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vendredi 7 novembre 2014

La fe ofrece la enfermedad y el sufrimiento


La fe, peculiar luz sobrenatural al entendimiento y al corazón, nos permite ver más allá de la realidad palpable o, si lo preferimos, nos hace desentrañar el sentido más hondo de la realidad, superando las apariencias. Descubre en todo una meta última, superior, más elevada: ningún campo de la realidad es ajeno a la luz de la fe.



La enfermedad y, en general, toda situación de dolor o sufrimiento moral o psíquico, reclama ser leída e intepretada por la fe para poderla asumirla con una paz serena. Suele ser el crisol de la fe, la prueba de madurez que humaniza y eleva al hombre, desprendiéndolo de sí. Detrás de todo, siempre, las manos de Dios, su providencia y el orden sobrenatural de una historia de la salvación que no palpamos inmediatamente, pero que se va escribiendo con nosotros.


Cuando la fe es una certeza en el corazón y en la inteligencia, superando el sentimiento, las situaciones de enfermedad y sufrimiento se viven de manera distinta, más humana a la par que más espiritual, hallando un valor a esas situaciones. Es entonces la fe, cuando es viva, la que permite asumir sin rebeldías tales situaciones y habiéndolas asumido, ofrecerlas en orden a la redención. Se ofrecen y el enfermo, el que sufre, se introduce en el torrente de vida de la Comunión de los santos. La fe adquiere así madurez, consistencia, robustez. La fe educa así en el orden sobrenatural, en el ofrecimiento, en el valor redentor de la Cruz cuando se deposita sobre nuestros hombros.


Este lenguaje, en apariencia nada grato, nos permitirá vivir más libres y afrontar las situaciones que se presenten como verdaderos creyentes en Cristo, hombres y mujeres de fe. Poco se catequiza sobre la enfermedad y el sufrimiento, pocas veces se habla de ellos porque es "un lenguaje duro". Sin embargo hemos de estar preparados para la prueba, hemos de entenderla, hemos de renovar la fe.


Sirvan las palabras de Pablo VI a los enfermos "Voluntarios del sufrimiento" para dejarnos evangelizar a fondo hoy.


"Queridos enfermos nuestros, doblemente hermanos, por la caridad que debemos a todos y por vuestro título particular que nos obliga a estimaros más que a los demás participantes en el misterio de la cruz y de la redención; queridos hijos, el dolor os otorga una dignidad que os granjea las preferencias de nuestra caridad, de nuestro afecto, de nuestra comunión; apreciadísimos tesoros de la santa Iglesia, a la que vosotros aportáis el beneficio de vuestro ejemplo paciente y de vuestra piedad, a la que vosotros consoláis con el don de vuestros sufrimientos, y a la que edificáis con vuestra unión a Cristo crucificado; queridos compañeros de viaje en el duro camino hacia el cielo, y no con paso y quedo por vuestra invalidez física, sino ligero y ejemplar por el sendero empinado y áspero que conduce hasta el cielo. Os saludamos a todos y os bendecimos en el nombre del Señor como Él os bendice.


Os debemos unas palabras densas y originales, sugeridas por la penetrante reflexión del cristiano al considerar el dolor humano, especialmente si el dolor, como en vuestro caso, no es rechazado como absurdo enemigo de vuestra vida, sino que de forma extraña es aceptado heroicamente como factor de perfeccionamiento moral y como valor de significado místico. Llamándoos "voluntarios del Sufrimiento" conocéis ya estas palabras y las vivís; nos sentimos, por tanto, dispensados de expresar todo lo que vosotros ofrecéis sobre este tema a la consideración de cuantos os visitan y os asisten, cosa que estamos por lo menos obligados a recordar, aunque no sea fácil.


"Voluntarios del Sufrimiento" es una expresión fecunda y significativa. Creemos que es conclusión de una larga meditación, no fácil para cualquiera, sobre el valor positivo del dolor cristiano. ¿Hemos de recordaros el parentesco que crea el dolor cristiano entre el paciente y el Cordero de Dios, Jesucristo, que precisamente mediante el dolor, ¡y qué dolor el de su Pasión!, "borró los pecados del mundo" (Jn 1,29), y que asocia al paciente a ese misterioso complemento que, como dice el apóstol, "falta a los sufrimientos de Cristo" (Cf. Col 1,24)?



Ciertamente vosotros habréis recorrido este camino de la cruz muchas veces (hemos escuchado los cantos de vuestra plegaria de ayer tarde en la plaza de San Pedro); y sabéis la profundidad de esta asociación a Cristo mediante la aceptación y la sublimación del sufrimiento. No os decimos nada de la riqueza ascética que encierra y descubre a las almas valerosas, que hacen de él ejercicio de fortaleza moral, de dominio de sí, de expiación de sus culpas. Tampoco os hablamos de la belleza que un alma desposada de Cristo en las bodas de su pasión puede ganar mediante el ardor y la transparencia del amor forjado en el fuego del dolor fuerte y silencioso; nada diremos de la sabiduría que se le concede a quien sufre sabiendo una cosa que la ciencia humana difícilmente puede captar: que no es inútil el sufrimiento y que no es una degradación, sino un estado de vida exaltado e inmolado en el sacrificio, en la ofrenda de sí mismo para los secretos, dolorosos, pero siempre buenos y fecundos designios de la voluntad divina.


Vosotros conocéis ya estas humildes pero luminosas verdades; sólo nos resta exhortaros a perseverar en vuestro ejercicio de paciencia y oración y a hacer de vuestros corazones doloridos, física y moralmente, silenciosos santuarios de oración y de bondad.


Es tan grande el valor que reconocemos a estas condiciones de debilidad física, transformada en eficacia espiritual, que pensamos Nos mismos aprovecharnos de ella, pidiéndoos, hijos e hijas del dolor cristiano, que nos hagáis partícipes de vuestros méritos para que el Señor nos haga menos indignos de lo que somos del servicio que Él nos ha confiado, y para que las grandes necesidades de la Iglesia y del mundo, objeto continuo de nuestras plegarias e intenciones, estén también presentes en vuestras intenciones y obtengan el prodigioso sufragio del sacrificio orante de vuestros dolores santificados. Os podéis imaginar cómo pesan sobre nuestro corazón las revoluciones, las luchas, las guerras, los odios, los litigios que turban en estos momentos la paz del mundo y la hacen hoy más difícil, como dando a entender que no se la desea sinceramente.


Pedid, "Voluntarios del Sufrimiento", por la paz, por la verdadera paz en la sinceridad, en la justicia, en la libertad y en la hermandad.


Vosotros quizás podáis conseguir lo que no pueden los poderosos y sabios del mundo. Ofreced luego al Señor vuestros sufrimeintos por la Iglesia; son muchas las energías buenas y nuevas que la hacen resurgir y rejuvenecer, pero son demasiadas las inquietudes que la asaltan y la turban, pedid para que nuestro corazón no se aflija a veces profundamente y espere del Señor lo que tantos hijos de la Iglesia parecen rechazar de esta madre y maestra de nuestra salvación; nos referimos al sentido de la adhesión a la verdad que ella guarda y nos enseña, y a la filial alegría de seguir sus preceptos y consejos; la fe y la obediencia han de revivir en muchos hijos de la Iglesia, aunque ellos a veces se crean ingeniosos hiriéndolas y olvidando los sacrosantos y vitales compromisos que a ellas nos ligan y los ejemplos que aguardan los hermanos cristianos separados de nosotros para acercarse confiados a la gozosa y única comunión querida por Cristo.


"Voluntarios del Sufrimiento", ved cómo ampliamos los horizontes de vuestra perspectiva de generosidad; no nos neguéis el regalo precioso de vuestra oración y sacrificio; lo atesoraremos ante el Señor, y estamos seguros de que vosotros seréis los primeros en obtener mérito y recompensa".


(Pablo VI, Disc. a los Voluntarios del Sufrimiento, 26-mayo-1968).



La historia del secuestro de Bosco Gutiérrez «me cambió», dice el director de «Espacio Interior»

La película Espacio Interior , del director mexicano Kai Parlange, llega este viernes 6 de noviembre a los cines españoles para contar la historia de Bosco Gutiérrez, un arquitecto mexicano que fue secuestrado en 1990, permaneció durante más de nueve meses en un zulo de 3 por 1,50 metros y gracias a su fe y confianza en Dios pudo sobrevivir y escapar.

El protagonista, que en la película se llama Laszlo, es interpretado por Kuno Becker, que ganó con este papel extremo el premio a Mejor Actor del Festival Internacional de Guadalajara 2013. ReL entrevista a Kai Parlange, el director, acerca de los elementos espirituales y retos artísticos de la película.


- Bosco Gutiérrez se negó durante mucho tiempo a permitir una película sobre su historia. ¿Cómo es que acabó colaborando con usted, cuando además esta película es su ópera prima?

- Fue todo un reto. Yo había hecho unos vídeos de publicidad con él y un día me contó su historia. Esa historia me cambió. Era la historia de un hombre que renacía, que salía de una situación límite. Me conmovió y decidí hacer una película. Le dije que quería tomar un café con él, y con Carlos Corral, mi productor. Le dijimos: “queremos hacer una película”. Nos decía: “no, no me interesa, ya he dado mi testimonio y eso es suficiente”. Le dijimos: “Déjanos escribir una sinopsis de la historia, a ver qué te parece”. Dijo: “Bueno, eso sí”. La leyó y le gustó. Luego le pedimos permiso para escribir 5 escenas, y luego 10, 15, 20… Le visitabamos casi cada día. Ya nos dejaba su diario personal, que salvó despues de su rescate. Eran 700 hojas en letra pequeñita. En 2 años, tras 17 tratamientos de guión, ya la teníamos escrita, creamos la sociedad para filmarla y ahí está.



- ¿Hay límite de edades para ver esta película? ¿Tiene violencia que pueda alejar espectadores?

- Es para mayores de 12 años. Está pensada para todos los públicos mayores de esa edad. La violencia está medida, bien tratada. Se ha usado la película en colegios de secundaria en México. Allí fue la quinta más taquillera del año.


- En su paso por los cines en México o en los festivales, ¿alguien ha criticado los elementos espirituales de esta historia?

- En la película hay muchos elementos espirituales, y no ha habido críticas contra eso. Es una historia tan humana… Es un hombre encerrado, desnudo, en condiciones indignas, fuera de sí por el pánico… Lo ves hincarse a rezar y no te parece extraño, dices: “yo también lo haría”. La fe es la herramienta más importante que utiliza para sobrevivir. Se salva porque entendió que su vida estaba en manos de Dios, y no de los secuestradores. Un secuestrador le preguntó mediante una nota: ¿de donde sacas tanta fortaleza? Y él respondió: “no tengo miedo porque sé que no viviré ni un minuto más ni menos de lo que Dios diga. Es Dios quien tiene poder sobre mí, por eso estoy tranquilo”. Esa es una fe que todos entenderán.


- ¿Cómo se definiría usted en lo espiritual?

- Yo soy hombre de fe. Soy católico. Voy a misa los domingos.


- ¿Qué papel cree que tienen las historias de superación en el cine?

- Creo que la gente está muy perdida, busca sentido a la vida, y este tipo de historias de superación tiene un papel importante en eso.



- Hay algunos fotogramas (como el secuestrado en ropa interior, brazos extendidos) en que el protagonista parece otro Cristo, en la cruz… ¿Cómo surgen estas escenas? ¿Se busca esa simbología?

- Hay algunos momentos que hemos buscado narrativamente, sí. Cuando Kuno está tirado en el piso, en posición fetal, es como un vientre uterino…. para luego renacer. Y la escena con los brazos abiertos es una rima visual a momentos de la Pasión, de lo que vivió Jesús, porque Bosco se sentía cercano a lo que pasó Jesús.


- En cierto momento, los secuestradores pidieron información a Bosco sobre su familia, amigos, rutinas… Él se sentía como un traidor cuando finalmente, una semana después, cedió.

- Lo recogemos. La película es una transcripción muy cercana de los momentos mas importantes que vivió Bosco. En ese momento está angustiado por la violencia con que lo han secuestrado. Se siente traidor, deja de comer, está al borde de la muerte… Y entonces le ofrecen un whisky. Y mientras lo saborea decide ofrendarle el whisky a Dios. “Dios, yo te ofrezco este whisky”. Y ese es el comienzo de su viaje espiritual y de superacion personal, cuando entiende que, incluso preso, puede decidir cómo vivir cada segundo del secuestro.



- Estas experiencias espirituales se viven “por dentro”, vivencias invisibles, y el cine filma cosas visibles… ¿No es eso muy complicado?

- Ese es el gran reto de esta película. Le hemos dedicado mucho tiempo a pensar como filmar esas vivencias internas, profundas, con gestos y acciones.


- Hay una escena que narra Bosco asombrosa: en Navidad invitó a rezar a sus secuestradores. Vinieron con sus capuchas, él rezó, ellos escucharon mirando hacia abajo, le dieron la mano… ¿Cómo afronta esto la película?

- Para mí es una de las escenas más importantes a nivel espiritual. Él decide evangelizar. Quiere vivir como vivió Jesús, quiere invitarlos a orar. Hay que elegir muy bien el diálogo. Dice: “gracias por venir, esta noche es Nochebuena, y no hay secuestradores ni secuestrados”. Reza. Y ellos le dan la mano. Es una escena poderosísima.


- ¿Cómo se preparó Kuno Becker para representar su personaje?

- Kuno ha trabajado mucho en mesa conmigo y ha tenido varias sesiones con Bosco, ellos dos juntos, a veces solos, a veces conmigo también. Kuno decidió quedarse en el set ya construido del zulo y pasar 24 horas él solo, encerrado allí, en los estudios, un fin de semana, para sentir cómo se vive un aislamiento así. Bajó 14 kg de peso para lograr esa pérdida de peso, dejó de tomar el sol para lograr la palidez adecuada… Es un gran trabajo.






Una mendiga pide limosna al obispo Uriarte, hace como que va a besarle el anillo ¡y se lo roba!

Una mujer ha robado el anillo episcopal al obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, a quien se acercó para pedirle limosna y después para besarle la mano, momento que aprovechó para arrancarle este objeto simbólico y salir huyendo.

Fuentes del Obispado se Bilbao han informado a EFE de que el suceso se ha producido en la tarde de este jueves 6 de noviembre, en la céntrica calle bilbaína María Díaz de Haro, por la que Uriarte suele pasear casi todos los días, ya que reside en la cercana parroquia del Carmen, en Indautxu.


En ese momento, una mujer extranjera se acercó al obispo emérito pidiéndole una limosna, a lo que Uriarte no accedió, y después le tomó la mano con la aparente intención de besársela, pero le arrancó el anilló y salió huyendo.


El obispo emérito de San Sebastián, que iba vestido con un traje negro y alzacuellos, ha presentado una denuncia ante la Ertzaintza por el robo del anillo, que para él tiene un valor más simbólico que económico, ya que lo recibió cuando fue nombrado obispo, según las mismas fuentes.


Uriarte (Frúñiz, Vizcaya, 1933) fue nombrado obispo de Zamora en 1991 y en el año 2000 sucedió a José María Setién en la diócesis de San Sebastián, donde desempeñó está función durante diez años



Llevaba 10 años en coma, quieto; su madre le dijo «hoy rezas tú»... y él alzó la mano y se persignó

Massimiliano Tresoldi con 21 años sufrió un grave accidente en un vehículo. Con insalvables lesiones cerebrales, el diagnóstico fue coma irreversible. Así pasaron casi diez años.

Hasta que la noche del 28 de diciembre de 2000, Lucrezia, su madre, le dijo que estaba muy cansada y que rezara “él solo”... Fue entonces cuando Max movió el brazo, se hizo el signo de la cruz y la abrazó: había despertado del coma.


Han pasado catorce años desde aquel día de los Santos Inocentes en que Max volvió a estar con los suyos.


Ni Lucrezia -mamma Ezia, como la conocen todos en Carugate, un pueblo a 20 km de Milán–, ni su marido Ernesto, ni sus demás hijos, habían perdido la esperanza.


A pesar de los diagnósticos más desoladores -“no colabora”, decía siempre el expediente clínico–, mamma Ezia veía aspectos positivos.


“Aunque sus condiciones fueran realmente críticas, después de diez días mi hijo respiraba con autonomía, sin estar conectado a una máquina”, relata.


Después, fue un ligero movimiento de un meñique y luego una sonrisa... pero los médicos decían que eran ilusiones de Ezia.


Tras ocho meses de hospital, Lucrezia y Ernesto decidieron llevarlo a su casa.


Todos les aconsejaban lo contrario: se atarían para siempre a los mil y un cuidados que Max necesitaba.


Hoy Ezia afirma que “aunque Max estaba en un estado vegetativo, él percibía sensaciones (los ruidos, los olores de la familia...). Quizá por esto logró realizar todos los pequeños progresos que con el tiempo consiguió”.


Todos los días, y como si su hijo la escuchase, mamma Ezia rezaba “con él” antes de dormir. Pero la noche del 28 de diciembre de 2000 Ezia estaba muy cansada.


“Acosté en su cama a Massimiliano, pero le dije que si quería rezar tendría que hacerlo solo. En ese momento Max levantó el brazo y se hizo el signo de la cruz; después, me abrazó tan fuerte que casi me corta la respiración. El signo de la cruz fue su primer gesto voluntario después de diez años en coma”.





A partir de ese día, la vida de Max, de Lucrezia, de todos, dio un giro de 180 grados. Ahora, el fisioterapeuta y el logopeda son visitas habituales en casa. Nadie se explica cómo es posible que Max siga teniendo las mismas lesiones cerebrales que cuando estaba en coma.


“Esto explica lo poco que se sabe del cerebro humano”, señaló Lucrezia al diario italiano Avvenire. Se sabe tan poco, que fue asombroso escuchar a Max decir que “siempre estuvo consciente” y “recordaba a todos los que habían ido a visitarlo”.


Ezia se acuerda de quienes tienen un familiar en coma y les asegura que “la fe, la esperanza, la fuerza de voluntad y el amor son la única ‘medicina’ en estos casos”.