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mercredi 28 janvier 2015

Ecumenismo de foto: postmodernidad intravenosa. San Agustín


Aunque vivimos en plena postmodernidad, todavía arrastramos la traumática relación con la modernidad y el modernismo. Seguimos padeciendo sus consecuencias, muchas de las cuales hemos terminado por aceptar como males menores. Todavía resuenan voces internas reclamando que “Iglesia es posible” mientras nos ofrecen su iglesia personal como la solución ideal. Hemos aceptado que la Liturgia se convierta en un espacio creativo de tipo socio-cultural donde la sacralidad desaparece frente a la funcionalidad. Sin haber resuelto los problemas de la modernidad, nos hemos metido a fondo en la postmodernidad. La modernidad nos ofrecía soluciones basadas en estructuras alternativas adaptadas al mundo. La postmodernidad desecha las estructuras como obsoletas, promoviendo la diversidad relativista como la solución.


En la postmodernidad se abandonan los grandes discursos que defendían que la verdad es una, aunque diferente a la verdad tradicional. Ahora se defiende y acepta que existen múltiples verdades, referidas a contextos más pequeños, dependientes de cada persona. Se ponen en juego microteorías, micropolíticas, micro-ortodoxias y micro-ortopraxis, basadas en acuerdos relativos a contextos particulares, limitados y desgraciadamente, excluyentes. Estos acuerdos son coyunturales, pasajeros y rescindibles, ya que se acepta que todo está en cambio constante. Es decir, ya no hay una verdad que debemos descubrir si pensamos correctamente. No es posible descubrirla ni transmitirla tal, como se había venido defendiendo, sino verdades locales, relativas y provisionales. La unidad en la diversidad es un reto completamente postmoderno, ya que parte de la imposibilidad de una unidad completa, que nos sirva de cimientos para trabajar y construir unidos.

La Iglesia va andando, casi sin darse cuenta, hacia una atomización de grupos, tendencias, entendimientos y formas de vida cristiana. Esta tendencia podemos verla en la diversidad de Liturgias que conviven y que a veces hacen imposible cambiar de parroquia sin sentirse fuera de lugar en misa. Ya casi nadie se hace eco de los abusos litúrgicos que presencia, ya que sabemos que denunciarlos es tan inútil como contraproducente. Tomen por ejemplo la forma de distribuir la comunión que se utilizó en la multitudinaria misa del Papa en Filipinas y el atento cuidado por lo sagrado,que se sigue dentro de las Liturgias Tradicionales. ¿Tienen algo que ver?


Las sensibilidades se van diferenciando y exigiendo espacios donde desarrollarse con libertad. Los carismas se guardan para el interior del grupo en vez de compartirlos para enriquecer la comunidad. Nadie duda que una comunidad mono-carismática mono-sensibilidad, es más sencilla de gestionar que una comunidad que recoja decenas de ellos.


Las postmodernidad lucha contra las tendencias modernistas previas, dando lugar a situaciones incoherentes y sorprendentes. Pongo el ejemplo el flashmob de los obispos en la JMJ de Rio de Janeiro o los videos de religiosas bailando y cantando sin ninguna referencia evangelizadora. Nos parecen curiosos y el discernimiento no llega más allá de preguntarnos ¿Y por qué no? Todo vale mientras las apariencias sean aceptables.


Ahora estamos pensando en todas las posibilidades que nos da adaptar la praxis a las circunstancias, sin cambiar la doctrina para que los más ortodoxos no se sientan atacados en su sensibilidad eclesial. Para que tanta diversidad, falta de entendimiento no den lugar a una conciencia de separación, nos hemos inventado el ecumenismo de fotografía. Estamos juntos para la foto, pero después cada cual vuelve a su “realidad” eclesial, a vivir dentro su espacio, formas y sentido particular.


En esta situación claramente postmoderna, el siguiente pensamiento agustiniano deja de tener sentido:


Bien, tú puedes, yo no. Guardemos lo que uno y otro hemos recibido; inflamémonos en la caridad, amémonos unos a otros, y de esta forma yo amo tu fortaleza y tú soportas mi debilidad (SanAgustin, Sermón 101,7).


La postmodernidad nos ofrece la posibilidad de hacer monocultivo de las fortalezas y olvidarnos las debilidades que todos llevamos encima. Cada grupo deja de lado las debilidades como algo secundario y así no tener que buscar ayuda en otros carismas y sensibilidades. En el mejor caso y si nos obligan a dar cuenta de las debilidades, tentamos a Dios indicando que “aquello que no podemos” ya lo dará Dios cuando lo desee. Si no lo da, es que no es fundamental. Como buenos postmodernos, apostamos por el pelagianismo para lo que nos conviene y por el quietismo, para lo que no nos interesa aceptar.


Les pongo otro ejemplo. Es muy fácil omitir un discernimiento incómodo diciendo que “no juzgamos”, dejando el discernimiento a Dios mientras que nosotros nos apartamos del tema. Pero si el tema nos molesta en nuestra sensibilidad eclesial, no dudamos en calificar a las otras personas, enumerando un listado de errores o comparando despectivamente esa sensibilidad que no se ajusta a la nuestra.


Esta es la postmodernidad que nos toca vivir. Una postmodernidad que nos descentra, nos hace alejarnos unos de otros en lo sustancial, aunque en las fotos todos sonriamos juntitos. Ecumenismo de foto, que vende mucho en los medios y sale en las portadas de las revistas. Para respaldar la postmodernidad, nada mejor que una frase apócrifa atribuida a San Agustín: "En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todas las cosas, caridad".



Abandonarse, confiar, esperar (Peguy)


Un ejercicio interior grande es trabajar en la esperanza, es decir, crecer en la esperanza. Dios abre caminos, Dios cumple sus promesas. Sólo cabe abandonarse confiadamente en Él.


"Despiertos o dormidos vivamos con él", decía san Pablo en 1Ts. Dormir tranquila y confiadamente en Dios es un gran signo de abandono en Él, en vez de volver una y otra vez sobre nosotros mismos y nuestra conciencia, o la meticulosidad de prácticas religiosas -rezar, rezar y rezar, formularios, oraciones escritas, estampitas y novenas, etc-.



Más vale un acto de abandono, de paz en Dios, de esperanza serena.


Así escribía Péguy sobre la noche y, sobre todo, sobre el abandono esperanzado en Dios:


“Yo sé llevarle. Es mi oficio. Y esa libertad es mi creación.


Se le puede pedir mucho corazón, mucha caridad, mucho sacrificio.


Tiene mucha fe y mucha caridad.


Pero lo que no se le puede pedir, vaya por Dios, es un poco de esperanza.


Un poco de confianza, vaya, un poco de relajación,


Un poco de entrega, un poco de abandono en mis manos,


Un poco de renuncia. Está tenso todo el tiempo.


Ahora bien, tú, hija mía, la noche, lo consigues a veces, lo obtienes a veces.


Del hombre rebelde.


Que ese señor consienta, que se dé un poco a mí.


Que relaje un poco sus pobres miembros cansados sobre una tumbona.


Que relaje un poco sobre una tumbona su corazón dolorido.


Que su cabeza, sobre todo, deje de funcionar. Su cabeza funciona demasiado. Y él cree que eso es trabajo, que su cabeza funciona así.


Y sus pensamientos, total, ¡para lo que él llama sus pensamientos!


Que sus ideas no funcionen más y no se peleen más en su cabeza y no tintineen más como pepitas de calabaza.


Como un cascabel en una calabaza vacía.


Cuando pienso a qué llama sus ideas…


Pobre ser. No me gusta, dice Dios, el hombre que no duerme.


El que se quema en su cama de inquietud y de fiebre.


Soy partidario, dice Dios, de que cada noche se haga un examen de conciencia.


Es un buen ejercicio.


Pero bueno, no hay que torturarse hasta el punto de perder el sueño.


A esa hora, la jornada ya está hecha, y bien hecha; no hay que volver a hacerla.


No hay que volver sobre ella.


Esos pecados que tanto pesar te producen, hijo mío, pues mira, era bien sencillo.


Amigo mío, no haberlos cometido.


Cuando todavía podías no cometerlos.


Ahora ya está hecho, venga, duerme, mañana no lo volverás a hacer.


Pero el que por la noche al acostarse hace planes para el día siguiente


No me gusta, dice Dios.


El muy tonto, sabe acaso cómo se hará el día de mañana.


Conoce al menos el color del tiempo.


Mejor haría en rezar sus oraciones. Yo nunca he negado el pan del día siguiente.


El que está en mi mano como el bastón en la mano del viajero,


Ese sí me es agradable, dice Dios.


El que se apoya en mi brazo como un bebé que se ríe,


Y que no se ocupa de nada,


Y que ve el mundo en los ojos de su madre, y de su ama,


Y que no lo ve y no lo mira más que allí,


Ese me es agradable, dice Dios.


Pero el que hace cálculos, el que en su interior, en su cabeza para mañana


Trabaja como un mercenario.


Trabaja horriblemente como un esclavo que gira una rueda eterna.


(Y, entre nosotros, como un imbécil).


Pues bien, ése no me es agradable en absoluto, dice Dios.


El que se abandona, me gusta. El que no se abandona, no me gusta, es así de sencillo”


(Péguy, El misterio de los santos inocentes, Encuentro Ediciones, Madrid 1993, 15-17).



En su audiencia del miércoles Francisco recuerda que los hijos que crecen sin padre sufren heridas

Música de trompetas, magia, malabares y risas. Así, en el Aula Pablo VI y en presencia del Santo Padre, un grupo de artistas del Circo Medrano ha ofrecido un simpático espectáculo al finalizar la audiencia general. Francisco y todos los presentes se han divertido al ver los trucos preparados por los comediantes.

Como cada semana, fieles y peregrinos llegados a Roma procedentes de todas las partes del mundo, han recibido con entusiasmo y alegría al santo padre Francisco para la audiencia general de los miércoles.


Esta semana, el Papa ha proseguido con las catequesis sobre la familia y hoy ha hablado de la figura del padre.


Palabras del Papa Francisco pronunciadas en español

Queridos hermanos y hermanas:

En nuestra reflexión sobre la familia, hoy nos centramos sobre la palabra padre. Padre es una palabra universal, conocida por todos, que indica una relación fundamental cuya realidad es tan antigua como la historia del hombre.


Es la palabra con la que Jesús nos ha enseñado a llamar a Dios, dándole un nuevo y profundo sentido, revelándonos, así, el misterio de la intimidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que es el centro de nuestra fe cristiana.


En nuestros días, se ha llegado a hablar de una sociedad sin padres. La ausencia de esta figura es entendida como una liberación, sobre todo cuando el padre es percibido como la autoridad cruel que coarta la libertad de los hijos, o cuando éstos se sienten desatendidos por unos padres centrados únicamente en sus problemas, en su trabajo o en su propia realización personal o caracterizados por su marcada ausencia del hogar.


Todo esto crea una situación de orfandad en los niños y jóvenes de hoy, que viven desorientados sin el buen ejemplo o la guía prudente de un padre. De este modo, todas las comunidades cristianas y la comunidad civil deben estar atentas a la ausencia de la figura paterna, pues ésta deja lagunas y heridas en la educación de los jóvenes.


Sin guías de los que fiarse, los jóvenes pueden llenarse de ídolos que terminan robándole el corazón, robándole la ilusión, robándole las auténticas riquezas, robándole la esperanza.


Saludo a los peregrinos de lengua española, hoy veo que hay muchos acá. Saludo a los grupos provenientes de España, Argentina, Perú y Chile, así como a los venidos de otros países latinoamericanos. Recordando que Jesús nos prometió no dejarnos huérfanos, vivamos con la esperanza puesta en Él, sabedores de que el amor puede vencer al odio y de que es posible un futuro de fraternidad y de paz para todos. Que Dios los bendiga Muchas gracias.


Otras ideas del Papa

Al finalizar los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido un pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Así, ha recordado que este miércoles 28 de enero celebramos la memoria de santo Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia. Por eso ha deseado a lo jóvenes que su dedicación al estudio favorezca en ellos el compromiso de la inteligencia y de la voluntad al servicio del Evangelio. Del mismo modo, ha deseado a los enfermos que su fe les ayude a dirigirse al Señor también en la prueba. Finalmente, a los esposos recién casados les ha deseado que su mansedumbre les indique el estilo de las relaciones entre los cónyuges dentro de la familia.


Texto completo de la catequesis del Papa en italiano

Transcrito y traducido por Zenit

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Retomamos hoy el camino de catequesis sobre la familia. Hoy nos dejamos guiar por la palabra padre. Una palabra, más que cualquier otra, querida para nosotros cristianos, porque es el nombre con el que Jesús nos ha enseñado a llamar a Dios, Padre.


El sentido de este nombre ha recibido una nueva profundidad propia a partir del modo en que Jesús lo usaba para dirigirse a Dios y manifestar su relación especial con Él. El misterio bendecido de la intimidad de Dios,Padre, Hijo y Espíritu, revelado por Jesús, es el corazón de nuestra fe cristiana.


“Padre” es una palabra conocida por todos, una palabra universal. Ésta indica una relación fundamental cuya realidad es tan antigua como la historia del hombre. Hoy en día, sin embargo, se ha llegado a afirmar que la nuestra sería una ‘sociedad sin padres’.


En otros términos, en particular en la cultura occidental, la figura del padre sería simbólicamente ausente, desaparecida, eliminada. En un primer momento, la cosa se ha percibido como una liberación: liberación del padre-dueño, del padre como representante de la ley que se impone desde fuera, del padre como censura de la felicidad de los hijos y obstáculo de la emancipación y de la autonomía de los jóvenes.


De hecho, a veces en nuestras casas reinaba en el pasado el autoritarismo, en ciertos casos incluso la opresión: padres que trataban a los hijos como siervos, no respetando las exigencias personales de su crecimiento: padres que nos les ayudaban a emprender su camino con libertad, y no es fácil educar al hijo en libertad. Padre que no les ayudaban a asumir las propias responsabilidades para construir su futuro y el de la sociedad. Esto, ciertamente, no es una buena actitud.


Pero, como sucede a veces, hemos pasado de un extremo al otro. El problema de nuestros días no parece ser tanto la presencia invasiva de los padres, sino más bien su ausencia, su fuga. Los padres están a menudo tan centrados sobre sí mismos, su trabajo, y sobre la propia realización individual, que olvidan incluso la familia. Y dejan solos a los pequeños y a los jóvenes.


Ya de obispo de Buenos Aires me daba cuenta del sentido de orfandad que viven hoy los chavales. A menudo preguntaba a los padres si jugaban con sus hijos, si tenían la valentía y el amor de perder tiempo con los hijos. Y la respuesta era fea.


En la mayoría de los casos: ‘no puedo, mucho trabajo’. El padre estaba ausente de ese hijo que crecía y no jugaba con él, no perdía tiempo con él. Ahora, en este camino común de reflexión sobre la familia, quisiera decir a todas las comunidades cristianas que debemos estar más atentos: la ausencia de la figura paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes produce lagunas y heridas que pueden ser también muy graves. Y de hecho las desviaciones de los niños y de los adolescentes se ponen en buena parte reconducir a esta falta, a la carencia de ejemplos y de guías autorizadas en su vida de cada día. A la carencia de cercanía, a la carencia de amor por parte del padre. Es más profundo de lo que pensamos el sentido de orfandad que viven muchos jóvenes.


Son huérfanos pero en la familia porque los padres a menudo están ausentes, también físicamente, en casa, pero sobre todo porque, cuando están, no se comportan como padres, no dialogan con sus hijos, no cumplen su tarea educativa, no dan a los hijos en ejemplo acompañado por las palabras, esos principios, esos valores, esas reglas de vida que necesitan como el pan. La cualidad educativa de la presencia paterna es aún más necesaria cuando el padre está obligado por el trabajo a estar lejos de casa.


A veces parece que los padres no saben bien qué lugar ocupar en la familia y cómo educar a los hijos. Y entonces, en la duda, se abstienen, se retiran y descuidan sus responsabilidades, quizá refugiándose en una relación improbable “de igual a igual” con los hijos.


Es verdad que debes ser compañero de tu hijo, pero sin olvidar que eres el padre. Pero si tú solamente te comportas como un compañero a la pa no le hará bien al joven.


Esto también lo vemos en la comunidad civil. La comunidad civil, con sus instituciones, tiene una cierta responsabilidad, podemos decir paterna, hacia los jóvenes, una responsabilidad que a veces descuida o ejerce mal. También ésta a menudo les deja huérfanos y no les propone una verdad de perspectiva. Los jóvenes permanecen así, huérfanos de caminos seguros que recorrer, huérfanos de maestros de los que fiarse, huérfanos de ideales que calienten el corazón, huérfanos de valores y de esperanzas que les apoyen cotidianamente. Están llenos quizá de ídolos pero se les roba el corazón, son empujados a soñar diversiones y placeres, pero no se les da trabajo; son ilusionados con el dios dinero, y se les niegan las verdaderas riquezas.


Y entonces hará bien a todos, a los padres y a los hijos, escuchar de nuevo la promesa que Jesús ha hecho a sus discípulos: “No os dejaré huérfanos” (Jn 14, 18). Es Él, de hecho, el Camino que hay que recorrer, el Maestro para escuchar, la Esperanza de que mundo puede cambiar, que el amor vence el odio, que puede haber un futuro de fraternidad y de paz para todos.


Algunos de vosotros podrá decirme, pero padre, hoy usted ha estado demasiado negativo. Ha hablado solo de la ausencia de los padres, de lo que pasa cuando los padres no están cerca de los hijos. Es verdad. He querido subrayar esto porque el próximo miércoles seguiré con esta catequesis, destacando la belleza de la paternidad. Por eso he elegido comenzar por la oscuridad para llegar hasta la luz.


Que el Señor nos ayude a entender bien estas cosas. Gracias.



No habrá matrimonio gay en la Grecia «progre» de Syriza, que ha tendido puentes con la Iglesia

El sábado pasado, víspera de los comicios griegos, el semanario francés Le Point publicaba un reportaje que daba cuenta del progresivo acercamiento táctico de Alexis Tsipras, ateo confeso, flamante primer ministro y líder de Syriza, hacia la Iglesia Ortodoxa.

Por ejemplo, Tsipras visitó el Monte Athos, lugar sagrado sece de numerosos monasterios, el pasado mes de agosto.


Y el Arzobispo Ieronimos, Patriarca de la Iglesis Ortodoxa Griega, asistió al sepelio del padre de Tsipras. Más recientemente, Tsipras acudió a la celebración de la Epifanía ortodoxa oficiada por el arzobispo.


Preguntado hace unos días sobre si pensaba legalizar o no el matrimonio entre personas del mismo sexo, Tsipras echó balones fuera. «Es una cuestión compleja, vamos a estudiarla, pero no forma parte de nuestro programa electoral».


Pues bien, a raíz de su pacto de gobierno con la formación conservadora Griegos Independientes, se puede decir que la perspectiva de una legalización del matrimonio gay se aleja definitivamente en Grecia; al menos mientras dure el pacto entre Tsipras y el líder de Griegos Independientes, Panos Kammenos, que aboga abiertamente por un mayor papel de la Iglesia Ortodoxa –a la que pertenece el 90% de los griegos– en el sistema educativo y en la vida familiar.



Cursillos de Cristiandad celebra su cursillo número 1.000 en Madrid: evangelizando desde 1949

Los Cursillistas de Cristiandad de Madrid están de doble enhorabuena. Primero, porque el próximo viernes 30 de enero, a las 20h, en la parroquia de Santa María Micaela (c/ General Yagüe, 23) el Movimiento celebra su Ultreya Diocesana anual, presidia por primera vez por monseñor Osoro. Y segundo, porque la Eucaristía de ese día se ofrecerá como acción de gracias por el Cursillo de Cristiandad número 1.000 en la archidiócesis, que tendrá lugar del 19 al 22 de febrero

El próximo viernes, 30 de enero, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Madrid (cursillosmadrid.org) celebra su Ultreya Diocesana anual, que estará presidia por primera vez por monseñor Carlos Osoro.


La Ultreya se celebrará a las 20h, en la parroquia de Santa María Micaela y San Enrique (c/ General Yagüe, 23), donde se ubica también la sede del Secretariado diocesano de Cursillos. Además, la celebración es doble, pues la Eucaristía que presidirá monseñar Osoro se ofrecerá como acción de gracias por el Cursillo de Cristiandad número 1.000 en la archidiócesis madrileña, que tendrá lugar del 19 al 22 de febrero, en la casa de Espiritualidad de las Rosas (Collado Villalba).


A través de una Nota, el Secretariado diocesano de Madrid ha explicado que esta primera Ultreya diocesana con monseñor Osoro supone «una ocasión única para que el nuevo arzobispo de Madrid conozca de primera mano este movimiento de Iglesia, Cursillos de Cristiandad, que está en primera línea de evangelización, y que proclama lo fundamental cristiano, además de que nuestro pastor cuente con nuestro apoyo y cariño».


De hecho, el arzobispo no sólo presidirá la Eucaristía y asistirá al rollo (como los cursillistas llaman a la ponencia testimonial y doctrinal de sus encuentros), sino que también bendecirá y participará en el envío de los miembros del equipo «al que se ha encomendado la misión de participar y de estar al servicio de los demás en el Cursillo número 1.000».


¿Qué son los Cursillos de Cristiandad?

Como explican desde el Secretariado de Madrid, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad (http://ift.tt/1Lgy826) «es un movimiento eclesial de difusión mundial, presente en los cinco continentes, que actúa en el interior de la Iglesia católica, y participa activamente en la gran misión del anuncio de la Buena Nueva del Evangelio a través de un método propio kerygmático».


El movimiento nació en España, concretamente en la diócesis de Mallorca, en 1949, gracias a la inspiración suscitada por el Espíritu Santo en un grupo de sacerdotes y seglares, entre los que destacan, según los Estatutos Mundiales del Movimiento, reconocidos por la Santa Sede, tres nombres: el sacerdote Sebastián Gayá Riera, el laico Eduardo Bonnín, y el entonces obispo de Mallorca, monseñor Juan Hervás.


El cariño de los Papas, desde Pablo VI a Francisco

Así, «la característica del Movimiento de Cursillos es principalmente la de compartir una fe vivida para difundirla», así como «la cooperación armónica entre laicos y sacerdotes. Cada cual tiene su función específica, pero todos conjuntamente se preocupan de alcanzar el mismo objetivo: La evangelización como fermento en los ambientes cotidianos de cada uno».


Por eso, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad «cuenta con la aceptación y el reconocimiento pastoral a nivel mundial de importantes pastores de la Iglesia católica», e incluso los Papas, desde Pablo VI hasta hoy, «han expresado repetidamente un particular aprecio por el Movimiento de Cursillos».


Tanto es así que el próximo mes de mayo, el Papa Francisco ya se ha comprometido en recibir en Audiencia a los cursillistas de los cinco continentes, que se reunirán en Roma para celebrar una Ultreya Mundial.


Para saber más sobre el Movimiento de Cursillos, así como para más información sobre el calendario de próximos Cursillos de Cristiandad en este curso, cualquier persona puede dirigirse al Secretariado Diocesano de Cursillos de Cristiandad de Madrid, ubicado en la parroquia de Santa María Micaela y San Enrique (c/General Yagüe 23), llamar al teléfono 91 521 45 77, escribir un email a: secretariado@cursillosmadrid.org

o bien entrar en la página web http://ift.tt/1JFt6up