La semana pasada tuve la enorme suerte de poder asistir al acto organizado por Ayuda a la Iglesia Necesitada en el que la delegada de AIN en Cataluña, Ariadna Blanco, y la religiosa del Pureza de María, Xiskya Valladares, nos explicaron su experiencia con los refugiados cristianos iraquíes que se han refugiado en Erbil, territorio kurdo, durante las pasadas Navidades.
No fui con grandes expectativas (fue, de hecho, mi mujer quien me animó a que fuéramos), pensando que ya lo sabía todo sobre la tragedia que están viviendo estos hermanos nuestros que, como nos explicaron, esperan que desde Occidente les salvemos (pobres, nuestra indiferencia, más allá de algunas declaraciones, no muchas, para la galería es tremenda). Pero salí de allí con la certeza de que había aprovechado el tiempo como hacía mucho que no lo hacía. Dieron detalles de primera mano, aterradores unos, esperanzadores otros, como la fortaleza en la fe, la alegría que nace de ella y que nada en el mundo nos puede hacer perder, su amor a la Virgen, el modo en que cuidan de los ancianos, de los débiles. Y consiguieron emocionarme, a pesar de que las dos ponentes estuvieron comedidas, controlándose, pero es que aunque se explique con sobriedad, nadie puede permanecer indiferente a lo que está ocurriendo allí si lo conoce de veras (por eso tantos prefieren no enterarse, no vaya a ser que su conciencia les interpele). Adjunto aquí un vídeo que nos pasaron y que resume la situación de estos cristianos:
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