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mardi 27 janvier 2015

Los laicos dicen "no" a las rebajas

El Pontificio Consejo para la Familia ha organizado esta semana en Roma un congreso para preparar el próximo Sínodo de los Obispos que se celebrará en octubre. Como es sabido, este Sínodo ha tenido dos etapas. La primera, celebrada en el pasado octubre, estuvo marcada por la polarización en torno al tema de la comunión de los divorciados y la aceptación de la homosexualidad. La Asamblea sinodal se fragmentó en dos, con una ligera mayoría a favor de estudiar la admisión de los divorciados a la comunión -no de darles la comunión, sino de estudiarlo-. El artículo que aconsejaba el estudio no alcanzó, sin embargo, los dos tercios de los votos necesarios para ser incluido en las proposiciones presentadas por el Sínodo, a pesar de lo cual se incluyó por expreso deseo del Papa.

Entre los movimientos, la situación no ha sido la misma. La práctica totalidad de las ochenta asociaciones y realidades eclesiales presentes en el congreso celebrado en Roma estaban de acuerdo en rechazar la comunión de los divorciados, negándose a modificar la práctica llevada a cabo por la Iglesia durante dos mil años y reafirmada en los pontificados de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI. La misma unanimidad había en torno a otras cuestiones relacionadas con este asunto: la agilización y abaratamiento de los procesos de nulidad matrimonial y la acogida a los divorciados vueltos a casar para que se sientan miembros activos de la Iglesia, no llevando más allá de la no participación en la Eucaristía y la Penitencia las limitaciones que le son impuestas debido a su estado.


Lo mismo ha sucedido con la cuestión de la homosexualidad. Los movimientos han distinguido, como ha hecho la Iglesia siempre, entre persona y acto, insistiendo en la acogida al homosexual y en el rechazo de los actos homosexuales. Se ha pedido que, tanto en este tema como en el de los divorciados, se prepare a personas competentes para que puedan llevar a cabo una pastoral familiar específica de acogida, que sirva para integrar a los afectados en la Iglesia y explicarles el por qué de las limitaciones que ésta les impone.


Hay que tener en cuenta que entre los ochenta delegados presentes en el congreso estaban la práctica totalidad de los movimientos y realidades eclesiales especializados en familia. Desde los más clásicos, como la Acción Católica, hasta los más modernos, como los Franciscanos de María, pasando por los grandes movimientos que cuentan con cientos de miles de miembros: Neocatecúmenos, Focolarinos, Carismáticos, y otros que no son tan numerosos pero que son muy relevantes, como Schoenstatt, Comunión y Liberación, Chemin Neuf, Emmanuel, Couples for Christ, Movimiento Familiar Cristiano, Equipes Notre Dame, Federation Africain de Action Familial, Human Life International, Regnum Christi o Vida Ascendente, por citar a algunos de los participantes.


La importancia de este apoyo masivo a la doctrina tradicional de la Iglesia es enorme, pues procede de los propios laicos, que son los que se ven más afectados por las cuestiones debatidas. Además, estos movimientos no representan, ciertamente, a todos los laicos católicos, pero sí a los seglares que están organizados y que son en muchas ocasiones la punta de lanza de la evangelización, los elementos más dinámicos de la misma. Parece difícil que se pueda aprobar una modificación en la doctrina de la Iglesia, en el sentido de introducir "rebajas" en las exigencias morales, teniendo en contra a la práctica totalidad del laicado católico organizado.



«Hay que rezar para conocer la voluntad de Dios... y para tener ganas de cumplirla», anima Francisco

Es necesario orar a Dios y pedirle cada día la gracia de comprender su voluntad, la gracia de seguirla y la gracia de realizarla totalmente. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta del martes 27 de enero.

Existía en un tiempo la ley hecha de prescripciones y prohibiciones, de sangre de toros y chivos, “sacrificios antiguos” que no tenían ni la “fuerza” de “perdonar los pecados”, ni de hacer “justicia”.


Después vino al mundo Cristo y al ser crucificado, el acto “que de una vez para siempre nos ha justificado”, Jesús ha demostrado cuál era el “sacrificio” más agradable a Dios: no el holocausto de un animal, sino el ofrecimiento de la propia voluntad para hacer la voluntad del Padre.


Voluntad de Dios, camino de santidad

Las lecturas y el Salmo del día orientaron la reflexión del Papa sobre uno de los ejes de la fe: la “obediencia a la voluntad de Dios”.


Éste – afirmó Francisco –, “es el camino de la santidad, del cristiano”, es decir, que “el plan de Dios sea realizado”, que “la salvación de Dios se cumpla”:

Lo contrario comenzó en el Paraíso, con la no obediencia de Adán y aquella desobediencia ha traído el mal a toda la humanidad.


Y también los pecados son actos de no obedecer a Dios, de no hacer la voluntad de Dios. En cambio, el Señor nos enseña que éste es el camino, y que no hay ningún otro.


Y comienza con Jesús, sí, en el Cielo, en la voluntad de obedecer al Padre, pero en la tierra comienza con la Virgen: con Ella. ¿Qué le dijo al Ángel? “Que se haga lo que tú dices”, es decir que se haga la voluntad de Dios.


Y con aquel “sí” al Señor, el Señor ha comenzado su recorrido entre nosotros.


Tantas opciones sobre la bandeja

“No es fácil”. El Papa repitió varias veces esta expresión refiriéndose al hecho de realizar la voluntad de Dios. No ha sido fácil para Jesús que – recordó – sobre esto fue tentado en el desierto y también en el Huerto de los Olivos, con el corazón atormentado, aceptó el suplicio que le esperaba.


No fue fácil para algunos discípulos, que lo dejaron porque no entendieron lo que quería decir “hacer la voluntad del Padre”. No lo es para nosotros, desde el momento que – notó Francisco – “cada día nos presentan tantas opciones sobre una bandeja”. De ahí que se haya preguntado: ¿Cómo hago para hacer la voluntad de Dios?”. Pidiendo “la gracia” de querer hacerla.


“¿Yo rezo para que el Señor me de las ganas de hacer su voluntad, o busco compromisos porque tengo miedo de la voluntad de Dios? Y otra cosa: rezar para conocer la voluntad de Dios sobre mi vida, sobre la decisión que debo tomar ahora… tantas cosas. Sobre el modo de administrar las cosas… La oración para hacer la voluntad de Dios, y la oración para conocer la voluntad de Dios. Y cuando conozco la voluntad de Dios, también la oración, por tercera vez: para hacerla. Para cumplir aquella voluntad, que no es la mía, es la de Él. Y no es fácil”.


“Querer” la voluntad de Dios

El Papa Francisco resumió estos conceptos afirmando que “hay que rezar para tener ganas de seguir la voluntad de Dios, rezar para conocer la voluntad de Dios y rezar – una vez conocida esta voluntad – para ir adelante con la voluntad de Dios”.


“Que el Señor nos dé la gracia, a todos nosotros, que un día pueda decir de nosotros lo que dijo a aquel grupo, aquella muchedumbre que lo seguía, aquellos que estaban sentados en torno a Él, como hemos escuchado en el Evangelio: He aquí mi madre y mis hermanos. El que hace la voluntad de Dios, éste para mí es hermano, hermana y madre. Hacer la voluntad de Dios nos hace ser parte de la familia de Jesús, nos hace madre, padre, hermana, hermano”.



(María Fernanda Bernasconi - Radio Vaticana).