Ya han sido severamente castigados. Puede que la opinión pública respire. Nueva anestesia. Porque el iceberg permanece frente al buenismo de la Alianza de Civilizaciones.
Podemos seguir contando nubes y apelando al diálogo. Tsum-tsum. Podemos seguir manteniendo la utopía de las sociedades interculturales. Hasta que seamos nuevamente despertados dramáticamente.
La realidad es que el Islam ha declarado la guerra. No a un semanario satírico. No a la libertad de expresión. Ha declarado la guerra a Occidente y todo lo que significa: legítima independencia del poder temporal, elección democrática de los gobernantes, igualdad entre hombres y mujeres, los pactos son para cumplirlos y sentido trascendente de la existencia
Frente a la libertad ofrecen un sistema tiránico basado en la sharia, un código de conducta que ofrece seguridad, pero también control y esclavitud. ¿Es lo que queremos? ¿Estamos dispuestos a combatirlo? ¿Estamos dispuestos a arriesgar la vida para salvar nuestro modo de vida?
El drama es que la amenaza nos ha pillado envejecidos y desnortados. Europa lleva lustros preguntándose quién es, de dónde viene y a dónde va. Los hijos de la supuesta luz trataron de arrancar las raíces cristianas del Viejo Continente en el proyecto de Constitución. Sin cristianismo, Europa es sencillamente ininteligible.
Desconocemos nuestro origen y nuestro destino. No sabemos quiénes somos ni cuál es el sentido de nuestra vida. Hemos construido un Estado de Bienestar capaz de sustituir a la Providencia. Y nos lo hemos creído. Ingenuos.
Por si fuera poco, el invierno demográfico. Nos ha pillado abuelos, sin vitalidad, sin fuerza, sin energía, sin coraje. No somos capaces de digerir los muertos en combate porque somos incapaces de digerir la muerte. Elegimos vida renunciando a la dignidad y encontramos muerte e indignidad…
Por eso ya no hay empacho en reconocer el pago de rescates ni en reconocer que se liberan tres islamistas para rescatar a un nacional con vida. Pan para hoy y banquete para los yihadistas. No sólo reciben fondos y hombres. Reciben nuestra debilidad transformándola en su fortaleza.
Ya es hora de que Occidente espabile. La Alianza de Civilizaciones y las sociedades interculturales sólo han conducido a guetos de marginalidad y radicalismo. Son hechos. Los autores del atentado de París eran delincuentes de poca monta, educados en orfanatos, adoctrinados por los imanes locales y convertidos en héroes religiosos.
Ya es hora de que se controlen las mezquitas y a los imanes. Ya es hora de que se prohíba aplicar la sharia en territorio europeo. Ya es hora de que se cierren las madrazas de Ceuta y Melilla. Ya es hora de que se dejen de pagar los rescates. Ya es hora de que los jueces dejen de ponerse estupendos y permitan que la policía trabaje para garantizarnos la seguridad a todos. Ya es hora de los progres "cuenta-nubes" apoyen reformas como la retirada del pasaporte que permitiría un control más estricto de la amenaza.
Y también es hora de mirar al Cielo y reclamar clemencia. Si eres creyente, te animo a sumarte a la campaña de oración promovida por el Papa Francisco.
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