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dimanche 9 novembre 2014

El maestro de ceremonias

Cuando fuí ordenado sacerdote, tenía todo preparado, dentro de las limitaciones propias de un clérigo sencillo y corriente, como la vida misma.

Aposté por disponer de un maestro de ceremonias a la hora de celebrar la Primera Misa. Recayó en un gran liturgista, persona sencilla y cordial como él era. Se llamaba padre Domingo Crespo, miembro de los Oblatos de María Inmaculada, que era el vicario parroquial de la feligresía de San Pedro Pascual, demarcación donde mis padres tenían su domicilio.


El padre Domingo, así le llamaba todo el barrio, era un leonés de la comarca de la Maragatería, ingresó en el Seminario Diocesano y luego saltó a la congregación de los oblatos, donde fue ordenado sacerdote.


Anduvo por varios cargos en Málaga y recaló en Jaén, donde hicimos buenas migas juntos, siendo un estudiante de Teología en la Facultad de Granada. Era una persona simpática, un tanto angelical, pero con una vista de lince para hacer amigos y no perderlos nunca. Yo fuí uno de ellos.


El protagonismo que le concedí en la Primera Misa fue de un excelente maestro de ceremonias, que llamó la atención a todos los invitados, que pasaron a la sacristía a felicitarlo, a la vez que a mí.


Continuamos nuestra amistad con el paso de los años, hasta que un día enfermó gravemente. Sus superiores lo llevaron a Madrid, donde disponían de medios y lugar más oportuno para atenderlo. Estuve viéndole varias veces. La última me encomendó que le diera la Santa Unción. Las lágrimas me nublaban la vista y la sesera, fue él, quien hizo de maestro de ceremonias, por última vez, con una paz digna de los buenos hombres y curas entregados a Dios y a la pastoral con todas sus fuerzas.


A los pocos días entregó su alma a Dios. El padre Domingo igualmente está en la lista de los curas por los que rezo a diario.


Tomás de la Torre Lendínez



Osoro, en la homilía de la fiesta de la Almudena, pide «romper los muros que habitan en nosotros»

El arzobispo diocesano de Madrid, Carlos Osoro, ha pronunciado este domingo la homilía en la misa dedicada a Santa María la Real de la Almudena, donde ha advertido de que la sociedad atraviesa una "crisis profunda, que incluye la económica" que hace necesario "renovar al hombre por dentro".

Osoro, que ha presidido la misa en honor a la Patrona de Madrid en la Plaza Mayor, ha incidido en que la crisis "ha puesto a prueba el corazón y el alma de tantos que han salido a los caminos de los hombres para ayudar a quienes más necesitaban, mostrando el rostro generoso y solidario de personas, instituciones y familias".


Además, el arzobispo ha hecho hincapié en que, pese a las "historias con problemas, con tristezas y alegrías, con esperanzas y desesperanzas", hay que estar atentos a la "mirada de María", que es "mirada de consuelo en el largo camino de la historia de cada ser humano y en nuestra historia colectiva", una mirada que es "un regalo permanente, es el regalo de la misericordia de Dios".


En su homilía, Osoro ha recordado la caída del Muro de Berlín hace hoy 25 años, "un muro que separaba a los hombres, que hacía vivir en enemistad, en exclusión y en desencuentro". Con un paralelismo, ha llamado a "romper los muros que habitan en nosotros, que están construidos dentro de nosotros", para lo que hay que "acoger y anunciar a Jesucristo".


Por ello, ha pedido a la Virgen que ayude a la sociedad a "vivir como hermanos". "Que nunca nos falte el clima de hermanos que se ayudan los unos a los otros y en donde nadie pasa necesidad, porque lo mucho o lo poco que tenemos lo ponemos a disposición de los que más lo necesitan".


En su sermón, Osoro ha agradecido a su antecesor al frente de la Archidiócesis, Antonio María Rouco Varela, su "trabajo en el acrecentamiento de la devoción a Nuestra Señora de la Almudena", y ha recordado el legado de San Juan Pablo II, que "nos invitó a construir la civilización del amor", así como al Papa Francisco, que "nos invita a construir la cultura del encuentro, a romper los muros que nos seperan y dividen".


La misa ha sido concelebrada por los obispos auxiliares de Madrid, vicarios Episcopales, miembros del Cabildo Catedral, y sacerdotes diocesanos. Al finalizar la Eucaristía, la Virgen es llevada en Procesión hasta la Catedral recorriendo las calles del centro de la ciudad. Durante el mismo, hay coros que cantarán a la Virgen la ´Salve Marinera´, la ´Salve rociera´, e interpretan distintos bailes castizos.


Finalmente, la Catedral de la Almudena permanece abierta en esta jornada hasta las 20 horas, para que los fieles que lo deseen puedan acercarse a besar la medalla de la Virgen, en el Altar de la Almudena.



La iglesia de Letrán es madre, como obra del Espíritu, de todas las iglesias del mundo, dice el Papa

En el domingo 9 de noviembre, el primer día soleado, después de una semana lluviosa, la gente acampó desde temprano en la plaza de san Pedro, en Roma, sentados al sol en familia, esperando la oración del Ángelus, con la reflexión y la bendición del Papa, en la solemnidad de la Basílica mayor San Juan de Letrán, Catedral del Obispo de Roma, primer templo en el que los cristianos, bajo el imperio de Constantino, pudieron rezar públicamente, fuera de las catacumbas.

Antes de la Oración del Ángelus Francisco explicó que la Catedral de Roma san Juan de Letrán hace de madre de todas las iglesias de la ciudad y del mundo. “Con el termino madre nos referimos no tanto al edificio sagrado de la Basílica material –dijo-, cuanto a la obra del Espíritu Santo, que en este edificio se manifiesta, fructificando mediante el ministerio del Obispo de Roma, en todas las comunidades que permanecen en unidad con la Iglesia que él preside”.


Con la fiesta de hoy afirmó el Papa “profesamos en la unidad de la fe, el vínculo de comunión que todas las Iglesia locales, esparcidas sobre la tierra, tienen con la Iglesia de Roma y con su Obispo, sucesor de Pedro”.


El templo material hecho de ladrillos –reflexionó, es signo del templo espiritual del cual Cristo es la piedra viva y donde cada cristiano, por el bautismo, forma parte del edificio de Dios.


Después de la oración del Ángelus y la bendición, Francisco recordó que 25 años atrás caía el muro de Berlín, que por tanto tiempo partió en dos la ciudad y fue símbolo de la división ideológica de Europa y el mundo entero.


La caída fue posible gracias al fatigoso empeño de tantas personas, entre ellos Juan Pablo II.


Y pido rezar para que con la ayuda del Señor y la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se difunda siempre más la cultura del encuentro, capaz de hacer caer todos los muros que todavía dividen al mundo y no suceda mas que personas inocentes sean perseguidas y asesinadas a causa de fe y de su religión.


Palabras del Papa antes del rezo a la Madre de Dios:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!,

Hoy la liturgia recuerda la Dedicación de la Basílica de Letrán, que es la catedral de Roma y que la tradición define “madre de todas las iglesias de la ciudad y del mundo”. Con el término “madre” nos referimos no tanto al edificio sagrado de la Basílica, cuanto a la obra del Espíritu Santo que en este edificio se manifiesta, fructificando mediante el ministerio del Obispo de Roma, en todas las comunidades que permanecen en la unidad con la Iglesia que él preside.


Cada vez que celebramos la dedicación de una iglesia, se nos recuerda una verdad esencial: el templo material hecho de ladrillos es un signo de la Iglesia viva y operante en la historia, esto es, de aquel “templo espiritual”, como dice el apóstol Pedro, del cual Cristo mismo es “piedra viva, rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa delante de Dios” (1 Pedro 2,4-8).


Jesús, en el Evangelio de la liturgia de hoy, hablando del templo ha revelado una verdad asombrosa, esto es: que el templo de Dios no es solamente el edificio hecho con ladrillos, sino que es su Cuerpo, hecho de piedras vivas.


En virtud del Bautismo, cada cristiano, forma parte del “edificio de Dios”(1 Cor 3,9), es más, se convierte en la Iglesia de Dios. El edificio espiritual, la Iglesia comunidad de los hombres santificados por la sangre de Cristo y por el Espíritu del Señor resucitado, pide a cada uno de nosotros ser coherentes con el don de la fe y cumplir un camino de testimonio cristiano. Y no es fácil - lo sabemos todos - la coherencia en la vida, entre la fe y el testimonio; pero nosotros debemos ir hacia adelante y tener en nuestra vida esta coherencia cotidiana.


“¡Esto es un cristiano!”, no tanto por aquello que dice, sino por aquello que hace; por el modo en que se comporta. Esta coherencia que nos da vida es una gracia del Espíritu Santo que debemos pedir. La Iglesia, en el origen de su vida y de su misión en el mundo, no ha sido más que una comunidad constituida para confesar la fe en Jesucristo Hijo de Dios y Redentor del hombre, una fe que obra por medio de la caridad - ¡van juntas! También hoy la Iglesia está llamada a ser en el mundo la comunidad que, radicada en Cristo por medio del bautismo, profesa con humildad y valentía la fe en Él, dando testimonio de ella en la caridad.


Con esta finalidad esencial deben ordenarse también los elementos institucionales, las estructuras y los organismos pastorales. Para esta finalidad esencial: testimoniar la fe en la caridad. La caridad es precisamente la expresión de la fe, y la fe, es la explicación y el fundamento de la caridad.


La Fiesta de hoy, nos invita a meditar sobre la comunión de todas las Iglesias, es decir, de esta comunidad cristiana. Por analogía nos estimula a comprometernos para que la humanidad pueda superar las fronteras de la enemistad y la indiferencia, para construir puentes de comprensión y diálogo, para hacer del mundo entero una familia de pueblos reconciliados entre sí, fraternos, y solidarios.


De esta nueva humanidad la Iglesia misma es signo y anticipación, cuando vive y difunde con su testimonio el Evangelio, mensaje de esperanza y de reconciliación para todos los hombres.

Invocamos la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a convertirnos como ella, en “casa de Dios”, templo vivo de su amor.


(Traducción del italiano: Griselda Mutual, RV)


Después de la oración del Ángelus el Papa dedicó estas palabras:

Queridos hermanos y hermanas,

hace 25 años, el 9 de noviembre de 1989, caía el muro de Berlín, que por tanto tiempo ha dividido la ciudad en dos y ha sido un símbolo de la división ideológica de Europa y del mundo entero.


La caída ocurrió de repente, pero fue posible por el largo y fatigoso esfuerzo de tantas personas que han luchado, rezado y sufrido, algunos hasta el sacrificio de la vida.


Entre ellos, un rol de protagonista lo tuvo el Santo Papa Juan Pablo II. Recemos para que con la ayuda del Señor y la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se difunda siempre más una cultura del encuentro, capaz de hacer caer todos los muros que todavía dividen el mundo, y que no vuelva a suceder que personas inocentes sean perseguidas e incluso asesinados a causa de su credo y de su religión. Donde hay un muro hay cerrazón del corazón. ¡Sirven puentes no muros!


Hoy en Italia, se celebra el Día del Agradecimiento, que este año tiene por tema “Nutrir el planeta. Energía para la vida”, en relación a la ya próxima Expo Milano 2015.


Me uno a los Obispos en el deseo de un compromiso renovado, para que a nadie le falte alimento diario, Dios dona a todos. Estoy cercano al mundo de la agricultura, y animo a cultivar la tierra de manera sostenible y solidaria.


En este contexto, se lleva a cabo en Roma la Jornada Diocesana para la custodia de la creación, un evento que tiene como objetivo promover estilos de vida basados en el respeto del medio ambiente, reafirmando la alianza entre el hombre custodio de la creación.


Saludo a todos los peregrinos, venidos de diversos países, las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones, en este día tan bonito que el Señor hoy nos da.


En particular, saludo a los representantes de la comunidad venezolana en Italia, veo la bandera ahí, a los chicos de Thiene (Vicenza), que han recibido la Confirmación, las universidades de Urbino, los fieles de Pontecagnano, San Ángel en Formis, Borgonuovo y Pontecchio.


En este día tan bonito, a todos les deseo un buen domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!


(Traducción del italiano: Mónica Zorita, RV)



Mamberti sustituye a Burke en la Signatura Apostólica; Burke será el capellán de la Orden de Malta

La Oficina de Prensa de la Santa Sede informó hoy que el Papa Francisco nombró nuevo secretario para las Relaciones con los Estados a Paul Richard Gallagher, nacido en Liverpool (Gran Bretaña), quien ha sido nuncio en Australia y Guatemala, entre otros destinos diplomáticos.

Paul Richard Gallagher sucederá en el cargo a Dominique Mamberti, a quien el Santo Padre ha nombrado Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, la “Corte Suprema” del Vaticano.


Deja el cargo de Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica el Cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, de 66 años de edad, quien fue nombrado por Francisco Capellán de la Soberana Orden Militar de Malta.


El Cardenal Burke sirvió al frente del citado Tribunal desde el año 2008, cargo para el que fue nombrado por Benedicto XVI. Era el estadounidense con el rango más alto en la Curia del Vaticano hasta ahora.


En octubre de este año el mismo Cardenal fue quien confirmó públicamente que el Papa Francisco ya le había informado de su decisión.


Antes de servir en el Vaticano, este Purpurado fue Arzobispo de Saint Louis y Obispo de La Crosse en Estados Unidos.


Ahora asistirá a la Orden de Malta, una organización dedicada a ofrecer asistencia humanitaria, así como servicios sociales y médicos a los más necesitados, que fue fundada en el siglo XI y que tiene más de 13.000 miembros en todo el mundo.



El Vaticano celebra la Caída del Muro de Berlín con un sello: una abuela lo derriba con su cincel

La Oficina Filatélica del Vaticano se une a las celebraciones por el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, evento en el que tuvo que ver San Juan Pablo II con su labor contra el comunismo, con un sello conmemorativo.

Según señala una nota de esta oficina, en el sello se puede apreciar “una bellísima imagen de aquellos días, hecha por el fotógrafo Michael-Reiner Ernst, en recuerdo de todas las personas que materialmente y no, contribuyeron a la demolición del Muro, y un folleto con los nombres de las 138 personas que, según las investigaciones hechas por la Fundación Muro de Berlín, murieron en el intento de atravesarlo”.


La nota indica que “la caída del Muro de Berlín, en la noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1989 fue, para los habitantes de Berlín Este y Oeste, una sorpresa tan agradable como increíble: durante 28 años esta línea de confín, severamente controlada con medios técnicos y militares, había dividido la metrópoli y condicionado la vida de sus habitantes”.


El Muro se convirtió improvisamente transitable incluso para los habitantes del Berlín Este, resultado de la “Revolución pacífica”. Desde 1975, el muro de cemento armado, visible desde el occidente y parte del complejo sistema de fortificación de la frontera, definía la imagen de la ciudad dividida convirtiéndose en el símbolo de la Guerra Fría.


En los días sucesivos al 9 de noviembre, cuando las tropas fronterizas de la República Democrática Alemana, acompañadas por el júbilo de los berlineses, eliminaron partes del muro para crear otros pasadizos, se inició la reunificación de la ciudad.


Desde marzo de 1990, antes de que la República Democrática alemana desmontase los casi 45 mil segmentos de muro, en Berlín y en torno a Berlín, los mismos habitantes comenzaron a removerlo.


Ya en la noche de la apertura del Muro los berlineses, provistos de martillo y cincel, quitaban los primeros pequeños fragmentos. En el otoño del 1990, las últimas partes del Muro fueron puestas bajo tutela monumental.


Hoy, la división de la ciudad de un tiempo se nota difícilmente; solamente dentro del Memorial del Muro de Berlín en la Bernauer Strasse se conserva, como monumento histórico, un trozo de la línea de confín con segmentos del muro.