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lundi 22 décembre 2014

Misionero de largo recorrido pastoral

"En el día de ayer, domingo 21 de diciembre, falleció en la ciudad de Murcia el sacerdote y Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Murcia, M.I. Sr. D. Juan Uribe de Cara, a los 82 años. Los restos mortales de D. Juan Uribe de Cara están siendo velados por familiares y amigos en el Tanatorio Arco Iris, de Murcia, y la Misa Exequial, presidida por el Sr. Obispo, Mons. José Manuel Lorca Planes, se celebrará hoy lunes, 22 de diciembre, en la Santa Iglesia Catedral a las 13:00 horas.



D. Juan Uribe nació en Huércal-Overa (Almería) el día 2 de febrero de 1932. Fue bautizado en la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de dicha localidad el 9 de febrero del mismo año. En 1945, a los 13 años, ingresó en el primer curso de Latín en el Seminario Menor de San José, ya que en aquel momento Huércal-Overa pertenecía a la Diócesis de Cartagena.


Después de realizar sus estudios en el Seminario Menor de San José y los filosóficos en el Seminario San Fulgencio pasó al Seminario Hispano Americano en Madrid, donde realizó los estudios de Teología, ya que tenía proyectos de ir de misionero a América. A los 25 años fue ordenado presbítero en la iglesia de la Ciudad Universitaria de Madrid el 24 de junio de 1957 por Mons. D. Hildebrando Antoniutti, Nuncio de su Santidad.


Después de su ordenación ocupó los siguientes cargos pastorales:


- Coadjutor de la parroquia de El Salvador de Caravaca de la Cruz (1957-1959).


- En 1959 marcha de misionero a la Diócesis de Barquisemeto (Venezuela), y permanece allí hasta 1965. Durante su estancia en dicha diócesis promovió la construcción de una gran casa para ejercicios espirituales y Cursillos de Cristiandad.


- Vuelve a España en 1965, siendo destinado como director espiritual del Seminario de la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana) en Salamanca, tiempo que aprovechó para obtener la Licenciatura en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Allí permaneció hasta el año 1966.


- El año 1966 regresa a Murcia y es nombrado, durante el curso 1966-1967, Superior del Seminario Mayor de San Fulgencio.


- El año 1967 es nombrado secretario particular de Mons. Miguel Roca Cabanellas, Obispo de Cartagena, cargo en el que permanece hasta el año 1978, en que D. Miguel Roca es trasladado a la Sede de Valencia.


- En el año 1978 es nombrado cura ecónomo de la parroquia de San Juan de Ávila, de la ciudad de Murcia, siendo su primer párroco y asumiendo la tarea de la construcción del templo y todo el complejo parroquial. Permaneció en esta parroquia hasta 1992.


- En el 1992 es nombrado Ecónomo Diocesano (Administrador Diocesano) y permanece en el cargo hasta 1997.


- En 1998 es nombrado párroco de San Pedro Apóstol, de Murcia, donde permanece hasta el año 2002.


- El año 2002 es nombrado párroco de la parroquia de San Nicolás de Bari-Santa Catalina, de la ciudad de Murcia, donde permanece hasta el 2010.


Además D. Juan Uribe desempeñó múltiples cargos y responsabilidades diocesanas, como:


- Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Murcia desde el 1978 hasta su fallecimiento.


- Delegado Diocesano de Misiones y de las Obras Misionales Pontificias desde 1970 hasta 2010.


- Delegado Diocesano para la Vida Consagrada desde 1991 hasta 1999.


- Consiliario Diocesano de los Hombres y Mujeres de Acción Católica desde 1967 hasta 1980.


- Miembro del Consejo Presbiteral (1968-1976, 1989-1992 y 1999-2002) y del Colegio de Arciprestes (1989-1992 y 2001-2004)."



Jesucristo y los exorcismos

Cuando era niño, estudié en el catecismo Astete: “P. ¿Qué quiere decir Jesús? R. Salvador. P. ¿De qué nos salvó? R. De nuestro pecado y del cautiverio del demonio”. Dios se ha hecho hombre en Jesucristo y es nuestro Redentor y Salvador. Como dice el Credo Niceno-Constantinopolitano, el Credo largo, “por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo”. Es decir Dios se encarnó en Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre para liberarnos del pecado y salvarnos del poder del demonio. Él quiere que todos nos salvemos, pero como dijo San Agustín, “Él, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.

El tema de los exorcismos y del demonio vuelve a estar de actualidad. Estos días he leído este párrafo en un periódico: “Y es que ahora que se habla tanto de los ultras en el fútbol, el ultracatolicismo hace también mucho daño. Sinceramente, me parece mucho más hermoso pensar que Dios, si existe, es amor que creer que permite a los demonios meterse en el cuerpo de la gente, para amargarles la vida y robarles la salud”.


Leyendo este párrafo, me asombra la enorme ligereza con que la gente habla de cuestiones religiosas sin tener ni idea. Esta persona ni siquiera se ha molestado en leer los evangelios, porque ciertamente no los conoce, ya que quien lee los evangelios se da cuenta que en ellos Jesús no sólo perdona los pecados como en el episodio del paralítico, sino que su lucha contra los demonios con los exorcismos que Él realizó es una constante. Para Jesús la existencia del demonio y del infierno es una realidad, como vemos en el episodio del Juicio Final: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el demonio y sus ángeles” (Mt 25,41). Sobre el tema leemos en el reciente documento de la Pontificia Comisión Bíblica Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura: “En todos los sinópticos, pero especialmente en Marcos, los exorcismos cualifican la misión de Jesús. El poder del Espíritu Santo que está presente en Jesús es capaz de expulsar al espíritu maligno que intenta destruir a los humanos (p.ej. Mc 1,21-28). El encuentro de Jesús con Satanás, que tuvo lugar al comienzo de su ministerio, se prolonga así, durante su vida, en el combate victorioso contra las fuerzas malignas que causan el sufrimiento humano” (nº 27). En el evangelio de San Juan a los judíos que no creen en Él les dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en él” (8,44).


Por cierto, ¿no cumplen actualmente esas condiciones de ser hijos del diablo los que no creen en Jesús, son homicidas defendiendo el aborto o la eutanasia o ambas, y en su relativismo no aceptan la Verdad? Es una simple pregunta.


Pablo VI, en su alocución del 15 de noviembre de 1972, nos dice del demonio: “El mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica todo aquel que rehúsa reconocerla como existente”.


Está claro que las cosas tienen que ser así. Nuestra fe cristiana nos enseña que Jesús es Redentor y Salvador. Pero si el demonio no existe, si el infierno no existe, hay que preguntarse ¿de qué y de quién nos salvó? No olvidemos que Él respeta nuestra libertad y que sin arrepentimiento no hay perdón. Por ello nuestra actuación concreta frente al demonio debe ser, como dice la 1ª Carta de San Pedro: “Estad alerta y velad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda rondando y busca a quien devorar” (5,8). Ahora bien, está encadenado por la victoria de Cristo sobre él. No puede hacerme nada importante, si no me pongo a su alcance, y si alguna vez hago demasiado el bobo y me alcanza, para eso está el sacramento de la Penitencia, para curar en mí las heridas del pecado, reconciliarme con Dios, y volver a poner en marcha con nuevos bríos la vida espiritual.



«¿Y esto qué es? ¿El párroco ya lo ha visto? Parece un merengue»... Arte rarito en San Sebastián

Si la doble obsesión del artista contemporáneo radica en: 1) no ofrecer respuestas, sino plantear preguntas; y 2) no provocar indiferencia, el escultor irlandés Maximilian Pelzmann se puede dar por satisfecho. Objetivo cumplido, al menos, en lo que a su obra 'La armonía del sonido' se refiere.

Instalada recientemente en el lateral derecho de la fachada de la Basílica de Santa María del Coro de San Sebastián, la obra suscita todo tipo de reflexiones entre los transeúntes. "Me gusta", "contrasta", "un bodrio", "mezcla lo vanguardista con lo clásico", "ojalá haya polémica", "irreverente", "original" o "impactante" fueron algunas de las impresiones recogidas sobre el terreno.


Y entre todas las opiniones, una pregunta: "Y el párroco de la iglesia, ¿ya sabe lo que le han puesto aquí?". La respuesta es afirmativa. De hecho, es el propio Edorta Kortadi -sacerdote, crítico de arte y comisario de exposiciones- el impulsor de la iniciativa.


La escultura que Pelzmann (Dublín, 1974) ha bautizado como 'La armonía del sonido' -y una ciudadana como 'Oda a la osteoporosis'- luce sus formas sinuosas en un blanco inmaculado que resalta sobre la piedra de la Basílica. "Sí, llama la atención, pero me gusta ese golpe entre lo moderno y lo antiguo, con lo ñoños que somos aquí", comentaba un señor acompañado de dos mujeres, los tres donostiarras.


"Habrá que acostumbrarse, pero en principio me gusta porque me gustan las cosas raras. Igual luciría más en otro lugar que no fuera la fachada de una iglesia, pero habrá que acostumbrarse a verla para hacerse a la escultura". Una joven, también donostiarra, coincide: "Me gusta. Choca mucho, pero me gusta. Me recuerda a una esponja superdesgastada, a algo que ha sido comido por el mar".


No iba desencaminada: el propio autor reconocía el jueves la erosión causada por el mar en las rocas de Jaizkibel como fuente de inspiración. "Quizás quedaría mejor si la escultura fuera menos blanca y resplandeciera menos». «Opté por el blanco porque se trata de una iglesia donde la pureza es algo que viene dado. Además, cuando se habla de los vascos también se asimila a una raza pura", son los argumentos del artista.


"Encaja con el barroco"

No faltaron las personas que acudieron expresamente a Santa María para contemplar 'in situ' la obra del artista irlandés, tras tener noticia de su instalación. Era el caso del arquitecto donostiarra Emilio Valera, quien tras elogiar "el buen trabajo que está realizando aquí Kortadi" en el terreno de la difusión artística, se mostraba satisfecho con el resultado estético de 'La armonía del sonido', una obra que permanecerá instalada en la basílica de forma temporal, aunque por período de tiempo aún por determinar. "Pienso que encaja con el barroquismo de la Iglesia. Está bien ubicada en su hornacina, quizás la hubiera colocado un pelín más baja". Puestos a buscarle pegas, Valera sólo encuentra una: "La farola de la pared estropea la perspectiva de la obra vista desde la calle 31 de agosto".


"Un bodrio, ojalá haya polémica. No es que seamos especialmente católicos, pero me parece una provocación colocar una obra así en una iglesia. ¿Ya sabe el párroco lo que le han puesto aquí?", era la pregunta que se formulaba Ana, una mujer de Zaragoza, de visita turística en San Sebastián, mientras se disponía a inmortalizar con la cámara del móvil a Gabriel, posando junto a la obra. "Aquí, lo fascinante es: ¿tiene problemas nasales el artista?", comentaba éste con humor. "Soy pintor de profesión. En este caso, no me interesa tanto la obra como el porqué". En cuanto a las influencias que estos turistas detectaban en la obra, "Dalí, Henry Moore e incluso algo de Gaudí".


No eran pocos los que se preguntaban por los materiales utilizados: acero inoxidable, cemento Portland, todo cubierto con fibras, esponjas, sintéticas, resinas y minerales. A la pregunta de qué le parecía la escultura, una mujer se lo pensaba, apuntaba que "es original" y concluía con un "me gusta". Y añadía: "Choca un poco, pero he venido expresamente para verla y pensaba que me iba a chocar más". "Curioso, como poco porque hace que te preguntes; ¿qué es eso?", apuntaba otra mujer que pasaba frente a la obra.


"Te quedas mirándola"

"Es llamativa, te quedas mirándola porque, además, está en un sitio emblemático, como es una iglesia, aunque tampoco me parece irreverente porque yo, al menos, no observo en ella nada obsceno. Habrá que aceptar que va a estar ahí". Y otra opinión de un viandante: "Me parece muy bien que la hayan puesto ahí. Es un poco impactante, pero rellena muy bien el hueco que había".


Menos complaciente se mostraba un matrimonio donostiarra. "Está fuera de contexto, quizás luciría más en otra situación. Respetamos el arte moderno, pero siempre que esté en el lugar apropiado. Rompe con la estética de la Iglesia", señala ella. "Le sienta como a un Cristo con dos pistolas", apunta él. "Yo no diría tanto", matiza ella. Y una última opinión contundente: "Es horrible, espantoso. No le va a una fachada tan antigua".


Más benevolente se mostraba un transeúnte, que consideraba "interesante el contraste entre el arte moderno y el antiguo. Pienso que es cuestión de hacerse a la idea y de acostumbrarse a verla ahí. Aquí nos cuesta asumir estas cosas, pero ya te digo que me gusta el contraste. Si tuviera que poner un 'pero', diría que es demasiado blanca, esperemos que cuando las condiciones atmosféricas degraden un poco el color quede mejor".