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mercredi 8 avril 2015

"¡Vacíame de mi… y lléname de Ti, Jesús!"

Es la oración diaria que hacía, según me manifestó el buen amigo, Julio Manegat, persona de fe, periodista y escritor; primer director de la Escuela de Periodismo de Barcelona y redactor-jefe del periódico vespertino de BCN “El Noticiero Universal”, en el que colaboré durante doce años.

“¡Vacíame de mi…!”


-Arráncame “soberbias”, quítame “egoísmos”, anúlame el “amor propio”, que no caiga en la “injusticia”, ni en “odios, ni en rencores”…


-“Renuncia a tu propio cuerpo, a tu propio espíritu, a tu propio corazón, a tu propia voluntad…” enseñaba el P. Chevrier.


Y el profeta Miqueas (6,14) venía señalando hacía siglos:


- “Dentro de ti… tienes la causa de tu confusión.


“Y lléname de ti, Jesús”… Es su imitación y seguimiento.


El cardenal Newman, convertido al catolicismo, catedrático de la Universidad de Oxford y rector de la de Dublín, hoy beato, repetía casi lo mismo:


-“Jesús mío: Inúndame mi alma con tu espíritu y tu vida.


- Penetra todo mi ser y toma posesión de mí.


- Que mi vida en adelante sea una irradiación de la tuya.


- Ayúdame a esparcir tu fragancia… dondequiera que vaya.”.


-“Noverim me… Noverim Te”, repetía san Agustín, o sea:


“Que me conozca a mi... Y te conozca a Ti”.



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