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mercredi 31 décembre 2014

Jesús, sálvame. Te necesito


Navidad es eso: Navidad. Ya está dicho todo. No hace falta explicar mucho más, pues a pesar de los intentos por secuestrarla y convertirla en la gran fiesta del consumo, la ternura que contiene siempre logra abrirse paso y pone una semilla de esperanza incluso en los corazones más endurecidos. Es la magia, el encanto, el misterio de la Navidad. Es el efecto de ver la escena más conmovedora del mundo: una madre que sostiene a su hijo recién nacido entre sus brazos. El desvalimiento de ambos mueve a la ternura y a la compasión y nos lanza decididamente hacia la caridad.


De eso ha hablado el Santo Padre en su mensaje, tanto en la homilía de la Misa del Gallo como en el que pronunció antes de impartir la bendición "Urbi et Orbi" en la mañana de Navidad desde San Pedro. En Navidad, Dios sale a tu encuentro y, como dice el Papa, se siente atraído por tu pequeñez. Nuestros pecados, nuestra miseria, en lugar de repugnarle le conmueve y se lanza, como el buen pastor que es, en busca de la oveja perdida. Y cuando la encuentra no la regaña, no la castiga, sino que la carga sobre sus hombros y la devuelve al redil de donde escapó. El Niño de Belén, lo mismo que el hombre que andaba sobre el agua en el lago, el que se complicaba la vida por sanar a un leproso en sábado o el que moría torturado en una cruz, es el mismo: es el Dios de la infinita misericordia. Todo empezó allí, en Belén, y allí el mundo descubrió, sorprendido, cuánto es capaz de amar un Dios que sigue siendo Todopoderoso aunque acepte nacer en una cueva.


Por eso dice muy bien el Papa Francisco que hay que dejarse salvar por Dios, hay que dejarse encontrar por el buen pastor. Clero que, para eso, hay que reconocer que se necesita esa salvación, que se está herido, que se ha cometido pecado; por eso, los peores enemigos de la actuación salvadora de Dios son los que dicen que el pecado no existe, que la confesión está de más y que el Señor va a salvar a todos aunque éstos no se arrepientan. La misericordia de Dios está buscándote, está buscándonos; es Él quien ha tomado la iniciativa y ha salido a nuestro encuentro. Basta con decirle un "perdóname" o un "sálvame" y ya lo tienes a tu lado para darte la salud, la felicidad, la vida.


Déjate salvar, déjate curar, déjate encontrar. Y hazlo con la humildad de que admite que necesita ayuda. Hazlo pidiendo perdón. Eso es todo, al menos para empezar. Luego vendrá una historia de lucha contra el pecado, para desarraigar las raíces profundas de los vicios. Pero el paso más importante ya estará dado y consiste en decir, simplemente, "ven, Jesús, salvador del mundo y salvador mío. Te necesito".



55 años de cura de Llerona

Este martes por la noche ha muerto mosén Joan J. Vallicrosa y Maynou, fruto de una enfermedad degenerativa, después de cincuenta y cinco años al frente de la parroquia de Santa María de Llerona. En el Vallès será recordado como un referente de Iglesia catalanista y por su vocación pastoral, impulsor de un centro parroquial incomparable con otras realidades vecinas entre los años setenta y los noventa.

La vela se podrá hacer a partir de la tarde de este miércoles en el tanatorio de Granollers, y el entierro tendrá lugar el viernes día 2 a las once y media en la misma parroquia donde ejerció su ministerio, que actualmente está cerrada por ref


"Nos gustaría poder sacudir la mente y el más profundo de la conciencia de los lleronins, y ser revulsivo a la indiferencia de nuestros ciudadanos y de nuestros creyentes". Juan Vallicrosa escribió estas palabras en un libro sobre los orígenes históricos de Santa María de Llerona, publicado por las PAM en 1990. Se refería al trabajo que recopilaba información del pueblo, pero la voluntad de "ser despertador y reforzando de la conciencia ciudadana y cristiana de los conciudadanos "la vivía también como pastor.


"Aquí, en Llerona, hemos derramado los esfuerzos y las ilusiones de los mejores años de la vida", reconocía también Vallicrosa. Personaje cercano a la comunidad, se consideraba a sí mismo como un "cura de bosque" y siempre se sintió cómodo en el entorno rural de la falda del Montseny. Humilde y austero, no era extraño, por ejemplo, verlo volver a pie desde Puiggraciós tras visitar las hermanas benetas. En este sentido, el arraigo en el territorio y la pertenencia a Cataluña formaba parte de su identidad.


Hijo de Fogars de Montclús, llegó a la iglesia prerrománica de Llerona, como rector un mes de octubre de 1959, después de haber sido vicario de la parroquia de San Vicente de Juncales en Sabadell, de San Esteban de Granollers y de Santa María del Mar en Barcelona. Vallicrosa forma parte del movimiento de curas afines al Concilio Vaticano II. Muchos explican cómo gente de toda la comarca acudía a misa en Llerona para seguir de cerca los progresos del concilio.


El mérito incuestionable de Vallicrosa hay que situarlo en el empuje que dio el casal parroquial, que vivió una época dorada a finales de los setenta: con grupos de catequesis y confirmación, actividades deportivas, culturales y lúdicas, como el esparcimiento y las colonias en la Condesa, en Sant Hilari Sacalm. Hoy, el que había sido el centro neurálgico del pueblo ha quedado desplazado por el consejo de pueblo y las instalaciones parroquiales han quedado huérfanos.


Con 86 años, los últimos meses había entrado en una fase avanzada de Alzheimer. Personaje de carácter terco y rebelde, era conocido por la lucidez de sus sermones, así como por la contundencia, la sencillez y el tono llano de sus prédicas.


Poco amigo de las ambigüedades, y con un temperamento que la enfermedad agudizó los últimos tiempos, su talante no estuvo exento de polémica: tanto despertaba un gran aprecio en algunos feligreses como un profundo desencanto entre otros que vieron perder últimos tiempos el centro parroquial como motor social del pueblo. Líder inflexible, para unos; cura revolucionario, por otros. Y para muchos, todo lleno de matices y de anécdotas.


Recordando la época en que Llerona fue conocida por su vitalidad eclesial, el nuevo diácono que ha asumido la gestión parroquial desde que Vallicrosa cayó enfermo, José M. Fernández, reconoció durante la misa de Navidad que "cura Vallicrosa ha dejado el listón muy alto".


Recogido de cataluñareligio