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lundi 9 février 2015

Confiar (en Dios, claro)


El creyente es un hombre que confía en Dios, una confianza sin fisuras. "Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor".


La fe, siempre razonable, sabe que nadie es más digno de confianza, nadie más digno de crédito -y se lo gana a pulso- que Dios.



¡Confiar! Sí, aunque a veces sea un confiar en noche cerrada, gimiendo, sin sentir ni experimentar nada. Entonces se grita: ¡Abba!, ¡Padre!


Una confianza que permite al hombre edificarse sobre Roca y no sobre las arenas movedizas de otras seguridades, más inmediatas y aparentes, pero más falsas y peligrosas.


Un creyente es un hombre de fe inquebrantable en Dios, de confianza firme y probada en Dios.



"Dios me ha creado para un servicio preciso; me ha encomendado un trabajo que no ha encomendado a nadie más. Tengo una misión que cumplir que quizá no llegue a conocer nunca en esta vida, pero se me dirá en la otra... No me ha creado para nada. Haré el bien, ejecutaré la tarea que me ha encomendado... sin ni siquiera quererlo, si observo sus mandamientos y le sirvo en el lugar que me corresponde.


Por tanto, pondré mi confianza en Él. Sea quien sea yo, esté donde esté, cumpliré con mi tarea... Aunque me quite a mis amigos, me haga vivir entre extraños, me dé a probar el abatimiento y la desolación o me oculte el futuro, Él sabe siempre lo que hace" (Newman, MCD 1, 301-302).



La mirada creyente descubre no sólo la Presencia de Dios en la vida, sino su constante actuación, su intervención, también sus sugerencias, sus mociones. Es su Providencia amorosa. Cuanto más se confía en Él, más se recibe. Y en esta confianza, uno recibe de Dios un encargo, una tarea particular, una vocación irrepetible: apoyados en Dios, cada uno puede realizar esta misión que Dios confía.



"Todo ser humano que respira, de alto o de bajo rango, instruido o ignorante, joven o viejo, hombre o mujer, tiene una misión, un trabajo. No hemos sido enviados a este mundo para nada... Lo mismo que Cristo tiene su trabajo, nosotros también tenemos el nuestro..." (Newman, Mix 6, 111).




"Sin ninguna duda, Dios concede a cada uno tanta vigilancia y cuidado que el último día, se salve o no, deberá reconocer que no se habría podido hacer nada más de lo que, en efecto, se ha hecho; y cada cual verá su propia historia como especial y única".



Esta confianza inquebrantable en Dios -fruto de la gracia, y fruto también de mucha oración y de mucho discernimiento de las obras de Dios en nuestra vida- lleva a no precipitarse nunca, sino esperar a que el Señor muestre su voluntad; no lanzarse a nada antes de descubrir una "llamada especial" de Dios, pero cuando se ve que esa "llamada especial" está resonando en el corazón, y que viene de Él y no de nuestros caprichos, lanzarse a realizarla confiando en que Dios que encargó la tarea, la llevará buen puerto. "Tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos".


Así pues,



"Considero que el tiempo es el gran remedio y el que repara todos los males en lo que respecta a este mundo. Sólo a condición de que seamos pacientes, Dios actúa en nuestro favor. Él actúa en favor de aquellos que no actúan a favor de sí mismos" (Newman, LD XXIII, 16).



Sí, gran desprendimiento, gran libertad, gran confianza en Dios para llevar a cabo las obras que Dios nos encomienda.



Obi Wan Kenobi y la lacra del aborto

Hace unos meses me hacía eco de una bonita historia del actor Alec Guinness durante el rodaje de unos episodios del Padre Brown en Francia que ilustraban lo que significa el sacerdocio católico.

Ahora descubro que es probable que, en nuestros días, cuando todo empuja a las mujeres solas y en dificultades a abortar a sus hijos, Alec Guinness no hubiera llegado a ver la luz del día.

Resulta que en 1914 una tal Agnes Cuff, una mujer joven y pobre, con pocas perspectivas de mejorar su posición, se quedó embarazada de un hombre que se desentendió del asunto. Agnes estaba sola, era pobre y se había quedado embarazada. Una situación en la que, hoy en día, todos le hubieran presionado para que abortara.

Agnes, no obstante, trajo al mundo a un niño, inscrito como Alec Guinness en el apartado destinado al nombre de pila y en el que el apartado del apellido paterno y del nombre del padre quedaron en blanco.

El muchacho nos ofrecería magistrales actuaciones, desde el Puente sobre el río Kwai hasta Obi wan Kenobi en la Guerra de las Galaxias. Y una pregunta nos asalta: ¿cuántos grandes actores nos hebremos perdido por culpe de los millones de abortos que se cometen en el mundo? ¿cuántos artistas, músicos, inventores, médicos, pensadores, etc., nos hemos perdido por culpa del aborto?

El vacío, el empobrecimiento, que deja el aborto, aunque silencioso, no por ello es menos real.

Por suerte, Agnes Cuff eligió el camino de la vida. ¿Se imaginan Stars Wars sin Alec Guinness como Obi wan? Definitivamente, yo no.

Cuidar la Creación no es cosa de «los verdes», sino una tarea de los cristianos, dice Francisco

El Papa Francisco ha recordado que los cristianos están llamados a cuidar la Creación. Lo ha hecho durante la homilía de la misa matinal en la Casa Santa Marta celebrada este lunes 9 de febrero. Además, el Papa ha hablado de la “segunda creación”, la realizada por Jesús que ha “re-creado” lo que estaba estropeado por el pecado.

Asimismo, el Santo Padre ha explicado que Dios creó el universo pero la creación no termina, “Él continuamente sostiene lo que ha creado”.


Tomando la Primera Lectura, que narra la creación del universo, el Papa ha indicado que en el Evangelio vemos “la otra creación de Dios”, “la de Jesús, que viene a re-crear lo que ha sido estropeado por el pecado”.


Se ve a Jesús entre la gente, “cuando le tocaban eran salvados”, es “la re-creación”. Esta segunda creación de la que ha hablado Francisco es, “más maravillosa que la primera, este segundo trabajo es más maravilloso”. Además, hay otro trabajo, el de la “perseverancia en la fe” que lo hace el Espíritu Santo.


De este modo, el Papa ha indicado que “Dios trabaja, continúa trabajando, y nosotros podemos preguntarnos cómo debemos responder a esta creación de Dios, que ha nacido del amor, porque Él trabaja por amor. A la ‘primera creación’ debemos responder con la responsabilidad que el Señor nos da: ‘la Tierra es vuestra, llevadla adelante, sometedla, hacedla crecer’. También para nosotros está la responsabilidad de hacer crecer la Tierra, de hacer crecer la creación, de cuidarla y hacerla crecer según sus leyes. Nosotros somos señores de la creación, no dueños”.


Al respecto, el Papa ha advertido que debemos tener “cuidado de no adueñarnos de la creación, sino de hacerla ir adelante, fieles a sus leyes”. Por tanto, ha añadido, “esta es la primera respuesta al trabajo de Dios: trabajar para cuidar la creación”.


Y lo ha explicado así: “Cuando escuchamos que la gente hace reuniones para pensar en cómo cuidar la Creación, podemos decir: ‘Pero no, ¡son los verdes! ¡No, no son los verdes! ¡Esto es cristiano! Es nuestra respuesta a la ‘primera creación’ de Dios. Es nuestra responsabilidad. Un cristiano que no cuida la creación, que no la hace crecer, es un cristiano al que no le importa el trabajo de Dios, ese trabajo del amor de Dios para nosotros. Y esta es la primera respuesta a la primera creación: cuidar la creación, hacerlo crecer”.


A continuación, el Pontífice ha preguntado cómo respondemos “a la segunda creación”. Tal y como indica el Papa, San Pablo nos dice dejarnos “reconciliar con Dios”, o sea “ir por el camino de la reconciliación interior, de la reconciliación comunitaria, porque la reconciliación es el trabajo de Cristo”. De nuevo, retomando las palabras del apóstol, Francisco ha recordado que no debemos afligir al Espíritu Santo que está en nosotros, que está dentro de nosotros y trabaja dentro de nosotros. Además, el Papa ha recordado que “creemos en un Dios personal”: “es persona Padre, persona Hijo y persona Espíritu Santo”.


Y los tres --ha observado el Papa-- están implicados en esta creación, en esta re-creación, en esta perseverancia en la re-creación. “Y a los tres respondemos: “cuidar y hacer crecer la creación, dejarnos reconciliar con Jesús, con Dios en Jesús, en Cristo, cada día, y no afligir al Espíritu Santo, no expulsarlo: es el huésped de nuestro corazón, el que nos acompaña, nos hace crecer”, ha afirmado.


Finalmente, ha pedido que “el Señor nos dé la gracia de entender que Él” trabaja “y nos dé la gracia de responder justamente a este trabajo de amor”.



Es ateo pero gana 100.000 dólares al año con una app para Apple basada en la Biblia

Trevor McKendrick se confiesa ateo, pero no le ha hecho falta ser cristiano para ganar una importante suma de dinero gracias a la Biblia.

¿Su secreto? Adaptar el libro más vendido del mundo y adaptarlo a las nuevas tecnologías creando una popular aplicación que se ha convertido en un importante éxito de ventas en la App Store -la tienda de aplicaciones de Apple-.


El camino hacia la gloria de este estadounidense comenzó imitando los movimientos de su hermano, quien aseguraba ganar alrededor de 10.000 dólares al mes creando y vendido aplicaciones para móviles y tabletas para IOS, el sistema operativo de la marca de la manzana.


El mercado está plagado de aplicaciones, pero hay resquicios en los que se pueden implantar una nueva fórmula. McKendrick optó por la Biblia, ya que las opciones ya planteadas presentaban un importante número de lagunas.


Para mejorar al resto de ofertas, optó por contratar a un programador informático que plasmase sus ideas y, voilà, las ganancias no se hicieron esperar.


Durante el primer año en el mercado ganó más de 70.000 dólares, mientras que al año siguiente mejoró sustancialmente sus ingresos hasta superar los 100.000 dólares.


El éxito de su aplicación le ha llevado a plantearse un pequeño dilema moral. Como no cree en nada de lo que recoge la Biblia, McKendrick se siente culpable por lucrarse gracias a este documento. Eso sí, según confiesa al portal Business Insider, no es suficiente para renunciar a tal cantidad de dinero.



«No había causa de nulidad, dije a la pareja que luchasen; hoy están juntos y con hijos preciosos»

Entramos en el Sancta Santorum de don Ángel, el cura de San Miguel como a él le gusta que le llamen y como es archiconocido en la ciudad. En la renacentista sacristía, siempre impresionante, nos ilumina el halo de luz del mediodía que entra por uno de los ventanales.

Sentado en su sillón predilecto, protegido del frío con un buen abrigo oscuro, este sacerdote forma parte de la entrañas de esta iglesia. No en vano, lleva junto a las añejas piedras de San Miguel 45 años. A sus 86 años de edad acumula reconocimientos: Prelado de Honor de Su Santidad, colegiado de Honor del Colegio de Abogados, miembro del Tribunal Eclesiástico, del que fue su presidente, académico numerario de la de San Dionisio.


Rodeados de una atmósfera que sabe a eterno, charlamos con Ángel Romero Castellano, al que proponen la concesión de Hijo Adoptivo de Jerez. Este lebrijano, de cuya tierra natal le queda mucho, incluso un característico ´deje´ en su habla, llegó a San Miguel el mismo día del Arcángel en 1970 por mandato del Cardenal Bueno Monreal, dejando atrás su segundo y siempre añorado destino: Chipiona



-¿Cuánto guarda de usted esta sacristía?

-De situaciones malas pocas por no decir ninguna. Otra cosa son las confidencias por mi labor sacerdotal, especialmente en la etapa en la que desempeñé la presidencia de Tribunal Eclesiástico. Claro, los problemas matrimoniales llevaba consigo muchas conversaciones con muchas personas que venían a verme para hablar si su problema tenía solución.


-¿Muchas penas?

-Todo esto tiene su parte de pena y su parte de alegría porque no faltan las felicitaciones, la satisfacción de haber podido solucionar situaciones complicadas de la mejor forma. Ha habido de todo.


-¿Cómo se define como cura?

-Soy de los de segunda fila condenado a trabajar mucho. Un cura del montón.


-Pero le gusta ser el cura de San Miguel.

-Cada parroquia tiene su encanto. En la primera que estuve fue la de El Gastor, pequeña de un pueblo pequeño; después estuve en Chipiona y finalmente recalé en Jerez. Con 23 años me estrené en El Gastor con el entusiasmo y la alegría propias del primer destino; con 27 años llegué a Chipiona lleno de ilusión en un momento muy bueno, coincidente con el Concilio Vaticano II.


»La verdad es que tenía la convicción de estar toda mi vida allí como cura propio, o sea, con plaza parroquial en propiedad. Pero Bueno Monreal tiró de mí para traerme a Jerez y eso que lo primero que hice fue tirar de mi plaza en la localidad. No obstante me dijo que me la cambiaba por San Miguel. Yo no vine a Jerez, me trajeron a Jerez. Estaba muy bien en Chipiona por la época que me cogió allí, la vitalidad de la juventud y movimientos parroquiales; todos los grandes cambios en la Iglesia, el cambio de actitud comprometiéndonos con la sociedad, en los movimientos obreros, sindicatos… Nos calentó mucho la cabeza.


-¿Lo que pide ahora el Papa Francisco es echar una mirada atrás a aquellos tiempos?

- Quizás pide reverdecer, remover algo que se había enfriado un poco. El Papa lo viene ahora señalando con el dedo de forma muy cercana y muy humana, que es la forma de ser de él. Pone las cosas tan claras que no queda más remedio que decir "así es" y tirar palante.



-¿Cómo se ve ahora a sus 86 años y cómo ve el futuro?

-Veo el mañana lleno de fe y esperanza, por lo que el futuro no me da miedo ninguno. Estamos viviendo un época de purificación, de dejarnos de lo que es hojarasca y de entrar en la esencia del cristianismo, que es el amor. ¿Cómo me veo yo?, cansado y viejo, falta la energía ya que físicamente e incluso intelectualmente no se llega como antes cuando subía la cuesta del obispado corriendo. Ahora me cuesta un mundo.


-Sin embargo, la experiencia vital está presente.

-Sin duda. Por ejemplo, cuando en el Tribunal me suplió otro por algún tiempo me señalaba un expediente y me consultaba sobre él porque no encontraba el norte en un asunto. Le echaba un ojo al documento y rápidamente le señala un parrafito, "¿no ves este pedacito de aquí?. Es donde está la esencia de este proceso" y se me quedaba mirando extrañado por la agudeza que le mostraba. Claro, después de 30 años en la misma materia te das cuenta rápidamente de lo esencial. Esa experiencia está ahí, pero el cansancio físico e intelectual juega en contra.


-¿Ha deseado en algún momento no haber tenido que pasar por ese largo periodo en el Tribunal Eclesiástico?

-En absoluto, ha sido gratísimo, eso sí con calentamientos de cabeza constantes, porque si eso se toma como un tribunal cualquiera limitándome a ver unos papeles y un proceso para decir al final tú llevas la razón y tú no, eso es frío e inhumano. Pero si miramos detrás de esos papeles vemos a una persona sufriendo y se procura echarle una mano para quitarle de encima un peso ya sea por una causa u otra.


»Recuerdo que dando misa en un pueblo, al terminar se me acercó un señor para darme las gracias por cómo se solucionó un problema con su hija. Aquello no llegó a proceso ya que a la pareja le pedí que lucharan y hoy en día están juntos y con dos niños preciosos. ¿Por qué sucede esto? Porque se encuentran con un consejero que estaba viendo, desde la experiencia de la vida, que no había causa para la nulidad. No obstante, es un trabajo duro y a veces desagradable. Yo me he levantado de la cama a medianoche para repasar cómo se podía solucionar un caso.


-¿Qué le queda de lebrijano?

- Queda todo, ¿ves mi forma de hablar?. Una anécdota, en Salamanca el día del examen de graduación me pidió uno de los profesores del tribunal que hablara en castellano, riéndose de mi acento. Le contesté que fuera a Lebrija porque Antonio de Nebrija, el creador de la primera gramática castellana, nació allí.


-No es cura de una iglesia cualquiera. San Miguel es San Miguel.

-El valor artístico e histórico de este templo pesa muchísimo. Pero San Miguel se me ha muerto en los brazos. Y lo digo porque esta parroquia tenía 12.000 feligreses cuando llegué a ella hace 45 años. Hoy en día se ha quedado vacía. Solo quedan 2.000 de un segmento social y económico bastante endeble y muy mayor en edad. Esta es la realidad, y tiene como consecuencia la falta de vigor en las organizaciones que se puedan movilizar desde la parroquia, falta juventud… Por el contrario, San Miguel es donde se hacen más casamientos y bautizos en todo Jerez. Por esa parte sacramental sí. En cambio, en la parte activa ha experimentando un cambio terrible en las últimas décadas.


-Cuatro décadas y media entre estos muros habrán dado para mucho, incluso para lo más raro o extraño.

-Recuerdo a una señora cuando estaba recién llegado aquí. Me pidió que le diera un certificado de que su hija era miope. Obviamente le respondí que no podía darle lo que quería, que no era médico ni oculista. Casi llorando me insistió y pensé que la buena señora acudió a mí pensando que como era nuevo estaba probando por si colaba. No lo entendió y se fue apesadumbrada. Y todo era porque en aquel tiempo había una campaña de escolarización obligatoria. Su hija era mayorcita y no quería ir a la escuela por lo que certificando pensaba que podía servir. De estas ha habido montones de peticiones incongruentes e insólitas.


- ¿Cómo recibe el inicio del proceso para ser Hijo Adoptivo de Jerez?

-Con mucha alegría, para qué te voy a decir lo contrario. ¿Que lo merezca o no? lo discutirán los demás, llevo 46 años viviendo en Jerez y muy metido en las cosas de esta ciudad; soy colegiado de Honor del Colegio de Abogados, académico numerario de San Dionisio, el Papa me distinguió con el título de Prelado de Honor… y ahora esto. Sinceramente, lo recibo con mucho cariño. Si soy vanidoso, me arrepiento. Insisto, tengo una gran ilusión con este nombramiento.


-Alguna vez le he oído comentar que es el único cura de la cristiandad que da misa delante del diablo, por tener a su espalda la batalla de los ángeles.

-Mejor dicho, tengo seis demonios por encima de mi cabeza mientras estoy dando misa. Pero por encima de los demonios está san Miguel y por tanto no hay que apurarse. Y son tan magníficos que José Cádiz Salvatierra me dijo una vez que si teníamos que casar a la Venus de Milo, canon de belleza de la mujer, tendríamos que hacerlo con el demonio de San Miguel, modelo de belleza masculina.


-Hablemos del mundo cofrade. ¿Cómo lo visualiza?

-Es un movimiento al que hay que prestarle atención indudablemente. Es un campo de apostolado que quizás no sabemos cómo meterle mano. Distinguiría entre dos clases de hermandades. Las tradicionales que están en el Jerez viejo, lo tienen muy difícil si hacemos una comparativa, con lo que sucede, con el despoblamiento en la feligresía de mi parroquia. Estas cofradías están recibiendo el mismo impacto. Sin embargo, las de los barrios están haciendo una labor extraordinaria incluso, prescindiendo del sentido religioso, en lo social, porque llega gente nueva a esas zonas donde hace falta un nexo de conexión que cree barrio. Esas cofradías, además de su función religiosa, crean amistades, tratos entre las personas. En definitiva, crean barrio. Dan bendición verlas tan entusiasmadas y con tantas ganas.


-¿Y de esos otros activos que aportan las cofradías y que tanto se usan como un justificante de su validez?

-La hermandad puede servir para el folklore y el turismo pero tienen que comprender que eso es muy secundario en ellas. Está dándose demasiada cancha a esos aspectos. Lo fundamental es Jesucristo. En esto es en lo que hay que incidir con una formación seria, que tanta falta hace hoy en día sobre las verdades fundamentales de nuestro cristianismo.


-Finalmente, don Ángel ¿podría decirnos si tiene algún referente en su vida más allá de lo espiritual?

-La persona. No caer nunca en el oficio, que debe estar en orden a la persona.



El Papa Francisco visita por sorpresa un barrio pobre a las afueras de Roma


El Papa Francisco ha sorprendido este domingo a los residentes de un barrio pobre en las afueras de Roma que ha visitado por sorpresa. El Pontífice iba camino de visitar una parroquia en el barrio de clase trabajadora de Tiburtina, cuando pidió a sus ayudantes que hicieran un desvío para detenerse en el poblado, del cual había oído hablar.

«Salió del vehículo y la gente se sorprendió cuando le vieron frente a sus viviendas», ha dicho el párroco Aristide Sana, que se trasladó a toda prisa al lugar cuando se enteró en el último minuto de la parada imprevista del Papa.


Las imágenes televisivas mostraron a Francisco rodeado de personas, en su mayoría de Perú y Ecuador, según ha agregado Sana. «¿Cuántos de ustedes aquí hablan español?», preguntó el Pontífice.


Sana, cuyos feligreses llevan comida y ropa al poblado, ha afirmado que en la comunidad, compuesta por unas 150 personas, también vive gente procedente de Rusia, Eritrea, Ucrania y Polonia. El Papa, que ha hecho de la preocupación por los pobres el pilar central de su papado, era conocido en Buenos Aires por sus frecuentes visitas a las «villas miseria» de la ciudad.