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lundi 15 décembre 2014

La edad del pavo

Hay un momento especialmente difícil en la vida de los adolescentes: es lo que generalmente se llama la edad del pavo, aunque nunca se me olvidará la frase que me contó una madre que le había dicho su hija de doce años sobre su hermana de catorce: “Mamá, mi hermana no está en la edad del pavo; mi hermana tiene la gripe aviar”. En el intento de afirmar la personalidad, es frecuente que se intente hacerlo contra los adultos en general y contra los padres en particular, irritándose en casa fácilmente. Hay en ellos desproporción física, coexistencia de adornos y suciedad, trabajo infatigable y negra pereza, optimismo desbordante y depresiones profundas, idealismo que les hace buscar lo verdadero, auténtico y absoluto, por lo que es la época en que surgen buena parte de las vocaciones consagradas, pero también se dejan llevar por sus instintos, sentido de inferioridad y timidez, a la vez que en la pandilla desfachatez y falta de respeto. En pocas palabras, el problema de fondo es que su personalidad todavía no está integrada.

Chicos y chicas actuales tienen actualmente mucha más libertad para decir lo que quieren, reclamar sus derechos reales o presuntos y hacer lo que les apetece. Es indudable que el respeto y sobre todo el miedo reverencial hacia los padres han disminuido notablemente, pero los adolescentes siguen siendo los adolescentes y sus problemas no son tan diferentes de los de la época de sus padres, abuelos e incluso de la Antigüedad. Recuerdo que en cierta ocasión leí una descripción que me pareció muy acertada sobre los jóvenes actuales. El único problema es que estaba escrito en la época de César Augusto. Recuerdo que una madre me decía: “Mis hijos son los adolescentes y jóvenes actuales, y yo no estoy nada descontenta de mis hijos”. Personalmente a mis alumnos les ha tocado vivir la edad del pavo siendo mis alumnos, y, en el caso de una gran mayoría, especialmente si se les quiere, se puede hacer un buen trabajo con ellos, porque no son chicos especialmente difíciles, aunque también me parece cierto, que para lograr ayudaros, el adulto tiene que dejarse su orgullito en un armario, si bien por supuesto no hay que tolerarlos todo, y de vez en cuando conviene decirles hasta aquí hemos llegado. Pero normalmente eso lo entienden.


Es cierto que necesitan normas. Los padres han de intentar manifestarse ante ellos siempre de acuerdo. En las normas de casa, hay algunas que son innegociables, y otras que admiten negociación y concesiones. Aunque siempre es preferible que las normas se expongan de forma más razonada que impositiva, tienen que darse cuenta que su conducta y su trabajo escolar hacen que los padres puedan tener mayor o menor confianza en ellos y ser más o menos abiertos. La confianza no puede imponerse, es algo que se gana y merece y esto vale no sólo para los padres en relación con los hijos, sino también para los hijos en relación con los padres.


Recuerdo que un padre de familia numerosa me decía de dos de sus hijos: “Tengo que estar todo el día encima de uno para que abra los libros y estudie. El cambio del otro casi me despreocupo, pues es muy responsable”. Pienso que fuera de casa son más responsables. Durante unos veinte años he viajado con un centenar de chicos y chicas de Instituto quince días por Europa y, aunque les dejábamos salir por la noche, eso sí en grupo, nunca se nos perdió nadie, ni tuvimos un disgusto gordo, aunque supongo que el ángel de la guarda de los viajes tenía trabajo a destajo.


Los padres pueden ayudar eficazmente. Ante todo tienen que hacer posible que puedan recurrir a ellos porque allí tienen apoyo y evitar así que la pandilla sea su único refugio y criterio a la hora de abordar los problemas. Tiene por el contrario muchas ventajas que los padres procuren crear un clima agradable y un ambiente familiar alegre, acogedor y hospitalario que les estimule a venir a casa con los amigos a divertirse o a estudiar. Si los padres lo consiguen, eso indica que han conseguido ganarse su confianza, lo que ayuda a su maduración, especialmente la del hijo de la casa, pues es quien debe encargarse que sus amigos se porten bien, cuiden lo que usan y lo dejen todo relativamente ordenado, pues también deben quedar claros los límites. En todo caso sirve para que los padres sepan y conozcan con quien salen sus hijos. Es conveniente que los padres dialoguen con los padres de los amigos y usen del tam tam del teléfono, a fin de ponerse de acuerdo en las horas de llegada a casa, permisos especiales y dinero que manejan.



Enterrado hoy


La noticia la ofrece la oficina de información de los obispos del sur de España. Dice así:


"Ha fallecido el sacerdote Miguel Díaz Alcalá. Tenía 84 años, era natural de Guadix y llevaba ya algunos años jubilado. Su muerte ha tenido lugar en la tarde del domingo 14 de diciembre, en la Residencia de Ancianos "Santa Teresa Jornet", de Guadix, donde estaba siendo atendido. El entierro será el lunes 15 de diciembre, a las 16,30 horas, en la parroquia de San Miguel, de Guadix.


Miguel Díaz ha sido un sacerdote que ha dedicado toda su vida al ministerio sacerdotal, hasta que la edad y las enfermedades le imposibilitaron su actividad pastoral. Solo entonces accedió a la jubilación. Durante sus 60 años de sacerdote ha pasado por varias parroquias: Venta Quemada, Vertientes y Matián, donde comenzó; Diezma, Benamaurel; Darro, Belerda, Villanueva, Alicún y Dehesas, de las que fue cura encargado; y Alamedilla. Pero donde más tiempo ha estado ha sido en Pedro Martínez, donde ha sido el párroco durante 32 años, hasta que se jubiló.


También ha sido arcipreste de Los Montes, durante 17 años, en dos periodos distintos.


Del sacerdote Díaz Alcalá cabe destacar su dedicación pastoral, su cercanía a la gente, su celo apostólico y su constancia. Se dejaba querer, como manifiestan muchos de los feligreses que ha tenido y que guardan un grato recuerdo de él.


Las exequias tendrán lugar en la parroquia de San Miguel, de Guadix, donde fue bautizado y donde recibió la confirmación. Serán a las 16,30 horas."



Cuando el ayuno eucarístico era largo y no permitía ni el agua: «Pío XII nos quitó esa cruz»

El Papa centró su homilía matinal de Santa Marta en el Evangelio del lunes 15 de diciembre en que los jefes de los sacerdotes preguntan a Jesús con qué autoridad realizaba sus obras. Y explicó que se trata de una pregunta que pone de manifiesto el “corazón hipócrita” de aquella gente, puesto que a ellos “no les interesaba la verdad”, sino que sólo buscaban sus intereses, moviéndose “según el viento”.

‘Conviene ir por acá, conviene ir por allá…’ eran banderolas, ¡eh!, ¡todos! Todos sin consistencia, dijo Francisco. Con un corazón sin consistencia. Y así negociaban todo: negociaban la libertad interior, negociaban la fe, negociaban la patria, todo, menos las apariencias. A ellos les importaba salir bien de las situaciones”. Eran oportunistas: “se aprovechaban de las situaciones”.


Y sin embargo – prosiguió el Papa – “alguno de ustedes podrá decirme: ‘Pero Padre, esta gente era observante de la ley: el sábado no caminaban más de cien metros – o no sé cuánto se podía hacer – jamás, jamás iban a la mesa sin lavarse las manos; era gente muy observante, muy segura en sus hábitos’. Sí, es verdad, pero en las apariencias. Eran fuertes, pero en la parte exterior. Eran rígidos. El corazón era muy débil, no sabían en qué creían. Y por esto su vida era, la parte de afuera, toda regulada, pero el corazón iba de una parte a la otra: un corazón débil y una piel rígida, fuerte, dura".


Al contrario – dijo también Francisco – Jesús nos enseña que el cristiano debe tener el corazón fuerte, el corazón firme, el corazón que crece sobre la roca, que es Cristo, y después, debe ir por el mudo con prudencia: “En este caso hago esto, pero…” Es el modo de ir, pero no se negocia el corazón, no se negocia la roca. La roca es Cristo, ¡no se negocia!”.


“Éste es el drama de la hipocresía de esta gente. Y Jesús no negociaba jamás su corazón de Hijo del Padre, sino que estaba tan abierto a la gente, buscando caminos para ayudar. ‘Pero esto no se puede hacer; nuestra disciplina, ¡nuestra doctrina dice que no se puede hacer!’ les decían ellos. ‘¿Por qué tus discípulos comen el trigo en el campo cuando caminan, el día sábado? ¡No se puede hacer!’. Eran tan rígidos en su disciplina: ‘No, la disciplina no se toca, es sagrada’”.


El Papa Francisco recordó cuando “Pío XII nos liberó de aquella cruz tan pesada que era el ayuno eucarístico”.


“Tal vez alguno de ustedes lo recuerdan. Ni siquiera se podía tomar una gota de agua. ¡Ni siquiera! Y para lavarse los dientes, se tenía que hacer sin tragar agua. Yo mismo de muchacho fui a confesarme de haber hecho la comunión, porque creía que una gota de agua había ido dentro. Es verdad ¿o no? Es verdad. Cuando Pío XII cambió la disciplina – ‘¡Ah, herejía! ¡No! ¡Ha tocado la disciplina de la Iglesia!’ – tantos fariseos se escandalizaron. Tantos. Porque Pío XII había hecho como Jesús: ha visto la necesidad de la gente. ‘Pero pobre gente, ¡con tanto calor!’. Estos sacerdotes que celebraban tres Misas, la última a la una, después de mediodía, en ayunas. La disciplina de la Iglesia. Y estos fariseos eran así – ‘nuestra disciplina’ – rígidos en la piel, pero como Jesús les dijo, ‘putrefactos en el corazón’, débiles, débiles hasta la putrefacción. Tenebrosos en el corazón”.


“Éste es el drama de esta gente”, dijo el Papa, y recordó que Jesús denuncia la hipocresía y el oportunismo:

“También nuestra vida puede llegar a ser así, también nuestra vida. Y algunas veces, les confieso una cosa, cuando yo he visto a un cristiano, a una cristiana así, con el corazón débil, no firme, firme sobre la roca – Jesús – y con tanta rigidez afuera, he pedido al Señor: ‘Pero Señor, tírales una cáscara de banana delante, para que se haga una linda resbalada, se avergüence de ser pecador y así te encuentre, a ti que eres el Salvador. ¡Eh!, muchas veces un pecado nos hace avergonzar tanto y encontrar al Señor, que nos perdona, como estos enfermos que estaban ahí y que iban a ver al Señor para que los curara”.


“Pero la gente sencilla” – observó el Papa – “no se equivocaba”, no obstante las palabras de estos doctores de la ley, “porque la gente sabía, tenía ese olfato de la fe”.


Y concluyó su homilía con esta oración: “Pido al Señor la gracia de que nuestro corazón sea sencillo, luminoso con la verdad que Él nos da, y así podremos ser amables, perdonador, ser comprensivos con los demás, de corazón amplio con la gente, misericordiosos. Jamás condenar, jamás condenar. Si tú tienes ganas de condenar, condénate a ti mismo, que algún motivo tendrás, ¡eh!”.


“Pidamos al Señor esta gracia: que nos de esta luz interior, que nos convenza de que la roca es sólo Él y no tantas historias que nosotros hacemos como cosas importantes; y que Él nos diga – ¡Él nos indique! – el camino, que Él nos acompañe por el camino, que Él nos ensanche el corazón, para que puedan entrar los problemas de tanta gente y Él nos dé una gracia que esta gente no tenía: la gracia de sentirnos pecadores”.


(María Fernanda Bernasconi - RV).



«Hay familias que les da vergüenza venir al local de Cáritas; tratamos de ayudarlas con discreción»

Cuando se acercan las fechas navideñas proliferan las campañas de sensibilización para compartir y hacer que la Navidad sea una época entrañable para todos, fundamentalmente para los que sufren los efectos de la crisis.

El sacerdote Roberto Castaño es el coordinador de Cáritas Diocesana en la comarca de Toro (Zamora, España) en la que durante todo el año llevan a cabo distintas campañas para hacer más fácil la vida de quienes cuentan con pocos recursos para el día a día.


-¿Cuál es la principal labor de Cáritas en estas fechas?

-De cara a la Navidad, desde Cáritas intentamos intensificar la campaña de concienciación que realizamos a lo largo de todo el año. Queremos hacer mayor hincapié en lo que significa compartir con los demás, algo que normalmente vemos más en estos días en los que todos queremos estar en casa. La Navidad se suele vivir de forma más entrañable en un tiempo en que no queremos que a nadie le falte nada y aportamos lo que sea necesario. Nosotros pedimos que se comparta a través de la aportación de alimentos, ya que durante todo el mes de diciembre estamos realizando la tradicional operación kilo en la que recogemos productos no perecederos en todas las parroquias. También colabora con nosotros el colegio del Amor de Dios, que recaudan alimentos de los niños y familiares, y nosotros los llevamos a Cáritas y los distribuimos entre las familias necesitadas. No solo actuamos en el municipio de Toro sino en todas las localidades que forman parte del arciprestazgo hasta Fuentesaúco.


-También se intensifican en estas fechas los actos benéficos.

-Intentamos fomentar la colaboración con otras entidades sean o no religiosas que suelen organizar festivales u otros actos cuya recaudación se destina a Cáritas. En esta campaña hay dos actos, el de hoy en el teatro Latorre en el que participará el grupo Aires Rocieros de Zamora, que estrenará un espectáculo de flamenco. La entrada tiene un precio simbólico de tres euros y lo que se recaude se destinará a la compra de alimentos perecederos que no se pueden recoger en la operación kilo pero que también son necesarios, como leche, huevos, aceite o leche infantil. Además, el día 3 de enero, la cofradía de Jesús Nazareno y las Ánimas de la Campanilla organizan un concierto benéfico en el que actuará la Banda de Música Municipal de Tordesillas en el que se recogerán más alimentos y donativos para Cáritas interparroquial.


-¿Es realista la percepción que tiene la gente de a pie de cómo es la organización?

-Hay que realizar una labor importante para concienciar a la gente de que Cáritas no reparte solamente ropa y alimentos sino que también interviene en situaciones conflictivas donde lo que verdaderamente se necesita es dinero. Cáritas no vive solo del kilo de arroz o del litro de leche, que lo necesitamos y está muy bien que se done, pero sobre todo necesitamos aportaciones económicas y personales a través del voluntariado. Por eso, en estas fechas hacemos una colecta extraordinaria en la primera semana de enero para intentar ayudar a los más necesitados y continuamos la campaña de captación de voluntarios que puedan ayudar a la entidad a desarrollar su labor con los demás.


-¿Cómo es la situación social en Toro?

-Es muy compleja ya que es muy diferente lo que ocurre en la ciudad de Toro [9.600 habitantes, nota de ReL] de lo que pasa en los pueblos del resto del arciprestazgo. En este momento, el número de usuarios que han recurrido a Cáritas calculamos que ha crecido un 10% con respecto a otras ocasiones. Cada vez son más las personas y, sobre todo, las familias que se ven en situación de dificultad, aunque es cierto que hay un porcentaje muy importante de familias que sabemos que lo están pasando mal pero que por vergüenza y otros reparos no vienen a comunicarlo a la entidad. En esos casos, intentamos ponernos en contacto con ellos y, sin hacerles pasar el mal trago de venir a Cáritas y que alguien los vea. Tratamos de ayudarlos de forma más solapada para que intenten descubrir en definitiva la solidaridad de la comunidad cristiana que también se preocupa por ellos sin obligarlos a exponerse.


-¿Hay mejoras que indiquen que ha pasado ya lo peor de la crisis?

-Dicen que los datos macroeconómicos están empezando a mejorar y yo no lo pongo en duda porque tampoco soy un experto en la materia. Bien es cierto que desde que lo macroeconómico llega a notarse en lo microeconómico pasa un periodo de tiempo en el que la gente no nota la mejoría. A lo mejor estamos ahora en ese "impasse" en el que los datos van mejorando, pero al menos tardaremos un par de años en notarlo en los hogares. Al problema de la crisis, la precariedad en el empleo y el gran problema de paro de esta zona se suma la gran presencia de colectivos de inmigrantes que tienen problemas para obtener un puesto de trabajo que les permita regularizar su situación. Nosotros intentamos ofrecer nuestra ayuda en la medida de lo que podemos.


-¿Los toresanos se implican en el voluntariado y las donaciones?

-En Cáritas interparroquial contamos con un equipo permanente de doce voluntarios que diariamente dedican toda la mañana e incluso parte de la tarde a ayudar a las personas en el ropero, en el reparto de alimentos y en otras tareas que necesitamos en la sede. Además, hay otros ocho o diez voluntarios itinerantes que colaboran con nosotros en campañas concretas. La gente de Toro es generosa y siempre está dispuesta a arrimar el hombro allí donde se les necesita. Cáritas tiene peso y nombre dentro de la sociedad toresana y la propia realidad, por lo que en el momento en el que la entidad comunica una petición de ayuda o de voluntarios, se movilizan y se ofrecen.


-¿Están satisfechos con la respuesta de la gente o podría ser mejor?

-Hay que ser agradecidos con todo lo que recibimos, que no es poco. Estamos satisfechos, sí, pero siempre se puede ayudar un poco más. Tenemos muy claro lo que hacemos, aunque muchos piensen que nuestra única tarea es pedir. Nosotros tratamos de concienciar y la respuesta a eso siempre es la aportación económica, personal o de cualquier tipo. Nunca es suficiente, porque cada vez aparecen nuevos campos y nuevas dificultades en todos los ámbitos. Si ahora ofrecemos ayuda a una cantidad importante de gente, hay muchos más que la necesitarían.


-¿Es difícil luchar contra la pobreza que tenemos al lado y que, muchas veces, no vemos?

-Aquí hay gente que lo está pasando mal y es complicado verlo. Tenemos que darnos cuenta de que, para ayudar a los pobres como lo hacen los misioneros, no es necesario que nos vayamos a África o a Latinoamérica, hay que empezar ayudando a los necesitados que tenemos al lado. El que tiene sensibilidad hacia el pobre no la tiene solo hacia afuera sino que se da cuenta de que el prójimo es el más próximo, las personas con las que compartimos la vida.