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mercredi 3 septembre 2014

Maradona: «Ayer volví a la Iglesia, por Francisco»; se alejó enfadado con Dios al morir su madre

Nadie espera del futbolista Diego Armando Maradona elaboradas explicaciones teológicas. Todo es mucho más primario, más afectivo.

Necesitaba un tiempo de duelo tras la muerte de su madre y un abrazo para volver a acercarse a la Iglesia, y Francisco le dio ese abrazo. Es el inicio, parece, de un proceso.


Diego Maradona aseguró en una cena pública el martes por la noche que ahora ha vuelto a la Iglesia católica "gracias a Francisco", el papa argentino con el que mantuvo el domingo un encuentro antes de jugar en el estadio Olímpico de Roma, el primer "Partido Interreligioso por la Paz", en el que volvió a ser el centro de atención.


En un video al que tuvo acceso gacetamercantil.com, grabado en un almuerzo celebrado en la sede de la embajada argentina en la capital italiana, Maradona habló ante los comensales.



«La confesión es el gran logro del catolicismo, el ser humano es pecador», dice Álex de la Iglesia

Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) es el único cineasta español presente en la Mostra de Venecia. Y por partida doble, con películas que juegan en ligas distintas. No hablamos de categorías ni de goleadas: sólo de colores, tonos y timbres de lo más variopintos.

En «La confesión», su episodio del filme colectivo «Words with Gods», Álex de la Iglesia destila las esencias de su cine –extremo, esperpéntico, delirante– en un corto que convierte en cura a un asesino a sueldo, presto a la extremaunción de un ateo con más de un pecado en la cartera.


En «Messi», que clausura el próximo viernes la sección Venice Days, deja que el misterio del Balón de Oro se resuelva a través de los que le conocen y le admiran. Y mientras tanto, De la Iglesia sigue driblándose a sí mismo: ¿con qué jugada nos sorprenderá?


-«Words with Gods» examina los vínculos entre Dios y el hombre. Su episodio es muy diferente al resto, pero es innegable que vuelve a demostrar que la religión tiene un papel importante en su filmografía...

-Tal vez sea porque estudié en una universidad de curas... En «El día de la bestia», el cura es el protagonista y tiene una visión tan profunda de las cosas que no encaja con nadie. Todo el mundo le toma por loco, pero él es un tipo muy serio, quiere contactar con el diablo. Era una visión extrañamente talibán de los jesuitas. En «Perdita Durango» Romeo Dolorosa también es un sacerdote. Ambos son personajes que generan su propia religión. La religión es tu manera de relacionarte con el mundo y la realidad. Dios es el nombre de una pregunta. Todos queremos encontrarle el sentido a la vida, y la manera que tenemos de nombrar esa pregunta es Dios.


-Precisamente «La confesión» destaca del conjunto por su sentido del humor.

-El humor, la falta de pretensiones, es la mejor manera de pensar, de tener la mente abierta sin estar preocupándote de saber si lo que estás pensando es importante o no. El humor es la mayor expresión de libertad que existe. No es una cuestión de falta de respeto. Ese es el drama de nuestra sociedad: que pensamos que el humor es irrespetuoso por definición. El humor es la ausencia de cortapisas y la confianza en el otro.


-Utiliza el humor para subvertir uno de los rituales clásicos del catolicismo: la extremaunción.

-La religión católica es la más generosa de las religiones. Soy católico en ese sentido. La confesión es el gran logro del catolicismo. El ser humano no es un tipo perfecto. Es un pecador. Cristo se siente atraído por los pecadores, no por la gente «buena».


»Existe una contradicción maravillosa en el catolicismo. Según su manual de instrucciones, para ir al cielo no hay que cometer pecados, seguir los mandamientos de la ley de Dios de una manera racional y portarte bien. El asunto es que ése no es el camino preferido de Dios. Dios prefiere a los pecadores: si tú eres cruel, perverso y vicioso, pero al final te arrepientes te sientas a la derecha de Dios Padre. Es el arrepentimiento, el reconocer tus pecados, lo que más admira Cristo. El hecho de saberse humano.


»Cristo es un Dios que comete errores. Comete el error de confiar y es crucificado. Se da cuenta de que la única manera de enmendarlo es sacrificándose. El cristianismo es la única religión que sacrifica un Dios, no a un hombre. Por eso es una religión que me llena de esperanza, en la que yo tengo una oportunidad.


-Hay también un interés por profanar la iconografía religiosa, o por la iconografía de lo profano. ¿De dónde viene?

-Cada símbolo remite a un mundo. Y de inmediato transmites un trozo de ese mundo al que lo ve. Lo que quiero contar llega mejor al espectador. Supongo que me gusta tanto lo extremo por los tebeos. En los tebeos explicas una historia en un solo trazo y los personajes son muy exagerados. Prefiero al tío que se lo curra con una línea, y que juega con el contraste y el blanco y negro, que el que pinta un óleo. Eso te aleja del público que prefiere los matices, pero es mi estilo. Y es lo que ocurre en este corto: tú estás cómodo en una comedia y de pronto jugar con ese universo simbólico te lleva a la incomodidad.


-¿Cómo casa ese amor por lo extremo con un documental como «Messi»?

-Siempre tengo una clara intención de huir de mí mismo. Otra cosa es que pueda hacerlo. Por eso cuando me proponen lo de Messi acepto por lo ajeno que me resulta. Es un material que no controlo, tengo que investigar sobre él, porque a mí no me gusta el fútbol. Y de repente te encuentras con un tipo extraño, enigmático. Unos piensan que es tímido, retraído. La mitad del mundo le odia, la otra mitad le ama. No hay posibilidad de diálogo entre sus fans y sus detractores. Messi se convierte en una religión. Tiene un punto de «Ciudadano Kane». Y me pregunto: ¿Cuál es el Rosebud de Messi?


-¿Cuál es?

-Su familia le protege de una manera casi religiosa y él depende de ella, y también de sus amigos de la infancia. Él sigue yendo de vacaciones a su pueblo y Rosario no es precisamente Mónaco. Messi tiene una conexión muy fuerte con su pasado. Quería huir de esos documentales en los que se filma al entrevistado sobre un fondo neutro y no puede compartir sus ideas con los demás. Entonces se me ocurrió: «¿Por qué no montamos una cena, como en "Broadway Danny Rose"»? Técnicamente era imposible. ¿Cómo vamos a reunir a los amigos de Messi, a los jugadores y a los expertos en fútbol para que hablen de lo que me interesa, esto es, de por qué juega como juega y cómo ha llegado a ser el que es, en un mismo día y un mismo espacio? Y entonces pienso en construir dos sets, uno en Buenos Aires y otro en Barcelona.


-Hay una tensión patente en el documental, la que se produce entre la ausencia de Messi como entrevistado y su omnipresencia a través de los otros. ¿Por qué no está Messi?

-No quería que fuera el documental oficial. Por eso preferimos mantenernos al margen de la familia y construir el personaje a partir de la mirada y la opinión que los demás tienen de él. Una vez que vio el material, hubo la oportunidad de entrevistarle e integrarle en el montaje final, pero yo me negué, estaba seguro de que íbamos a estropearlo.


-¿Y Guardiola?

-Ni en Alemania concede entrevistas. Se protege mucho, es muy reservado. Yo lo peleé hasta la muerte pero no pudo ser. Estábamos pensando en una mesa con los mejores jugadores del mundo. Pelé, Maradona... Al Pelusa le fui a ver a Qatar, pero nos pedía un millón de dólares de caché y en ese momento no disponíamos de efectivo (risas). Aún así le convencí para que, al menos, nos diera una declaración, que es la que aparece en la película.


-¿Cómo trabajó estéticamente las relaciones entre cine y fútbol?

-Quería rodar el fútbol de otra manera. El fútbol siempre lo ves de lejos, filmado con teleobjetivo, etc. Mi meta era romper con esa puesta en escena, acercarme a él, pero creo que ahí me he quedado un poco corto. Y luego el hecho de filmarlo en scope era casi una necesidad, porque tienes que ver cómo llega el contrincante, y compone mucho mejor. El formato cuadrado de la televisión no ayuda.


-No hay mención de sus problemas con Hacienda. ¿Era una cuestión tabú?

-Tampoco hubo la intención de eludir el tema. De hecho, en un momento que hemos incluido se menciona. Como se menciona el odio que algunos argentinos muestran a Messi por considerarlo catalán, y haber abandonado a su patria.


[Álex de la Iglesia habló más sobre el perdón de los pecados en la presentación de su corto, aquí ]



Vuelvo a España

Con corazón abierto a las palabras evangélicas de Jesús: «Venid a mí...aprended de mí...» vuelvo a España. Con alegría y esperanza vuelvo a España para ser, en comunión con el Papa y con todos mis hermanos Obispos, pastor, padre y hermano, de la porción del pueblo de Dios que se me ha confiado: la diócesis de Valencia..

Como me marché, así vuelvo: Fui llamado a Roma, y respondí: «Aquí estoy». Soy, ahora enviado a España, a Valencia, y así he respondido: «Aquí estoy, mándeme donde quiera». Siempre con las palabras del Salmo: «No pretendo grandezas que superan mi capacidad, acallo y modero mis deseos, como un niño recién amamantado en brazos de su madre». Estaba entrando en lo mejor de mi ministerio en la diócesis de «la Santa», llevaba pocos años en ella, un día me llamaron a Nunciatura y me dijeron: «El Santo Padre le ha nombrado Arzobispo de Granada, ¿acepta?». No lo dudé; lo dejé todo y me puse en camino; alguien me dijo las mismas palabras que escuchó San Juan de Dios: «Granada será tu cruz». Granada ha sido mi cruz, cierto, pero no en sentido negativo, sino todo lo contrario, en el más positivo y luminoso: porque es el plegarse por completo a la voluntad de Dios para amar y-entregarse todo y sin reservas, «gastándome y desgastándome» enteramente, con gozo, a favor de quienes me fueron confi ados; esa cruz es dicha y felicidad capaz de llenar una vida. Soy testigo de que no se puede seguir a Jesucristo si no es con la cruz, en la que El lo pide todo –y lo da todo–.así, esto resulta ser un verdadero don y una gracia, en medio de su dureza.


En medio de mi «ministerio granadino», en absoluta y bendita obediencia, y en fidelidad a mi lema episcopal, durante ocho meses serví también simultáneamente, como administrador apostólico, a la Iglesia de Cartagena que está en tierras murcianas, y pude comprobar ¡qué verdad es! que Dios paga el ciento por uno a los que están prontos para obedecerle y le sirven: los meses más intensos de mi vida y los meses en los que, sin duda, palpé más de cerca la misericordia y la gracia de Dios, fueron aquellos; ¡qué cierto es! lo que leemos en San Pablo: «Te basta mi gracia».


Pocos años más tarde se me mostraba, como a Abraham, «otra tierra»: la diócesis primada de Toledo. Un nuevo éxodo, un caminar en fe, una nueva y gran responsabilidad por la magnitud de la diócesis toledana, tan buena en sí misma y tan entrañable para mí: enorme magnitud lo obrado por Dios en ella, signo, sin duda, de por donde quiere conducir Dios las cosas y nuestra historia. Nueva y comprometedora responsabilidad ante la historia en la Sede toledana, ante sus grandes Obispos, ante el significado del primado El Señor abrió paso y me condujo. Como Arzobispo de Toledo recibí el capelo cardenalicio: Una vez más la inmensa benevolencia de Dios para conmigo que soy tan poca cosa, y la cercanía impagable y la generosidad tan inmensa, para la que no tengo mérito alguno, que siempre me ha mostrado el Papa Benedicto XVI. Pero también evocación del martirio, señalado en el color púrpura cardenalicio.


El mismo Papa me llamará después a Roma para ocuparme, como Prefecto, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos –auténtico corazón de la Iglesia–. Como le comenté al mismo Benedicto XVI: «el venir aquí, a Roma, ha sido, gracias a Dios y a su misericordia, una verdadera kénosis, un real despojamiento, puesto de manifiesto, patente incluso, en aquellos días, que, muy grave, pasé en la UCI a los pocos meses de llegar a Roma»: ratificando así, una vez más, la experiencia que sentía y siento de la verdad más plena de lo que san Pablo afirma en el inicio del segundo capítulo de la Carta a los Filipenses –«se despojó... »–, y del «sólo Dios» de santa Teresa o de San Francisco. Casi finalizando mi trabajo aquí, en Roma, puedo repetir ante el Señor, porque así me siento, «siervo tuyo soy».


Mi paso por Roma ha enriquecido muchísimo mi vida, entre otras cosas: mi sentido de comunión eclesial; mi amor, afecto, cercanía, obediencia, sintonía aún mayores con el sucesor de Pedro. Tampoco puedo dejar de mencionar en este enriquecimiento que está aportando mi paso por Roma la percepción mayor y más viva de la riqueza de los santos, además de mencionar la riqueza que siempre me ha aportado el estar cercano a la defensa y promoción de la fe. Soy testigo, y así lo confieso con toda sencillez, de que es Dios quien conduce y lleva a la Iglesia, quien conduce y guía mi vida. De esta manera vuelvo a España, a Valencia, la porción de Iglesia que se me confia, y con este bagaje retorno a ella, para, con la ayuda de Dios que nunca me ha faltado, servir y nada más que servir a Dios y a todos, sin excepción, para hacer la voluntad de Dios que me envía por mediación del Papa Francisco –a quien tanto quiero, respeto y admiro, como a todos los Papas–, para traer, como el Señor, la Buena Noticia a los pobres, a los últimos y desheredados de la tierra que tienen nombres propios, anunciar y testimoniar el Evangelio de la misericordia, de la gracia y de la reconciliación.


Golpean mi cabeza aquellas palabras de Isaías: «Si no creéis no subsistiréis, no tendréis consistencia». Esta es la vocación de todos, particularmente de nuestra España cuya vocación proyecto, sus gestas y sus hitos, históricamente fundados, no se entienden si no es desde la fe: lo digo con todo respeto a los que no creen, que tendrán, por cierto, en mí a un amigo dispuesto siempre a escucharles, a dialogar. No olvido las palabras del Papa San Juan Pablo II, apasionado por España, en su primer viaje, que quiero sean guía en esta nueva etapa de mi ministerio episcopal al servicio de la Iglesia y de España, desde la diócesis queridísima que me han encomendado servir. Mi mayor y mi más constante y comprometido servicio no será otro que este: el servicio de la fe, inseparable de la caridad, y base de la esperanza.


Retorno con dos indicaciones que descubro en San Benito: «Nada se anteponga a las obras de Dios»; y «servir por encima del presidir», o presidir sirviendo a todos, o para presidir antes servir sin excepción, particularmente a los pobres: así seguiré al Señor, que vino no a ser servido, sino servir y a dar la vida por todos.


© La Razón



«¡Puedes tener cinco licenciaturas en teología y no tener el Espíritu de Dios!», advierte Francisco

La autoridad del cristiano viene del Espíritu Santo, no de la experiencia humana o de las licenciaturas en teología. Esta ha sido la advertencia del santo padre Francisco este martes en la misa matinal en la residencia Santa Marta. Además, el Papa ha subrayado que la identidad cristiana es tener el Espíritu de Cristo, no el espíritu del mundo.

El Papa, como cada mañana, ha hecho referencia al Evangelio de hoy para detenerse precisamente en la naturaleza de la autoridad del Señor y consecuentemente, del cristiano. Y recordó que la gente estaba impresionada por la enseñanza de Jesús, porque su palabra "tenía autoridad".


El Pontífice ha recordado que Jesús "no era un predicador común" porque su autoridad le venía de la unción especial del Espíritu Santo. Y así, ha continuado su homilía destacando que Jesús es "el Hijo de Dios ungido y enviado" para "traer la salvación, traer la libertad". Y algunos, "se escandalizaban de este estilo de Jesús, de su identidad y libertad", ha observado el Santo Padre.


De este modo, el Papa ha interpelado a los presentes: "Y nosotros, ¿podemos preguntarnos cuál es nuestra identidad de cristianos? Y Pablo hoy lo dice bien.


´De estas cosas nosotros hablamos no con palabras sugeridas por la sabiduría humana´. La predicación de Pablo no es porque ha hecho un curso en la Lateranense, en la Gregoriana... ¡No, no, no! ¡Sabiduría humana, no! Sino enseñadas por el Espíritu: Pablo predicaba con la unción del Espíritu, expresando cosas espirituales del Espíritu en términos espirituales. Pero, el hombre abandonado a sus fuerzas no comprende las cosas del Espíritu de Dios: el hombre solo no puede entender esto".


Y por esto, Francisco ha recordado que "si nosotros cristianos no entendemos bien las cosas del Espíritu, no damos y no ofrecemos un testimonio, no tenemos identidad".


Y así lo ha precisado el Papa: "Ahora, nosotros tenemos el pensamiento de Cristo y del Espíritu de Cristo. Esta es la identidad cristiana. No tener el espíritu del mundo, ese modo de pensar, ese modo de juzgar... ¡Tú puedes tener cinco licenciaturas en teología pero no tener el Espíritu de Dios! Quizá eres un gran teólogo, pero no eres un cristiano, porque no tienes el Espíritu de Dios. Lo que da autoridad, lo que te da identidad es el Espíritu Santo, la unción del Espíritu Santo".


El Pontífice ha remarcado que "el pueblo no amaba esos predicadores, esos doctores de la ley, porque hablaban realmente de teología, pero no llegaban al corazón, no daban libertad". Estos, "no eran capaces de hacer que el pueblo encontrara la propia identidad, porque no estaban ungidos por el Espíritu Santo".


Para finalizar la homilía de este martes, el Papa ha precisado que "la autoridad de Jesús y la autoridad del cristiano, viene precisamente de esta capacidad de entender las cosas del Espíritu, de hablar la lengua del Espíritu. Viene de esta unción del Espíritu Santo".


Y ocurre que "muchas veces encontramos entre nosotros fieles, viejitas sencillas que quizá no terminaron la escuela, pero que te hablan de las cosas mejor que un teólogo, porque tienen el Espíritu de Cristo. El que tiene San Pablo". Por eso el Santo Padre ha invitado a que todos vivamos esto. "Señor, dónanos la identidad cristiana, la que Tú tenías. Dónanos tu Espíritu. Dónanos tu forma de pensar, de escuchar, de hablar: Señor dónanos la unción del Espíritu Santo".


(Texto traducido y adaptado de Radio Vaticano por Rocío Lancho García)



Emotivo vídeo sobre el profesor Wright: un tipo genial en clase, un hombre bendecido en su hogar

Este reportaje (ver abajo vídeo) ganó en 2012 un premio de la Universidad de Missouri. Su autor, que tenía entonces 22 años, es Zack Conckle, un ex alumno de su protagonista, Jeffrey Wright, quien lo dirigió porque no se sentía capaz de explicar con palabras lo que este profesor significaba para él: "Quería mostrar al mundo a este hombre loco y extraordinario".

El profesor Jeffrey Wright enseña Ciencias en el Mal High School de Louisville (Kentucky, Estados Unidos). Tiene hoy 47 años y lleva casi un cuarto de siglo consagrado a la docencia. Es célebre en el instituto porque sus clases son las favoritas de todo el alumnado, porque enseña las leyes de la Física y de la Química a partir de singulares experimentos.


Pero hay algo más: para muchos de esos jóvenes, es también el consejero que les falta en casa. A quienes transmite una lección recibida en su propio hogar y de su propio hijo, una de las únicas 417 personas en todo el mundo que padecen el síndrome de Jaubert.


Wright, católico de la parroquia de San Pío X en Louisville, les explica cómo el pequeño Adam, que tenía 12 años cuando se rodó el vídeo, le dio la clave del papel del amor en la vida y el sentido del plan de Dios en la Creación.


La ley de Wright