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mercredi 7 janvier 2015

El Papa condena el atentado de París y pide combatir toda violencia, incluyendo la violencia moral

En un comunicado enviado en la tarde de este miércoles, el director de la Oficina de Prensa del Vaticano indicó que “el Santo Padre expresa su firme condena por el horrible atentado que ha enlutado esta mañana la ciudad de París, con un alto número de víctimas, sembrando la muerte, dejando consternada a toda la sociedad francesa, turbando profundamente a todas las personas que aman la paz, incluso mucho más allá de las fronteras de Francia”.

“El papa Francisco participa en la oración y el en sufrimiento de los heridos y de las familias de los difuntos y exhorta a todos a oponerse con todos los medios a la difusión del odio y de cualquier forma de violencia, física y moral, que destruye la vida humana, viola la dignidad de las personas”.


Añadió que la violencia “mina radicalmente el bien fundamental de la convivencia pacífica entre las personas y los pueblos”, convivencia posible “no obstante las diferencias de nacionalidad, de religión y de cultura”.


El comunicado añade: “Cualquiera sea la motivación, la violencia homicida es abominable, nunca es justificable” porque “la vida y la dignidad tienen que ser garantizados y tutelados con decisión”.


Por ello “cualquier instigación al odio tiene que ser rechazada” y “el respeto del otro tiene que ser cultivado”.


La nota de prensa enviada al anochecer concluye indicando que “El papa expresa su cercanía, solidaridad espiritual y su apoyo a todos aquellos que, según las diversas responsabilidades, siguen empeñándose con constancia por la paz, la justicia y el derecho”. Y que permitirá “sanar en profundidad los manantiales y las causas del odio, en este momento doloroso y dramático, en Francia y en el mundo, marcado por tensiones y violencia”.



Cuando los gobernantes se hacen fotos en rastrillos solidarios mientras recortan ayudas sociales

La Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales (http://ift.tt/1xEp4yd) ha lanzado una crítica sobre el "vergonzoso espectáculo de algunos responsables públicos retratándose en rastrillos benéficos o en comedores de caridad" durante las fechas navideñas.

La asociación considera especialmente graves dichas fotografías, desde la perspectiva de la reducción del presupuesto del 28% que, por parte de las Comunidades Autónomas, se ha producido en las partidas de Ayudas Económicas de Emergencia entre 2010 y 2013, de acuerdo con los datos aportados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.


"Mucho banco de alimentos, mucho rastrillo pero luego, cuando tienen que poner ayudas para la emergencia social, no lo ponen", ha acusado el presidente de la asociación, José Manuel Ramírez.


En total, 441.155 personas en 13 comunidades autónomas se benefician de estas ayudas de caracter puntual para hacer frente a gastos que no pueden asumir, como la compra de material de colegio durante el mes de septiembre, comida, vestimenta o el pago de facturas de luz o gas, según ha indicado Ramírez.


Los datos no incluyen el número de perceptores de Asturias, Cataluña, Ceuta, Madrid y La Rioja, que no aparecen en el informe.


El presupuesto del total de las Comunidades Autónomas para ayudas económicas de emergencia social fue de 117,5 millones de euros en 2013, lo que supone una reducción del 28% del presupuesto para esta partida respecto a la cantidad que destinaban tres años atrás.


De hecho, en el conjunto del territorio español, el gasto medio por habitante para este servicio es de 3 euros, según señala la asociación.


En este sentido, destaca a la Comunidad de Madrid y Murcia como las regiones con un gasto por habitante más bajo en este servicio en 2013: "solo 50 céntimos por habitante". De hecho, recuerda que el presupuesto de Madrid pasó de destinar 4,15 millones de euros a esta partida en 2012 a 2,6 millones de euros en 2013 (un 35,6 por ciento menos); y el de Murcia en 2013 fue de 798.322 euros, un 19 por ciento menos que el año anterior.


El presidente de la asociación, José Manuel Ramírez, ha lamentado, en declaraciones a Europa Press, que, además, "ninguna de las dos comunidades (Murcia y Madrid) está muy desarrolladas, en el tema del salario social". "Las dos están muy por debajo del resto, junto con Castilla-La Mancha", ha asegurado.


Por otra parte, ni Cataluña ni Asturias aportaron datos sobre este tipo de prestaciones para el informe del Ministerio, en el caso de Cataluña debido a que estas dependen de los ayuntamientos y entidades colaboradoras.


"En épocas navideñas como las que nos encontramos, hemos asistido al vergonzoso espectáculo de algunos responsables públicos retratándose en rastrillos benéficos o en comedores de caridad, sin pudor alguno, siendo los responsables de algunas Comunidades que menos presupuesto por habitante dedica a atender estas mismas necesidades que, por su falta de sensibilidad institucional, han de ser atendidas a través de esas iniciativas benéficas", ha criticado la asociación.


Los directores y gerentes de servicios sociales han advertido de que las ayudas sociales de emergencia "representan para varios cientos de miles de personas sus únicos ingresos no periódicos" y, por tanto, "imprescindibles para garantizar las necesidades más básicas de subsistencia".



Parolin: «Cambiemos la mente, los criterios del Papa al designar cardenales no van contra nadie»

El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, explicó que los criterios que ha utilizado el Papa Francisco para la designación de los 20 nuevos cardenales que creará en el Consistorio del próximo 14 de febrero “no son contrarios a nadie”.

En declaraciones a los periodistas en el Pontificio Colegio Norteamericano, a donde asistió para bendecir las nuevas instalaciones de esta institución, el Cardenal dijo que “tenemos que cambiar nuestra mente un poco, nuestras interpretaciones, y considerar que los criterios del Santo Padre (para elegir nuevos cardenales) no son contrarios a nadie”.


El Cardenal respondió así a las preguntas de los periodistas sobre la ausencia de cardenales norteamericanos en la lista anunciada por el Pontífice el domingo 4 de enero, algo que diversos medios seculares han intentado interpretar considerando criterios políticos.


El Secretario de Estado del Vaticano dijo además que la elecciones de estos 20 cardenales, 15 de los cuales serán electores en un eventual cónclave para la elección del siguiente Papa, “no debe ser considerado como un signo de menor aprecio por ninguna Iglesia”.


El Cardenal Parolin dijo además que considera que “el Santo Padre quiere darle un sentido más amplio a la universalidad de la Iglesia, privilegiando lugares en donde tradicionalmente no hay mucha atención eclesial”.


Lo dicho por el Secretario de Estado coincide con lo expresado por el vocero del Vaticano, Padre Federico Lombardi, que el mismo domingo 4 de enero emitió un comunicado en el que resaltó que “el criterio más evidente es evidentemente el de la universalidad. Catorce países diferentes están representados, incluyendo algunos que no tienen actualmente un Cardenal, y algunos nunca han tenido uno”.


Además, destacó que “la presencia de países que nunca han tenido un Cardenal es notable. Estos países tienen comunidades eclesiales que son pequeñas o que representan una minoría dentro de su país”.


El P. Lombardi añadió que “las nuevas nominaciones confirman que el Papa no está atado a las tradiciones de las ‘Sedes Cardenalicias’ –que fueron motivadas por razones históricas en diferentes países–, en las que el Cardenalato era considerado casi ‘automáticamente’ conectado a esas sedes”.


El más joven de los nuevos Cardenales es el Obispo de Tonga (Tonga), Mons. Soane Patita Paini Mafi, nacido en 1961; mientras que el más anciano es el Arzobispo Emérito de Manizales (Colombia), Mons. José de Jesús Pimiento Rodríguez, nacido en 1919.



Recuerda su bautismo a los 22 años en Japón: el brazo incorrupto de San Francisco Javier le inspiró

Hija de un importante diplomático japonés, la señora Misako, que vive en Tokio, es hoy una pensionista vivaz que habla un óptimo inglés y viaja en autobús por las transitadas calles de la gran metrópoli.

Se cita con L’Osservatore Romano para contar su testimonio en un café cercano a la catedral metropolitana de Kourakuen.


Como es domingo, la cita fue en las primeras horas de la tarde, porque en la mañana asistió a misa en la iglesia que frecuenta desde hace ya sesenta años.


Pero Misako no nació en una familia católica, sino budista. Su historia es un trayecto de conversión particular, fruto de una elección que tiene que ver con las sorpresas de Dios, como le interesa hacer notar; donde mediaron tres personajes: una religiosa, un soldado y un santo.


-Usted nació en 1935…

Exacto, aquí, en Tokio. Mi padre era diplomático. Antes de la segunda guerra mundial, Japón no tenía muchos embajadores en el mundo, pero sí en Singapur, donde crecí. Después, en 1943, volvimos a Tokio, donde estudié en una escuela dentro de un convento católico. Así pues, elegí una universidad católica, en la que influyó mucho en mí la personalidad y el carisma de una inglesa extraordinaria, la madre Elisabeth Britt.


-¿Por qué extraordinaria?

-Era una mujer llena de caridad, que para mí es la verdadera señal de esperanza. Vivíamos tiempos difíciles, inmediatamente después de la guerra, y era fácil deprimirse. En cambio, ella lograba transmitirnos una gran positividad. Era una mujer animada por una fe fuerte, con gran sentido ético. Creía ciegamente en la posibilidad de realizar una paz duradera entre los pueblos, aunque estuviéramos en plena guerra fría. Ciertamente, el conflicto había terminado, pero en Tokio todavía había destrucción y miseria. La Tokio que conocemos hoy solo se plasmó después de las Olimpíadas de 1964.



La señora Misako con su nieta


-¿Se encontraba en Tokio durante la guerra?

-Durante la guerra mi padre me llevó a Hakone, ciudad situada entre montañas, cerca del monte Fuji. Vi a los aviones que volaban sobre nosotros cuando bombardearon la capital aquel día. Después del bombardeo fuimos a visitar nuestra casa, que había sido arrasada. La cosa terrible de esos ataques aéreos era que, aunque se concentraban en zonas determinadas de la ciudad, a veces bombardeaban sectores que no formaban parte de su objetivo. Y nuestra casa fue la única del barrio que recibió de lleno el impacto de una bomba. Yo era pequeña, y eso me conmovió mucho. Todas las otras casas estaban intactas, excepto la nuestra. Enseguida tuve la sensación de ser una superviviente.


-¿De alguna forma esta experiencia fue un paso más hacia la conversión?

-Cada tanto volvía con mi madre a visitar los restos de nuestra casa destruida. Un día encontramos a un soldado americano que estaba sentado precisamente delante de los escombros de nuestra casa. Se había perdido. Nos acercamos a él y le preguntamos si quería tomar un té con nosotras. Mi madre hablaba inglés, y estaba muy contenta de intercambiar unas palabras con un soldado americano. Al final, descubrimos que era un alumno de Yale, y era católico. Llevaba en el cuello una cadenita con una cruz.


»Por aquel entonces todavía no había sido bautizada; sin embargo, el hecho de haber frecuentado una escuela católica y de reconocer en ese signo algo familiar a mí, me permitió sentirlo cercano. Esa pequeña cruz era en realidad un gran puente simbólico que unía a dos pueblos distantes, separados por el océano y por la guerra, pero unidos en la búsqueda de una verdad más profunda sobre el sentido de la existencia. En suma, era una imagen de la esperanza. Recuerdo que mi madre tuvo una óptima impresión de aquel soldado. Un muchacho sencillo y modesto. Pasaron toda la tarde conversando.


»Otra cosa que me sorprendió y me alegró al mismo tiempo fue que estudiaba. En efecto, nosotros estábamos convencidos de que solo Japón mandaba a la guerra a sus alumnos universitarios; pensábamos que éramos los únicos dispuestos a sacrificar a las jóvenes mentes del país por el bien de la causa nacional. Darme cuenta de eso me alentó mucho. Pensamos que en el fondo no éramos tan diferentes como, al contrario, creíamos serlo.


-¿Qué sucedió después de la guerra?

-Mi padre estaba en Shanghái, y no habíamos tenido ninguna noticia de él desde hacía por lo menos seis meses. Pero un día lo vimos aparecer delante de casa con una bolsa al hombro. Ya habíamos perdido la esperanza de volver a verlo, y fue una gran alegría abrazarlo. Mi padre era una persona culturalmente abierta: era budista, pero cuando vivió en Estados Unidos tuvo una experiencia directa del cristianismo. Había estudiado por un período en la Clark University, en Massachusetts. Era exchange student, y vivía con una familia protestante. Así comenzó a ir a la iglesia. Pero no tenía ningún interés por el cristianismo. La familia que lo acogía, lo llevaba a la iglesia el domingo para que aprendiera mejor la lengua; al volver a casa, como ejercicio, mi padre debía escribir una síntesis del sermón. Me dijo que ese había sido su primer contacto con la religión cristiana, pero habiendo sido una especie de deberes de colegio, no guardaba un buen recuerdo; más aún, asociaba el cristianismo a un gran rollo (se ríe). En el fondo, ¿quién diría que estaba equivocado? Vivió el Evangelio como una obligación escolar, una forma de ejercicio mnemónico y, por tanto, no pudo recibir su mensaje auténtico.


»Esto me lleva a pensar en muchos jóvenes de hoy que viven la fe con agobio, precisamente como si fuera una obligación. Creo que hoy el problema no es una reflexión sobre el número de fieles, sino sobre la falta de personas capaces de transmitir la novedad del mensaje evangélico mediante un lenguaje que se acerque a la experiencia de todos los días. Por eso siento una gran admiración por este nuevo Papa: sabe hablar de modo espontáneo y directo, y cuando se dirige a la multitud, toca su corazón, nos implica personalmente a cada uno de nosotros.


-¿Ha encontrado alguna vez a los Kakure Kirishitan, los cristianos herederos de los devotos que durante las persecuciones tuvieron que vivir escondidos?

-Sé que existen todavía algunas comunidades en Kyushu, en el sur de Japón, sobre todo en las islas más pequeñas. Al terminar las persecuciones, muchos volvieron a practicar abiertamente el culto, mientras que otros permanecieron escondidos. Pero es difícil decir si han logrado transmitir la fe a sus hijos, porque después de la guerra, a causa de la reactivación económica y el desplazamiento hacia los centros urbanos, esas islas fueron despoblándose. Las comunidades de Kakure Kirishitan provenían en su mayor parte de la clase social formada por campesinos y pescadores, desfavorecida económica y socialmente, algo así como los primeros cristianos. Pero sé que en las ceremonias usaban arroz y sake en lugar de la hostia y el vino. A lo largo de los siglos esta religión sufrió un proceso de indigenización, fusionándose con el budismo, el sintoísmo y, sobre todo, con muchas creencias populares. Quizá gracias a la modernización hayan podido abrirse a la sociedad, quizá hayan seguido por televisión la elección del nuevo Papa.


»El último cónclave estuvo en todos los canales, y muchos programas de entrevistas se ocuparon de él. Hicieron largas transmisiones en directo con estudiosos que explicaban en qué consistía un cónclave. Para muchos japoneses era un tema desconocido. No obstante, fue un acontecimiento que tuvo gran repercusión en la opinión pública. A propósito de Kakure Kirishitan, en 2014 se han cumplido cuatrocientos años de la expulsión de los misioneros de Japón y de la prohibición de profesar la fe cristiana. Rezamos para que en esa ocasión el Pontífice visite nuestra tierra, tan rica en historia y mártires. Aunque sabemos que será muy difícil, considerando los numerosos compromisos del Santo Padre.


-Háblenos del tercer encuentro que la llevó a abrazar la fe católica

-Cuando todavía estaba en el tercer año de la escuela secundaria, una religiosa nos dijo que veríamos con nuestros propios ojos la reliquia del santo más importante de Japón. Había conocido a Francisco Javier en los libros de escuela. Era el año 1949, habían pasado cuatrocientos años de aquel lejano 1549, cuando el gran jesuita llegó por primera vez a Japón. Por tanto, no esperaba ver una reliquia tan bien conservada. Había leído algunas historias sobre el cuerpo de san Francisco Javier que decían que unos años después de su muerte, cuando el cuerpo fue sometido a una visita para verificar su estado de descomposición, le pincharon el abdomen y salió sangre, como si estuviera vivo. Pero pensaba que eran meras historias.


»Cuando el brazo de san Francisco Javier llegó a la iglesia de Kojimachi, fuimos a verlo. Recuerdo que era el brazo derecho, el mismo brazo que utilizó para bautizar a miles de personas. Tuve una impresión muy fuerte. Pensé en todos los cristianos que conocía: todos eran herederos de la gesta realizada con ese brazo. Los dedos estaban tan bien conservados, que parecían los de un anciano, no los de una momia de cuatro siglos.


-¿Y a qué edad se bautizó usted?

-A los 22 años, frecuentaba el último año de universidad. También mi madre se bautizó siguiendo mi ejemplo, cuando tenía 70 años. Incluso mi padre, a pesar de todo, al final decidió bautizarse, pero solo en la hora de su muerte. Era el año 1994: decía que tenía miedo de no encontrar a nadie en el más allá, porque toda su familia se había convertido al catolicismo (ríe).Al final de la segunda guerra mundial, debido a la decadencia del culto del emperador, en Japón se ha producido un enorme vacío espiritual. Y así, también gracias a la llegada de numerosos misioneros, el cristianismo ha conocido uno de los períodos más fecundos desde que desembarcó, cuatrocientos años antes, en estas tierras.