblos en un momento de su historia llegaron a la madurez de decirle no a cualquier colonización política, como familia tenemos que ser muy sagaces, hábiles y fuertes para decir no a cualquier intento de colonización ideológica sobre la familia.


Y pedirle a San José que es amigo del ángel para que nos diga cuando podemos decir si y cuando podemos decir no.


Las dificultades que hoy pesan sobre la vida familiar son muchas. Aquí, en las Filipinas, multitud de familias siguen sufriendo los efectos de los desastres naturales. La situación económica ha provocado la separación de las familias a causa de la migración y la búsqueda de empleo, y los problemas financieros gravan sobre muchos hogares.


Si, por un lado, demasiadas personas viven en pobreza extrema, otras, en cambio, están atrapadas por el materialismo y un estilo de vida que destruye la vida familiar y las más elementales exigencias de la moral cristiana. Esas son las colonizaciones ideológicas.


La familia se ve también amenazada por el creciente intento, por parte de algunos, de redefinir la institución misma del matrimonio, guiados por el relativismo, la cultura de lo efímero, la falta de apertura a la vida.


Pienso en el Beato Pablo VI. En un momento donde se le proponía el problema del crecimiento de la población tuvo la valentía de defender la apertura a la vida y la familia. El sabía las dificultades que había en cada familia, por eso en su carta encíclica (Humana Vitae) era tan misericordioso por sus casos particulares y pidió a los confesores que fueran muy misericordiosos con estos casos. Pero el vio más allá y vio a los pueblos de la tierra y vio esta amenaza de destrucción de la familia. Pablo VI era valiente, un buen pastor y alerto a sus ovejas de los lobos que venían, que desde el cielo nos bendiga esta tarde.


Nuestro mundo necesita familias buenas y fuertes para superar estos peligros. Filipinas necesita familias santas y unidas para proteger la belleza y la verdad de la familia en el plan de Dios y para que sean un apoyo y ejemplo para otras familias. Toda amenaza para la familia es una amenaza para la propia sociedad. Como afirmaba a menudo San Juan Pablo II, el futuro de la humanidad pasa por la familia (cf. Familiaris Consortio, 85).


Así pues, ¡proteged vuestras familias! Ved en ellas el mayor tesoro de vuestro país y sustentarlas siempre con la oración y la gracia de los sacramentos. Las familias siempre tendrán dificultades, así que no le añadáis otras. Más bien, sed ejemplo vivo de amor, de perdón y atención. Sed santuarios de respeto a la vida, proclamando la sacralidad de toda vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. ¡Qué don para la sociedad si cada familia cristiana viviera plenamente su noble vocación! Levantaos con Jesús y María, y seguid el camino que el Señor traza para cada uno de vosotros.


Por último, el Evangelio que hemos escuchado nos recuerda nuestro deber cristiano de ser voces proféticas en medio de nuestra sociedad. José escuchó al ángel del Señor, y respondió a la llamada de Dios a cuidar de Jesús y María. De esta manera, cumplió su papel en el plan de Dios, y llegó a ser una bendición no sólo para la Sagrada Familia, sino para toda la humanidad. Con María, José sirvió de modelo para el niño Jesús, mientras crecía en sabiduría, edad y gracia (cf. Lc 2,52).


Cuando las familias tienen hijos, los forman en la fe y en sanos valores, y les enseñan a colaborar en la sociedad, se convierten en una bendición para nuestro mundo. La familia puede ser una bendicion para el mundo.


El amor de Dios se hace presente y operante a través de nuestro amor y de las buenas obras que hacemos. Extendemos el reino de Cristo en este mundo. Y al hacer esto, somos fieles a la misión profética que hemos recibido en el bautismo.


Durante este año, que vuestros obispos han establecido como el Año de los Pobres, os pediría, como familias, que fuerais especialmente conscientes de nuestra llamada a ser discípulos misioneros de Jesús. Esto significa estar dispuestos a salir de vuestras casas y atender a nuestros hermanos y hermanas más necesitados.


Les pido además que os preocupéis de aquellos que no tienen familia, en particular de los ancianos y niños sin padres. No dejéis que se sientan nunca aislados, solos y abandonados; ayudadlos para que sepan que Dios no los olvida.


Hoy quede sumamente conmovido en el corazón después de la Misa cuando visite ese hogar de niños solos sin familia. Cuanta gente trabaja en la Iglesia para que ese hogar sea una familia. Esto significa llevar adelante proféticamente una familia.


Incluso si vosotros mismos sufrís la pobreza material, tenéis una abundancia de dones cuando dais a Cristo y a la comunidad de su Iglesia. No escondáis vuestra fe, no escondáis a Jesús, llevadlo al mundo y dad el testimonio de vuestra vida familiar.


Queridos amigos en Cristo, sabed que yo rezo siempre por vosotros. Rezo siempre por las familias. Lo hago. Rezo para que el Señor siga haciendo más profundo vuestro amor por él, y que este amor se manifieste en vuestro amor por los demás y por la Iglesia.


No se olviden de la protección de San José. No se olviden de rezar por la familia.


No dejéis de rezar a menudo y que vuestra oración dé frutos en todo el mundo, de modo que todos conozcan a Jesucristo y su amor misericordioso. Por favor, rezad también por mí, porque necesito verdaderamente vuestras oraciones y siempre cuento con ellas. Muchas gracias.



El Papa Francisco se encuentra con niños salvados de las calles de Manila y juega con ellos

El Papa Francisco encontró hoy por sorpresa a decenas de ex niños filipinos de la calle que han sido ayudados por la asociación Ank-Tnk y a quienes abrazó e incluso sentó en sus rodillas.

Tras la misa en la catedral de la Inmaculada Concepción de Manila, Francisco se trasladó a una de las sedes de esta asociación para encontrar a cerca 200 y 300 niños salvados de la calle.


El centro, que está dirigido por un padre jesuita francés, da acogida a unas 20 de niñas, pero hoy llegaron niños de otras de estas casas para ver al papa.


El papa habló con ellos en español y los niños, de entre 6 y 10 años, no dudaron en abrazar al papa, besarle e incluso dos de ellos, los más pequeños, se sentaron en la rodillas del pontífice.


Hubo cantos de los pequeños y también le entregaron algunos regalos.


Al encuentro participó el arzobispo de Manila y presidente de la Conferencia Episcopal filipina, Luis Antonio Tagle.


La asociación que opera en varios países se encarga de salvar a los niños de los horrores de la calle: mendicidad, violencia, droga, prostitución.


El cardenal Tagle se encargó en octubre del año pasado de le ha llegar un vídeo junto con miles de cartas de estos niños al papa en el que le invitaban a que viniese a encontrarles.



Misa en Manila y discurso a los políticos: el Papa denuncia la corrupción y pide defender la vida

El Papa ha dedicado su primera mañana en Manila al trato con las autoridades civiles en la recpeción oficial, y después a una primera misa en la catedral de la capital filipina.

Palabras duras contra la corrupción

Francisco pidió a las autoridades "escuchar la voz de los pobres y romper las cadenas de la injusticia y de la opresión, que dan origen a evidentes y escandalosas desigualdades sociales" y rechazar "toda forma de corrupción que quite recursos a los pobres".


En su primer discurso en Filipinas- dirigido a las autoridades y al cuerpo diplomático- el Papa Francisco confirmó lo que había anunciado durante el vuelo que los llevó al archipiélago: "el mensaje serán los pobres".


Según el protocolo filipino, la ceremonia de bienvenida se desarrolló en el Palacio presidencial. El presidente Benigno Aquino III recibió al Papa, saludado durante el recorrido desde la nunciatura por una multitud festejante, con el cual tendrá un coloquio privado antes del encuentro con políticos y diplomáticos.


Discurso íntegro del Papa a las autoridades civiles:

Señoras y Señores

Gracias, señor Presidente, por su amable acogida y por sus palabras de saludo en nombre de las autoridades y el pueblo de Filipinas, y de los distinguidos miembros del Cuerpo diplomático. Le agradezco de corazón su invitación a visitar Filipinas.


Mi visita es sobre todo pastoral. Tiene lugar cuando la Iglesia en este país se prepara para celebrar el quinto centenario del primer anuncio del Evangelio de Jesucristo en estas costas. El mensaje cristiano ha tenido una inmensa influencia en la cultura filipina. Espero que este importante aniversario resalte su constante fecundidad y su capacidad para seguir plasmando una sociedad que responda a la bondad, la dignidad y las aspiraciones del pueblo filipino.


De manera particular, esta visita quiere expresar mi cercanía a nuestros hermanos y hermanas que tuvieron que soportar el sufrimiento, la pérdida de seres queridos y la devastación causada por el tifón Yolanda. Al igual que tantas personas en todo el mundo, he admirado la fuerza heroica, la fe y la resistencia demostrada por muchos filipinos frente a éste y otros desastres naturales.


Esas virtudes, enraizadas en la esperanza y la solidaridad inculcadas por la fe cristiana, dieron lugar a una manifestación de bondad y generosidad, sobre todo por parte de muchos jóvenes. En esos momentos de crisis nacional, un gran número de personas acudieron en ayuda de sus vecinos necesitados. Con gran sacrificio, dieron su tiempo y recursos, creando redes de ayuda mutua y trabajando por el bien común.


Este ejemplo de solidaridad en el trabajo de reconstrucción nos enseña una lección importante. Al igual que una familia, toda sociedad echa mano de sus recursos más profundos para hacer frente a los nuevos desafíos. En la actualidad, Filipinas, junto con muchos otros países de Asia, se enfrenta al reto de construir sobre bases sólidas una sociedad moderna, una sociedad respetuosa de los auténticos valores humanos, que tutele nuestra dignidad y los derechos humanos dados por Dios, y lista para enfrentar las nuevas y complejas cuestiones políticas y éticas.


Como muchas voces en vuestro país han señalado, es más necesario ahora que nunca que los líderes políticos se distingan por su honestidad, integridad y compromiso con el bien común. De esta manera ayudarán a preservar los abundantes recursos naturales y humanos con que Dios ha bendecido este país. Y así serán capaces de gestionar los recursos morales necesarios para hacer frente a las exigencias del presente, y transmitir a las generaciones venideras una sociedad de auténtica justicia, solidaridad y paz.


Para el logro de estos objetivos nacionales es esencial el imperativo moral de garantizar la justicia social y el respeto por la dignidad humana.


La gran tradición bíblica prescribe a todos los pueblos el deber de escuchar la voz de los pobres y de romper las cadenas de la injusticia y la opresión que dan lugar a flagrantes e incluso escandalosas desigualdades sociales. La reforma de las estructuras sociales que perpetúan la pobreza y la exclusión de los pobres, requiere en primer lugar la conversión de la mente y el corazón.


Los Obispos de Filipinas han pedido que este año sea proclamado el «Año de los Pobres». Espero que esta profética convocatoria haga que en todos los ámbitos de la sociedad se rechace cualquier forma de corrupción que sustrae recursos de los pobres, y se realice un esfuerzo concertado para garantizar la inclusión de todo hombre, mujer y niño en la vida de la comunidad.


La familia, y sobre todo los jóvenes, desempeñan un papel fundamental en la renovación de la sociedad. Un momento destacado de mi visita será el encuentro con las familias y los jóvenes, aquí en Manila. Las familias tienen una misión indispensable en la sociedad. Es en la familia donde los niños aprenden valores sólidos, altos ideales y sincera preocupación por los demás. Pero al igual que todos los dones de Dios, la familia también puede ser desfigurada y destruida. Necesita nuestro apoyo.


Sabemos lo difícil que es hoy para nuestras democracias preservar y defender valores humanos básicos como el respeto a la dignidad inviolable de toda persona humana, el respeto de los derechos de conciencia y de libertad religiosa, así como el derecho inalienable a la vida, desde la de los no nacidos hasta la de los ancianos y enfermos. Por esta razón, hay que ayudar y alentar a las familias y las comunidades locales en su tarea de transmitir a nuestros jóvenes los valores y la visión que permita lograr una cultura de la integridad: aquella que promueve la bondad, la veracidad, la fidelidad y la solidaridad como base firme y aglutinante moral para mantener unida a la sociedad.


Señor Presidente, distinguidas autoridades, queridos amigos:

Al comenzar mi visita a este país, no puedo dejar de mencionar el papel importante de Filipinas para fomentar el entendimiento y la cooperación entre los países de Asia, así como la contribución eficaz, y a menudo no reconocida, de los filipinos de la diáspora a la vida y el bienestar de las sociedades en las que viven. A la luz de la rica herencia cultural y religiosa, que enorgullece a su país, les dejo un desafío y una palabra de aliento.


Que los valores espirituales más profundos del pueblo filipino sigan manifestándose en sus esfuerzos por proporcionar a sus conciudadanos un desarrollo humano integral. De esta forma, toda persona será capaz de realizar sus potencialidades, y así contribuir de manera sabia y eficaz al futuro de este país. Espero que las meritorias iniciativas para promover el diálogo y la cooperación entre los fieles de distintas religiones consigan su noble objetivo. De modo particular, confío en que el progreso que ha supuesto la consecución de la paz en el sur del País promueva soluciones justas que respeten los principios fundantes de la nación y los derechos inalienables de todos, incluidas las poblaciones indígenas y las minorías religiosas.


Invoco sobre ustedes, y todos los hombres, mujeres y niños de esta amada nación, abundantes bendiciones de Dios.


Misa en la catedral: el pueblo católico

Preparar válidos caminos para el Evangelio en Asia en el alba de una nueva era: es la tarea que el Papa francisco confía a la Iglesia de Filipinas y sobre todo a los obispos, sacerdotes, religiosos y jóvenes seminaristas que encontró esta mañana en la catedral de la Inmaculada Concepción.


El papa llegó a las 11,15, saludado por dos filas de "casi guardias suizos: jóvenes que vestían la librea de las guardias suizas romanas, pero con una boina azul y sin colores rojos.


La catedral estaba llena; pero la plaza y las calles circunstantes lo estaban más: centenares de miles de jóvenes y adultos estaban esperando desde muchas horas antes para poder aunque sea ver al pontífice.


Texto íntegro de la homilía del Papa Francisco en la catedral de Manila

«¿Me amas? ... Apacienta mis ovejas» (Jn 21,15-17).


Las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio de hoy son las primeras que os dirijo, queridos hermanos obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y jóvenes. Estas palabras nos recuerdan algo esencial. Todo ministerio pastoral nace del amor. Toda vida consagrada es un signo del amor reconciliador de Cristo. Al igual que santa Teresa de Lisieux, cada uno de nosotros, en la diversidad de nuestras vocaciones, está llamado de alguna manera a ser el amor en el corazón de la Iglesia.


Os saludo a todos con gran afecto. Y os pido que hagáis llegar mi afecto a todos vuestros hermanos y hermanas ancianos y enfermos, y a todos aquellos que no han podido unirse a nosotros hoy. Ahora que la Iglesia en Filipinas mira hacia el quinto centenario de su evangelización, sentimos gratitud por el legado dejado por tantos obispos, sacerdotes y religiosos de generaciones pasadas.


Ellos trabajaron, no sólo para predicar el Evangelio y edificar la Iglesia en este país, sino también para forjar una sociedad animada por el mensaje del Evangelio de la caridad, el perdón y la solidaridad al servicio del bien común. Hoy vosotros continuáis esa obra de amor. Como ellos, estáis llamados a construir puentes, a apacentar las ovejas de Cristo, y preparar caminos nuevos para el Evangelio en Asia, en los albores de una nueva era.


«El amor de Cristo nos apremia» (2 Co 5,14). En la primera lectura de hoy san Pablo nos dice que el amor que estamos llamados a proclamar es un amor reconciliador, que brota del corazón del Salvador crucificado. Estamos llamados a ser «embajadores de Cristo» (2 Co 5,20). El nuestro es un ministerio de la reconciliación. Proclamamos la Buena Nueva del amor infinito, de la misericordia y de la compasión de Dios. Proclamamos la alegría del Evangelio. Pues el Evangelio es la promesa de la gracia de Dios, la única que puede traer la plenitud y la salvación a nuestro mundo quebrantado. Es capaz de inspirar la construcción de un orden social verdaderamente justo y redimido.


Ser un embajador de Cristo significa, en primer lugar, invitar a todos a un renovado encuentro personal con el Señor Jesús (Evangelii Gaudium, 3). Esta invitación debe estar en el centro de vuestra conmemoración de la evangelización de Filipinas. Pero el Evangelio es también una llamada a la conversión, a examinar nuestra conciencia, como individuos y como pueblo.


Como los obispos de Filipinas han enseñado justamente, la Iglesia está llamada a reconocer y combatir las causas de la desigualdad y la injusticia profundamente arraigada, que deforman el rostro de la sociedad filipina, contradiciendo claramente las enseñanzas de Cristo. El Evangelio llama a cada cristiano a vivir una vida de honestidad, integridad e interés por el bien común. Pero también llama a las comunidades cristianas a crear «círculos de integridad», redes de solidaridad que se expandan hasta abrazar y transformar la sociedad mediante su testimonio profético.


Como embajadores de Cristo, nosotros, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, debemos ser los primeros en acoger en nuestros corazones su gracia reconciliadora. San Pablo explica con claridad lo que esto significa: rechazar perspectivas mundanas y ver todas las cosas de nuevo a la luz de Cristo; ser los primeros en examinar nuestras conciencias, reconocer nuestras faltas y pecados, y recorrer el camino de una conversión constante.


¿Cómo podemos proclamar a los demás la novedad y el poder liberador de la Cruz, si nosotros mismos no dejamos que la Palabra de Dios sacuda nuestra complacencia, nuestro miedo al cambio, nuestros pequeños compromisos con los modos de este mundo, nuestra «mundanidad espiritual» (cf. Evangelii Gaudium, 93)?


Para nosotros, sacerdotes y personas consagradas, la conversión a la novedad del Evangelio implica un encuentro diario con el Señor en la oración. Los santos nos enseñan que ésta es la fuente de todo el celo apostólico. Para los religiosos, vivir la novedad del Evangelio significa también encontrar siempre de nuevo en la vida comunitaria y en los apostolados de la comunidad el incentivo de una unión cada vez más estrecha con el Señor en la caridad perfecta.


Para todos nosotros, significa vivir de modo que se refleje en nuestras vidas la pobreza de Cristo, cuya existencia entera se centró en hacer la voluntad del Padre y en servir a los demás. El gran peligro, por supuesto, es el materialismo que puede deslizarse en nuestras vidas y comprometer el testimonio que ofrecemos. Sólo si llegamos a ser pobres, y eliminamos nuestra complacencia, seremos capaces de identificarnos con los últimos de nuestros hermanos y hermanas. Veremos las cosas desde una perspectiva nueva y así responderemos con con honestidad e integridad al desafío de anunciar la radicalidad del Evangelio en una sociedad acostumbrada a la exclusión social, a la polarización y a la inequidad escandalosa.


Quisiera dirigir unas palabras especialmente a los jóvenes sacerdotes, religiosos y seminaristas, aquí presentes. Os pido que compartáis con todos, la alegría y el entusiasmo de vuestro amor a Cristo y a la Iglesia, pero sobre todo con vuestros coetáneos. Que estéis cerca de los jóvenes que pueden estar confundidos y desanimados, pero siguen viendo a la Iglesia como compañera en el camino y una fuente de esperanza.


Estar cerca de aquellos que, viviendo en medio de una sociedad abrumada por la pobreza y la corrupción, están abatidos, tentados de darse por vencidos, de abandonar los estudios y vivir en las calles. Proclamar la belleza y la verdad del mensaje cristiano a una sociedad que está tentada por una visión confusa de la sexualidad, el matrimonio y la familia. Como sabéis, estas realidades sufren cada vez más el ataque de fuerzas poderosas que amenazan con desfigurar el plan de Dios sobre la creación y traicionan los verdaderos valores que han inspirado y plasmado todo lo mejor de vuestra cultura.


La cultura filipina, de hecho, ha sido modelada por la creatividad de la fe. Los filipinos son conocidos en todas partes por su amor a Dios, su ferviente piedad y su cálida devoción a Nuestra Señora y su rosario. Este gran patrimonio contiene un poderoso potencial misionero. Es la forma en la que vuestro pueblo ha inculturado el Evangelio y sigue viviendo su mensaje (cf. Evangelii Gaudium, 122). En vuestros trabajos para preparar el quinto centenario, construid sobre esta sólida base.


Cristo murió por todos para que, muertos en él, ya no vivamos para nosotros mismos, sino para él (cf. 2 Co 5,15). Queridos hermanos obispos, sacerdotes y religiosos: pido a María, Madre de la Iglesia, que os conceda un celo desbordante que os lleve a gastaros con generosidad en el servicio de nuestros hermanos y hermanas. Que de esta manera, el amor reconciliador de Cristo penetre cada vez más profundamente en el tejido de la sociedad filipina y, a través de él, hasta los confines de la tierra


Y concluye la homilía con la oración que "María, Madre de la Iglesia", suscite "en todos ustedes una tal abundancia de celo pastoral, que puedan expandirse con abnegación al servicio de los hermanos y hermanas. De tal modo que el amor reconciliador de Cristo pueda penetrar aún más totalmente en el tejido de la sociedad filipina y a través de ustedes en los rincones más lejanos del mundo.



Francisco canonizará al mallorquín Junípero Serra en EEUU, sin necesidad de un segundo milagro

El Papa Francisco anunció durante su vuelo de Sri Lanka a Filipinas, hablando con los periodistas en el avión, que declarará como santo de la Iglesia católica al franciscano mallorquín Junípero Serra Ferrer, evangelizador y defensor de los indígenas en México y California, donde fundó en el siglo XVIII nueve misiones que darían origen a sus grandes ciudades actuales.

El Papa adelantó que quiere presidir él mismo la ceremonia de canonización en su viaje de septiembre a Estados Unidos. No dió más detalles de la fecha y el lugar, pero el motivo del viaje es el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, por lo que la ceremonia podría tener lugar en esta ciudad.


Otra posibilidad es que decidiera añadir una etapa de su viaje con parada en la costa pacífica del país. La tumba de Junípero Serra está en la basílica de la Misión de San Carlos en California, cerca de la localidad de Monterey.


El milagro para ser beato

Fray Junípero Serra es venerado actualmente como beato en la Iglesia. El milagro que permitió la beatificación por Juan Pablo II en 1988 fue la curación médicamente inexplicable de un lupus de una religiosa franciscana en la ciudad de San Luis, la hermana Mary Boniface Dyrda. La curación tuvo lugar en 1960, se demostró permanente con el paso de los años y ella pudo acudir a Roma 28 años después a la beatificación.


Canonizar sin segundo milagro

En cambio, el Papa ha decidido canonizar a fray Junípero sin requerir un segundo milagro, una decisión que está aplicando a muchas figuras durante su pontificado, bajo la categoría de "canonizaciones equipolentes".


Francisco lo explicó así en el avión: “Cuando desde hace mucho tiempo un hombre o una mujer son beatos y se cuenta con la veneración del pueblo de Dios, y de hecho son venerados como santos; no se hace el proceso sobre el milagro”.


Recordó que ha decidido echar mano de esa potestad como Papa para canonizar "sin segundo milagro" a personajes históricos como Angela de Foligno (mística y terciaria franciscana del siglo XIII), el jesuita Pedro Fabro, el jesuita canario José de Anchieta, fundador de Sao Paulo, y el misionero indio José Vaz, evangelizador de la antigua Ceilán, que canonizó el miércoles en Sri Lanka ante cientos de miles de personas.


La relevancia de fray Junípero

Nacido en Petra, en Mallorca, en 1713, fray Junípero embarcó en Cádiz y llegó a México en 1749. Sirvió en Ciudad de México y en una misión en la Sierra Gorda de Querétaro.


En 1767, ya mayor y con achaques y dolores físicos, acompañado de 16 frailes, partió a California donde fundó 9 de las 21 misiones que los españoles levantaron en la zona. Los misioneros que les habían precedido habían muerto flecheados por los apaches.


Fray Junípero murió por enfermedad el 28 de agosto de 1784: en esa fecha los nueve asentamientos por él establecidos acogían a casi 6.000 nativos, la mayoría bautizados.


El Capitolio de Estados Unidos y el de California cuentan con monumentos que recuerdan y reconocen su figura.


El debate sobre las misiones

Ya con motivo de la beatificación se estableció un debate sobre la época que vivió, la moralidad del sistema de misiones españolas en California en el s.XVIII y la responsabilidad del beato. No fue un debate menor, sino bastante mediático, con libros y análisis de historiadores, pero la Causa de los santos, que declaró haber examinado los argumentos de los críticos, consideró que las acusaciones contra la persona concreta de Junípero no tenían base ni pruebas.


En Mallorca, México y California, donde transcurrió su vida, se han sucedido ahora las reacciones de alegría por el anuncio del Papa.