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jeudi 16 avril 2015

Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie

Evangelio según san Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.


Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.


Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

-«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?»

Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.


Felipe le contestó:

- «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»


Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

- «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»


Jesús dijo:

- «Decid a la gente que se siente en el suelo.»


Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.


Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.


Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:

-«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»


Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

- «Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.»

Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.


Señor Jesús, lo que para nosotros es imposible, tú lo puedes. Tú sabes como remediar nuestras hambres: hambre de paz, de alegría, de amor, de fe. Tú nos lo das todo en abundancia. Y si algo falta es porque no atendemos a tus indicaciones, porque no queremos repartirlo. Gracias por todo lo que nos das, Señor. Haz que nuestro corazón sea bueno y compasivo como el tuyo.



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