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vendredi 2 janvier 2015

Rajoy se divorcia de los cristianos

El ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España, José Manuel García- Margallo, ha realizado un gran esfuerzo para que España entrara en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el bienio 2015-2016.

Parecía que era el único objetivo de política exterior de nuestro país. Sin embargo, una vez conseguido no parece que en Exteriores y en Moncloa hayan dedicado mucho tiempo a elaborar un programa para el ejercicio del cargo. Desde la cancillería española sólo salen lugares comunes, eso sí, políticamente correctos, sobre la defensa de la democracia y de los derechos humanos así como la ciberseguridad (en lo que sin duda somos una gran potencia). Y todo ello envuelto en la lucha para contribuir a “la paz y la seguridad internacionales”. Ya saben, el discurso de los concursos de belleza: “la paz en el mundo”.


De hecho, la única concreción es la de la ideología de género. Como resultaría demasiado visible adoptar el mantra feminista de la ideología de género -ya sabemos todos lo que eso significa- España ha optado por hablar de igualdad de género, que es lo mismo, en boca del lobby feminista, pero suena menos totalitario.


Es más, en Exteriores completan la afirmación con algo aún más jocundo: “la plena participación de las mujeres en la construcción de la paz”. Esto es definitivo.


Se da la circunstancia de que, durante su balance del Ejercicio 2014, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a preguntas de Hispanidad, se negó a condenar la masacre de cristianos por parte del Califato Islámico, la mayor persecución de nuestros días. Se enfadó mucho el presidente del Gobierno, a quien no se le deben hacer ese tipo de preguntas dado que “mi Gobierno ha defendido siempre la democracia y los derechos humanos de todo el mundo”. Sí, pero aquí estábamos hablando de un problema concreto: el exterminio de cristianos en Irak y Siria a cargo de los fundamentalistas... por el hecho de ser cristianos. Lo que, además de poco democrático, resulta que se hace por cristofobia.


En cualquier caso, todo indica que Rajoy se conforma con haber llegado al Consejo de Seguridad. Ejercer es otra cosa. Pero también indica que al igual que José María Aznar, su antecesor, exigió que su Gobierno ignorara el espinoso asunto del aborto y la defensa del no nacido, Rajoy exige a sus ministros que se alejan de cualquier apariencia de defensa de la libertad religiosa en general, de los cristianos en particular y del cristianismo en singular. Él es muy laico y hablar de persecución de los cristianos no hace intelectual y resulta muy poco diplomático.


Y en esta decisión pesa, sin duda, la postura firme del obispo de Alcalá, Reig Pla, quien calificó la actual Gobierno del PP de “estructura de pecado” y que consiguió que otros cuatro obispos españoles ratificaran que un católico no puede votar al PP.


Y recientemente, Reig aseguró que si Rajoy había retirado su reforma del aborto era porque así se lo había exigido el Nuevo Orden Mundial... como condición previa para entrar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.


A la vicepresidenta Soraya, también a preguntas de Hispanidad, no le gustó nada lo que dijeron los obispos sobre la incoherencia de un católico votante del PP.


Está claro, Rajoy se ha divorciado de los católicos. Al menos hasta que en vísperas de las elecciones precise de su voto.


Eulogio López



El lugar donde aprendemos la ternura: la familia

Terminada la Navidad y el primer mes del nuevo año, momentos en los que el corazón se enternece y nos llenamos de ilusiones y propósitos, es importante aprender a edificar sobre roca nuestros deseos para que ellos no terminen como proyectos de pocos períodos de vida. Me refiero a todos aquellos planes que armamos en la cabeza más que en el corazón y que finalmente quedan sólo en desperdigados por el tiempo.

Deseo reflexionar proyectos que incluyan los de perdón y de restauración familiar. No existe institución sobre la tierra que merezca todo de nuestra parte como es la familia. Es en ella donde Dios inició una historia de salvación y de amor para cada uno de nosotros; es en ella donde a pesar de todas sus deficiencias experimentamos la ternura de Dios y es en ella por tanto donde debemos hacer las mejores inversiones de tiempo y afectos.

Cuando miramos lo que se hizo o dejó de hacer en el año que culmina, cuando pensamos en lo que queremos hacer en el año que comienza es importante pensar no solo en lo que queremos sino también en lo que es posible alcanzar y lo que efectivamente estamos dispuestos a hacer. Me refiero a hechos concretos, a una inversión verdadera y no solamente a simples ilusiones que terminan con el inicio del año nuevo.

Es importante diferenciar lo que se quiere, de lo que se ama y de lo que puede hacerse. Una de las cosas que impera mirar es el tiempo invertido en casa. No en pocas oportunidades nos excusamos del exceso de trabajo para no estar pendientes de la familia y la idea de poder dejar a los hijos un legado económico que les asegure el futuro. Esto me parece medianamente falaz pues la fortuna material no produce la estabilidad ni la calidad de vida que todos quieren tener y defender.


Pensemos en todos aquellos miembros de la familia con quienes se necesita reconciliación e incluyamos en esos proyectos el poder edificar una nueva oportunidad de amor, de perdón, de ternura. Es importante tomar la decisión desde la voluntad y no solo desde las ganas, esas que esperamos que Dios mágicamente las haga aparecer en el corazón.


El poder compartir mejores espacios y momentos con los de la casa, momentos que han de volverse sagrados para cada uno de los miembros de la familia y que los lleve a todos a posponer cualquier otra cosa por el beneficio del hogar son los que fortalecen los vínculos afectivos. Padres que no acarician a sus hijos difícilmente pueden acceder a su corazón. Que el trabajo no se vuelva una excusa para no abrazar, besar, acariciar a la pareja y a los hijos que el dinero no se vuelva el paliativo para los momentos de soledad y que la ternura esté a la orden del día como el plato principal del amor. Creo que esto es un verdadero proyecto de vida en común. Todo lo demás: una casa preciosa, trabajo, diversión, se vuelven elementos importantes pero que se encuentran por debajo en la escala de valores de lo que debe ser realmente indispensable para todos.


Necesitamos revisar esa escala que todos llevamos en la cabeza y nos preguntemos si se encuentra arraigada en el corazón, porque el problema no está en lo que creemos que nos importa sino en lo que en verdad nos importa.


No conozco la primera persona que afirme que Dios y la familia no son lo primero en su vida, pero ellos aparecen en la práctica en segundos lugares después de otras a las que se les invierte mejor tiempo y más dinero.


No está lejos la felicidad, creo que de ella hacen parte el conjunto de personas, situaciones que en muchas ocasiones infravaloramos por andar poniendo el corazón en aquello que de momento trae un poco de placer.


La familia es una institución sagrada, un recinto donde aprendemos la ternura y el amor, un espacio donde se conoce el amor de Dios y se le aprende a amar y respetar; la familia es tal vez el único y verdadero tesoro que poseemos en la tierra, pues si bien es cierto que nada nos llevamos, es en ella donde quedamos.


Juan Ávila Estrada. Pbro.



¿Cómo se dice "pesebre" en Papúa Nueva Guinea?

El pidgin, que es la lengua que se habla en Papúa Nueva Guinea, tiene muy poco vocabulario. Eso tiene sus ventajas y sus desventajas.

Una de las ventajas es que uno la aprende relativamente rápido, porque no debe estudiar e incorporar demasiadas palabras a su vocabulario.


pidgin




La desventaja es que pocas veces uno puede decir lo que realmente quiere decir, y, al encontrarse sin palabras, uno está obligado a dar un rodeo para tratar de explicarse lo mejor posible. Así, por ejemplo, la palabra “laplap” quiere decir “cortina”, “mantel”, “sotana”, “pollera”, “pañuelo” o cualquier otra cosa hecha de tela. Y entonces uno debe explicar de qué está hablando, y en lugar de decir “mantel” uno debe decir “el laplap que se usa en la mesa”. Al final, terminó expresando con una frase lo que en otras lenguas se expresa con una sola palabra. O peor aún, en muchos casos el rodeo y la explicación que uno debe dar para expresar una palabra es sencillamente interminable. Y así, por ejemplo, para decir “viuda” uno debe decir: “meri man bilong em i dai na em i no marit gen”, que traducido significa “mujer cuyo marido murió y no volvió a casarse”. La palabra “viuda” no existe, y entonces uno está obligado a describir lo que quiere expresar, y no pocas veces sucede que al terminar de dar el rodeo para explicar el concepto, uno ya se olvidó de lo que estaba hablando.

Pero otras veces, esta limitación del vocabulario ayuda a comprender un poco mejor la naturaleza de las cosas. Y eso es lo que sucede con la palabra “pesebre”. ¿Cómo se dice en pidgin? “Bokis kaikai bilong bulmakau”, que, traducido literalmente, significa “caja de comida de los toros y las vacas”.


Tal vez en otros lugares del mundo la palabra “pesebre” represente escenas más tiernas, más dulces y conmovedoras. Y al escuchar la palabra “pesebre” enseguida pensemos en una pequeña casita de madera con techo de paja en la que un buey y una vaca están prolijamente acomodados a los costados, los pastores a cierta distancia y los reyes arrodillados alrededor de la hermosa cuna donde duerme el Niño mientras que san José y la Virgen contemplan la escena, y una hermosa estrella brilla en el cielo alumbrando la noche.


En pidgin, sucede lo contrario: al decir o escuchar la palabra “pesebre” la imaginación vuela inmediatamente a una escena no menos tierna ni dulce, pero sí mucho más real: una caja de comidas de animales. Y es que el pesebre era realmente eso. Y fue ahí donde quiso nacer el Hijo de Dios.


Se cuenta en la vida de san Jerónimo (que tuvo la dicha de vivir durante muchos años en la gruta de Belén), que un día le dijo al Niño: “Amado Niño, ¿cómo puedo yo recompensarte el favor de haber bajado para hacerme feliz a una gruta tan áspera y padecido tanto por mí?”. Y la respuesta no se hizo esperar: “Dame tus pecados, para borrarlos”. Eso es Belén: una caja de comidas de toros y vacas donde duerme un Niño que siendo Dios se hizo hombre para borrarnos los pecados.