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jeudi 5 février 2015

Cristina López Schlichting: «Cuando tú descubres la grandeza humana de la Iglesia, te enamoras»

Cristina López Schlichting es uno de los rostros y voces de referencia en los medios de comunicación españoles. Actualmente dirige en la cadena COPE el programa Fin de semana , participa como analista político en El cascabel de 13tv y es columnista en el diario La Razón.

Aunque en su infancia no recibió mucha formación religiosa, sentía una gran inquiedud interior y se planteaba muchas preguntas sobre el sentido de la existencia. Fue así como, desde muy pequeña, inició un recorrido intelectual de búsqueda del bien, de la verdad y de la belleza, hasta alcanzar la convicción de la existencia de Dios e iniciar un camino de acercamiento a Él.


Cristina explicó esa evolución suya vital e intelectual a Cristina Casado en el programa Cambio de agujas de H.M. Televisión (verlo abajo en su integridad), evocando el matrimonio formado por Martín y María Gross, a quienes conoció durante sus estudios universitarios en Colonia. La invitaron a preguntarse “¿Y si Dios existe?", y fue así como descubrió que había alguien que la conocía mejor que ella misma y que tenía un plan para su vida, en la que jugaron un papel destacado personajes como Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, y la Madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, cuyo entierro cubrió para ABC.


He aquí algunas citas extraídas del testimonio de Cristina López Schlichting:


-"Yo nací en una familia que no practicaba, hija de una madre que había sido luterana y de un padre bueno, educado en el catolicismo tradicional en España, aunque, realmente, nosotros no reservábamos espacio al cristianismo en nuestra educación. Pero fue muy raro, porque éramos cuatro hermanas con una inquietud religiosa fuera de lo normal".


-"Fue en BUP (el Bachillerato de entonces) cuando un profesor, José María Sánchez Garzón -se ha hecho sacerdote a la vejez-, que era profesor de filosofía y de religión, había vivido él apasionadamente este recorrido y empezó a hacerme entrever que la fe y la razón no eran contrarias. (...) Yo empecé a entrever que era hija de una tradición cristiana, la tradición del humanismo cristiano europeo, de la que empecé a sentirme muy orgullosa. Ahí empezaron mis preguntas racionales, que son las preguntas que me han llevado a la fe, porque yo digo siempre que el culmen de la razón es la fe".


-"Mi conversión fue un recorrido intelectual, primero con este sacerdote y después, al encontrar el movimiento Comunión y Liberación, con nuestro fundador, Luigi Giussani, que era un hombre que había ido justo a esta pregunta. (...) Evidentemente, también hay un punto afectivo, porque cuando tú descubres la grandeza humana de la Iglesia te enamoras. Yo, que he tenido la posibilidad profesional de conocer la obra de la Beata Teresa de Calcuta y tocar su cadáver, que he conocido la obra y la persona de Juan Pablo II, realmente he tenido suerte de conocer grandes santos".


-"Recuerdo perfectamente ese momento y las horas de después en mi habitación, en el albergue de estudiantes, donde realmente pensé: ´¿Y si Dios existe? ¿Y si verdaderamente Él es capaz de llevarme por un camino que, por una vez, no voy a dirigir yo?´ (...) Y, realmente, decidí dar crédito a esta posibilidad que me parecía inverosímil."


-"Te mueves en un mundo de esquemas, y el Señor te sorprende siempre. Siempre rompe tu esquemas y siempre vuelve a poner delante de ti a una persona que te asombra, que te descoloca y que te vuelve a dar razón de que hay un ser, Jesucristo, que está vivo y que te abraza. Y esa conversión se produce una y otra vez, de tal manera que yo la he vivido muchas veces a lo largo de mi vida. La he vivido cuando conocí a las hermanas de la Madre Teresa en Calcuta, cuando fui con ABC a cubrir sus funerales. La he vivido en Albania con la Madre Catalina, que me enseñó cómo se puede arriesgar la vida para cuidar a unas novicias en un territorio de guerra, y a la que seguí para lograr entrar en la ciudad de Balona vestida de monja con ella."


-"Después he tenido a todos mis hijos, que han sido planes de Dios muy extraños a mi vida, porque yo tuve tres hijos en tres años. Fue cuando era, además, reportera, en los años más duros y más hermosos de mi carrera. Cuando era reportera en Oriente Medio, cuando era reportera en Irán, cuando lo era en Kosovo, en Albania..., en esos años tuve a mis bebés, que era realmente una locura desde el punto de vista del mundo."


-"Todas las veces me estrello, todas la veces el Señor me pone un testigo bueno, y todas las veces me vuelvo a convertir. Es continuamente la historia del hijo pródigo".


-"Para mí fue tan apabullante, tan espectacular, la belleza de la fe, la verdad, el bien que nace de esta experiencia del cristianismo, que ha sido siempre mucho más potente esto que las posibles críticas. Indudablemente, el mundo se alucina, pero con cosas muy sencillas. Cuando yo tuve tres hijos, en ABC, en el corcho de la redacción, pusieron ´Cristina, la coneja´, porque no podían entender semejante irracionalidad."


-"Yo reconozco que la Virgen es el camino hacia Dios para mí y es el lugar al que acudo siempre que estoy sola, que estoy herida, que estoy asustada, que he pecado. Todas las veces me arrojo en sus brazos y le digo: ´Mamá, mira lo que ha pasado´. Y todas las veces, Ella hace trucos, se salta las reglas, porque Ella es la Madre".



"El celibato es antinatural"

El otro día hablaba con una amiga que es psicoterapeuta, y me decía, debido a sus experiencias, que es muy importante el cuidado emocional de los sacerdotes, puesto que, me decía ella, el celibato es "antinatural". Yo le corregí diciéndole que el celibato no es antinatural, sino sobrenatural. Presupone un don de Dios que la Iglesia pide a los que se sienten llamados al sacerdocio; sólo aquellos que han recibido el carisma del celibato pueden ser lllamados al sacerdocio. Este es un punto que levanta no pocas ampollas todavía. La crisis sacerdotal que llevó a no pocas secularizaciones tras el Concilio sigue aún batiendo contra la Iglesia. Y no digo crisis vocacional, sino crisis sacerdotal. Y prueba de ello son los dolorosamente numerosos escándalos que han acusado y siguen azotando a Nuestra Madre, la Iglesia. Algunos aseguran que la crisis sacerdotal se solucionaría con la abolición del celibato. Pero decir eso es desconocer el origen del problema.

En cierto sentido, mi amiga tenía razón. El celibato es un modo muy concreto de vivir la afectividad que requiere una honda preparación, ya que, si no se vive humanamente como un don sobrenatural, corre el riesgo de convertirse en algo antinatural, que puede hacer que quien no lo vive bien se convierta en un alguien raro; o peor aún, que viva una doble vida con una apariencia de celibato, y otra vida en la que puede cometer terribles abominaciones. Ciertamente, el problema de los abusos implica una patología psíquica, no es cuestión de desliz. Tampoco podemos obviar que la gran mayoría de los abusos que se han perpetrado en nuestros dias son abusos homosexuales, por lo que interesaría ver la relación entre pederastia y homosexualidad. Pero en este artículo no quiero centrarme en esos temas que dejo apuntados, sino en la cuestión de la afectividad célibe.


Porque el célibe no es una persona que tiene castrada la afectividad; no es un ser asexuado; no tiene por qué ser alguien con una doble vida, ni tampoco alguien extraño que no sabe amar; no es un hombre que no sabe tratar a las mujeres ni un frustrado que no encontró a nadie que le quisiera; no tendría que ser alguien cuyos gestos de cariño resultaran forzados, ni tampoco alguien cuyas manifestaciones afectivas resultaran demasiado excesivas y llamativas.


El célibe, como cualquier ser humano, está llamado a ser una persona normal. En la facultad de teología nos decían que la gracia presupone la naturaleza; eso quiere decir que si un célibe quiere llegar a ser alguien sobrenatural, primero debe ser alguien natural. La afectividad célibe es muy peculiar. Supone una renuncia a la manifestación natural del amor, que se da dentro del matrimonio, y en consecuencia, una renuncia a la expresión genital del amor. Mis palabras están cuidadosamente escogidas. No he dicho "una renuncia a la expresión sexual del amor", sino "una renuncia a la expresión genital del amor". Porque el sacerdote es un varón, sexuado, que siempre amará como hombre que es, y cuyos gestos y manifestaciones serán siempre los de un hombre. Pero que ha renunciado a manifestar ese amor de una forma genital, renunciando así a una paternidad biológica.


Es importante no obviar esta parte del celibato. Como renuncia, significa sacrificio, dificultad, esfuerzo; significa dudas, crisis y sentimiento de pérdida; significa, en ocasiones, dolor. Como por otra parte también el casado renuncia a una vida en solitario y al resto de mujeres, renuncia que también significa sacrificio, dificultad, esfuerzo; significa dudas, crisis y sentimiento de pérdida; significa, en ocasiones, dolor. No quiero ni quitarle hierro a la dificultad del celibato, ni tampoco añadírsela como su fuera una vida horrible e imposible de vivir. En quien ha recibido el don del celibato, su vivencia no supone más dificultades que la del casado; es más, según San Pablo, supone menos dificultades.


Pero la renuncia no es represión. La represión supone rechazar algo a cambio de nada; la renuncia es dejar algo a cambio de algo mejor. El célibe renuncia a vivir una vida marital y una paternidad biológica para poder vivir una vida de entrega a la Iglesia y a los hombres, y una paternidad espiritual; y no lo hace por misoginia o incapacidad afectiva, sino porque ha descubierto que esa es su vocación: lo hace por amor.


El celibato da al hombre un corazón grande, como el de Cristo, en el que entran todos los hombres sin preferencias; un corazón capaz de entregarse todos los días y a todas horas; un corazón capaz de amar a las mujeres como mujeres, con una mirada pura y desinteresada como la de Jesús. El celibato da al hombre la libertad para entregarse sin restricciones ni divisiones, sin limites de tiempo o condicionamientos afectivos, sin estar atado a nada ni a nadie. El celibato da al hombre la capacidad de despojamiento necesaria para vivir la pobreza, y recordarse y recordar a los demás que estamos de paso, que esto no es el cielo, que lo mejor está aún por llegar. Pero sobre todo, el celibato es un desposorio místico con Jesucristo, en el que Él es quien colma el corazón del consagrado, dándole la gracia de adelantar el cielo y poder vivir la pertenencia a Cristo ya en esta tierra. El celibato es uno de los mayores regalos que Dios puede hacer a un hombre y a la Iglesia.


Pero todas estas realidades sobrenaturales han de ser vividas de un modo natural, normal, porque Dios no hace del célibe un ángel. Para poder vivir bien el celibato es necesario sanar las heridas afectivas que todos los seres humanos nos hemos hecho en el camino de la vida. Las heridas causadas por nuestro padre, por nuestra madre y nuestros hermanos; las heridas a la autoestima causadas por nuestro físico, por las comparaciones, por las burlas de los compañeros; las frustraciones causadas por desengaños amorosos o por manipulaciones afectivas; la heridas de rencor o rechazo contra otros o contra nosotros mismos; etc. Si no sanamos esas heridas, indefectiblemente alterarán nuestra capacidad de amar y nos llevarán a nuevas heridas que pueden acabar haciendo insana nuestra afectividad.


¿Y cómo se sanan esas heridas? Muchas veces a través de una buena terapia; otras veces puede bastar con la ayuda de un buen director espiritual, que trabaje también los aspectos humanos de la personalidad; y en todo caso con oración, amistad y sinceridad. Si bien es cierto que elegir el celibato supone elegir una forma de soledad, no es menos cierto que eso no significa que el célibe deba ser un hombre solitario. Jesús no era un hombre solitario, a pesar de buscar abundantes momentos de soledad. Esa soledad era para el descanso y la oración; pero no se debía a una fobia social o a una incapacidad relacional.


El célibe debe saber relacionarse con normalidad; ni huir de la soledad llenando su agenda de actividades y citas; ni buscar cualquier ocasión para escabullirse huraño por el primer hueco que encuentre. Porque en un corazón sano habita el amor, que sabe disfrutar del encuentro, tratar con naturalidad a los hombres y las mujeres, y expresar sus emociones de un modo sincero y natural. Un célibe puede manifestar cariño. Un célibe puede sentir tristeza y miedo, y puede expresarlo. Un célibe puede tener un momento de dificultad y pedir ayuda. Un célibe no es perfecto; no es Dios. Como ser humano, necesita a los demás, su cariño, su comprensión. Una excesiva dureza, y también una excesiva sensibilidad, pueden ser signos de heridas sin sanar que condicionan la afectividad del célibe.


En ocasiones los célibes nos convertimos en solterones. Por eso una vida comunitaria, aunque sea mínima, es muy importante, y puede garantizar que el célibe siga siendo una persona normal, conectada con sus emociones, sin represiones ni permisivismos. A veces los célibes tenemos miedo a la espontaneidad porque nos parece peligrosa, como una especie de fuente de pecado o algo así. Pero si en el corazón reina Cristo, y uno es consciente de sus debilidades e inclinaciones, esa espontaneidad no tiene por que ser peligrosa; es mas, puede ser fuente de vida y libertad, y un poderoso medio de evangelización.


¿No se hace uno célibe por amor? Atrevámonos q amar, sin limites, sin condiciones, con un corazón esponjado y libre. Y en la lucha por amar bien, en la cual siempre es difícil acertar con la distancia adecuada, trabajemos por sanar todo aquello que nos dificulta amar como Cristo. Él dijo que nos daría pastores "según su Corazón". Que aprendamos del Corazón de Cristo, tan humano como divino, a amar con naturalidad y sobrenaturalidad.



Plaza dedicada en Écija

Tomado de Odisur.


"En el último pleno, con fecha 29 de enero de 2015, la corporación municipal aprobó la concesión de rotular una barrera o plazuela con el nombre de Esteban Santos, que fue párroco de Santa María Ntra. Sra. y Santa Bárbara de Écija desde el año 1958 hasta el año 2010.



La iniciativa partió de la Hermandad de la Sagrada Mortaja e impulsada por el Consejo de Hermandades de Écija. En esta ciudad desarrolló casi toda su vida sacerdotal, donde además fue arcipreste, director del Colegio Parroquial de Santa María, capellán de las Carmelitas Descalzas, confesor y director espiritual de religiosas, fundador de las Hermandades de Ntro. Padre Jesús Sin Soga, Nuestra Señora del Rocío y la Sagrada Mortaja, e impulsó la Hermandad del Cautivo (fundada pocos antes de su llegada a Écija).


En el año 2011 el Santo Padre lo nombró prelado de Su Santidad con el título de monseñor Esteban fue llamado a la casa del Padre el pasado 18 de abril de 2014 dejando un testimonio de entrega sacerdotal que llevó a muchos jóvenes a ingresar en el Seminario.


El ayuntamiento de Écija lo nombró hijo adoptivo de la ciudad en 2011. Este reconocimiento da testimonio del aprecio de todos los ecijanos por este hombre de Dios que entregó su vida al Señor y a la ciudad de Écija. La barrera se sitúa justo delante de la Iglesia de los Descalzos de la que también fue rector."


Descanse en paz, don Esteban.



El Papa pide a cada obispo verificar que sus parroquias son seguras para niños y mayores vulnerables

En una vigorosa carta a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo y a los superiores de órdenes religiosas, el Papa Francisco reitera que “se debe continuar haciendo todo lo posible para erradicar de la Iglesia el flagelo del abuso sexual de menores y adultos vulnerables”, al tiempo que se abren caminos de “reconciliación y curación para quien ha sufrido abusos”.

En un párrafo absolutamente clave del documento, que extrañamente ha sido omitido en la versión española, Francisco pide que “los pastores y los responsables de las comunidades religiosas estén disponibles al encuentro con las víctimas y sus seres queridos: se trata de ocasiones valiosas para escuchar y para pedir perdón a quienes han sufrido mucho”.


Escuchar a las víctimas y sus familias no sólo es un deber de justicia, sino el elemento que cambia por completo la sensibilidad de los obispos hacia este problema. La indicación del Papa es muy clara en el texto original italiano, que es el oficial, y figura también en la traducción inglesa, pero no en la española, que sin duda será corregida pronto.


El Papa –que ha intervenido personalmente para “desatascar” algunos casos mal atentidos- responsabiliza personalmente a cada obispo diocesano y a los superiores mayores religiosos de “la tarea de verificar que en las parroquias y en otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y los adultos vulnerables”.


Les urge, además, “a establecer programas de atención pastoral” que incluyan “servicios psicológicos y espirituales”.


La carta coincide con la primera reunión de la Comisión Pontificia de Protección de Menores, una vez completada sus miembros el pasado mes de diciembre.


Pide «colaboración plena»

La comisión, que preside el cardenal de Boston, Sean O’Malley, incluye expertos de nivel mundial en la prevención y terapia de abusos como la francesa Catherine Bonnet o la británica Sheila Hollins, así en tareas de gobierno como la ex primera ministra polaca Hanna Suchocka. Hay también víctimas de abusos por parte de sacerdotes como la irlandesa Marie Collins, que se ha convertido en especialista en protección de menores.


En su carta a todos los obispos y superiores religiosos, el Papa les pide “vuestra colaboración plena y atenta con la Comisión para la tutela de los menores” a la que ha encomendado “la asistencia a vosotros y a vuestras Conferencias, mediante un intercambio mutuo de «praxis virtuosas» y de programas de Educación, formación e instrucción” para hacer frente a esa lacra.


El Papa recuerda la circular de la Congregación de la Doctrina de la Fe del 3 de mayo de 2011 que pidió a todas las conferencias episcopales la elaboración de directrices de prevención y acción en cada país. Ahora les reitera la importancia de que “las Conferencias Episcopales adopten un instrumento para revisar periódicamente las normas y comprobar su cumplimiento”. En muchos países son públicas.


La Comisión Pontificia de Protección de Menores, cuyas oficinas se encuentran junto a la Casa Santa Marta, la residencia del Papa, se reunirá en el Vaticano del 6 al 8 de febrero. Además de ayudar a las diócesis y conferencias episcopales a prevenir y erradicar abusos, la Comisión pondrá toda su experiencia y recursos en su futura web, de modo que sirvan a todos los gobiernos, instituciones y personas que quieran consultarlos.


El problema es gigantesco, y va mucho más allá de las instituciones religiosas. Según el Centro de Control de Enfermedades (CDC) norteamericano, un sexto de los chicos y un cuarto de las chicas de Estados Unidos han sufrido abusos sexuales antes de llegar a los 18 años. En la India, la situación es infinitamente peor. La mitad de las chicas sufren abusos antes de llegar a esa edad.


[Nota de ReL: en Estados Unidos los obispos establecieron una normativa pública conjunta de protección contra abusos en 2011 (de 26 páginas, aquí en español) y cada diócesis añade sus propias reglas. En España y la mayoría de países hispanos no hay nada parecido.]



Dos jóvenes pasteleros, condenados por no hacer la tarta de bodas para una pareja lesbiana

Es un caso parecido al que sucedió el año pasado en Colorado, con la campaña de lichamiento mediático prefabricado contra Jack Phillips por negarse a hacer la tarta de boda de una pareja gay que se iba a casar... en Massachusetts, a casi tres mil kilómetros de distancia.

Ahora las víctimas son dos jóvenes pasteleros de Oregón, el matrimonio formado por Aaron y Melissa Klein, propietarios de la tienda Sweet Cakes by Melissa, de Portland, quienes han sido condenados por vía administrativa a indeminizar a dos mujeres cuya tarta de bodas se negaron a hacer por sus convicciones cristianas. Hay fijada una vista para el 10 de marzo para determinar la cuantía de la multa, que podría llegar hasta los 150.000 dólares.


Según las autoridades del Estado, la ley antidiscriminación de 2007 que les condena "prevé una exención para las organizaciones religiosas y los colegios, pero no permite a los negocios privados discriminar según la orientación sexual. La pastelería no es una institución religiosa amparada por la ley".


Los hechos se remontan a 2013, que fue cuando recibieron la solicitud de la pareja lesbiana. Los Klein alegaron su fe cristiana: "La Biblia nos prohíbe proclamar mensajes o participar en actividades contrarias a los principios bíblicos, incluyendo celebraciones o ceremonias de unión de parejas del mismo sexo".




"Si se me dice que yo tengo que hacer un pastel para un matrimonio del mismo sexo, entiendo que se están violando mis creencias", dice Aaron.


A la espera de que se cuantifique la indemnización y de plantear el correspondiente recurso, la abogada del joven matrimonio afirma que lo sucedido "es un hecho equivocado y peligroso para la libertad religiosa y los derechos de conciencia en Oregón". "Los americanos no deberían tener que decidir entre ser fieles a su fe o cerrar su negocio", continúa Anna Harmon, "pero eso es lo que significa esta sanción".



Recoge niños en la caja de bebés: «Doy toda mi vida para salvar a esos pequeños abandonados»

«Dios me ha “adoptado”. Por eso yo doy toda mi vida para salvar a estos pequeños abandonados».

La historia de Lee Jong-rak conmueve profundamente el alma y la conciencia humana. Tanto que su testimonio de vida, universalmente reconocido, se volvió un filme documental filmado en Seúl, Corea del Sur.


“The Drop Box” – este es el título – saldrá los primeros días de marzo de 2015 y ya está capturando la atención del pueblo coreano, sacando a la luz un problema no secundario como el abandono de los recién nacidos en los primeros días de vida.


En todo el mundo, son cientos de miles de recién nacidos abandonados cada año por madres que no pueden o no quieren cuidarlos.


Por eso, desde 1998 un pastor cristiano ha acogido en su propia vivienda decenas y decenas de recién nacidos, muchos de los cuales tienen grandes discapacidades. Y los ha cuidado gracias a la ayuda de su esposa Chun-ja y de un pequeño equipo de “ángeles” que se prodigan 24 sobre 24 en el cuidado de los bebés que llegan gracias a su “caja de bebés”.


A través de una pequeña caja expresamente colocada a un lado de la casa – el “drop box” título del filme – los padres de los pequeños, a menudo inesperados o con graves deformaciones físicas, pueden confiarlos a los cuidados de la familia Lee.


Una idea sencilla y, al mismo tiempo, genial, presente también en algunos hospitales italianos, que ha consentido al pastor coreano salvar la vida de muchos bebés que de otra manera habrían terminado en la calle.


Detrás de esta opción de vida, existe una motivación dolorosamente personal: poco menos de hace 30 años, la esposa de Lee dio a luz un bebé completamente desfigurado, tanto es que él decidió escondérselo durante un mes, en la esperanza que lograse encontrar un modo para explicarle que su único hijo, aún vivo al día de hoy, había nacido gravemente enfermo.


Casi por casualidad, el eco de la misión humanitaria del pastor llegó a Estados Unidos. En 2011, después de haber leído un artículo en Los Angeles Times dedicado a Lee Jong-rak, el director Brian Ivie y los coproductores Will Tober y Bryce Komae, entonces aún estudiantes en una universidad californiana, decidieron recaudar los fondos necesarios para documentar esta increíble historia de valor y sacrificio.


El resultado es The Drop Box, que en Estados Unidos será proyectado en las salas del 3 al 5 de marzo: un intenso documental, por momentos desgarrador, pero lleno de esperanza.


En una época dominada por la “cultura del yo”, la entrega de un hombre que ha dedicado su vida a los demás brilla más que mil estrellas.